Rutas de senderismo

Camino de Santiago desde Sevilla | Etapa 11 de la Vía de la Plata: Mérida-Alcuéscar

Vistas del Embalse de Proserpina.

Vistas del Embalse de Proserpina. / Emilio J. de los Santos

El Camino cambia a partir de Mérida. El paisaje mejora notablemente, pero a costa de un incremento considerable de las distancias. Los más de 70 kilómetros entre Mérida y Cáceres se suelen cubrir canónicamente en sólo dos jornadas (aunque daremos algunos consejos para poder dividirlas).

Conviene empezar con una advertencia muy importante: muchísimo cuidado con el calor. Los largos trayectos suelen tener pocos o ningún servicio intermedio (pueblos, fuentes, estaciones de servicio...). Tampoco abunda la sombra. El consejo de salir temprano sigue siendo bueno, pero hay que tener en cuenta que las kilometradas son tan grandes que suponen dedicar más de ocho horas para completarlas.

Nos despedimos de Mérida admirando la silueta del Acueducto de los Milagros. Nos despedimos de Mérida admirando la silueta del Acueducto de los Milagros.

Nos despedimos de Mérida admirando la silueta del Acueducto de los Milagros. / Emilio J. de los Santos

La etapa entre Mérida y Alcuéscar tiene 36 kilómetros. Por suerte, su perfil no es duro: llano en la primera mitad y en un progresivo aunque suave ascenso en la segunda parte. El recorrido se puede realizar en dos días. Es posible pasar la noche en El Carrascalejo, a 15 kilómetros de Mérida, o en Aljucén, a 17. Ambas localidades cuentan con albergues. Al día siguiente se puede completar el resto hasta Alcuéscar (con una distancia de 21 o 19 kilómetros, según dónde se haya parado previamente). Con todo, en esta guía, haremos la etapa completa.

El embalse de Proserpina. El embalse de Proserpina.

El embalse de Proserpina. / Emilio J. de los Santos

Nos despedimos de Mérida por la avenida José Fernández López rumbo al norte. Tomamos de frente la Rotonda de los Barqueros y, tras recorrer unos metros de la avenida Emérita Augusta, nos desviamos a la derecha por un parque. Pasamos sobre el río Albarregas y caminamos por la amplia curva que describe la calle Arenal de Pan Caliente. Desde aquí podremos admirar las bellas arquerías del Acueducto de los Milagros sobre las aguas del río que acabamos de cruzar. A continuación, avanzamos por la Avenida Vía de la Plata siguiendo siempre recto en las tres glorietas que nos encontraremos. Las salidas de las ciudades siempre suelen ser horribles y este caso no es una excepción: la señalización puede ser confusa en esta zona. Finalmente, nos situamos sobre una especie de carril bici que va junto a la Avenida del Lago fuera de la localidad.

Cuando llevemos unos 8 kilómetros, entramos en una urbanización situada junto al Embalse de Proserpina. Es un lugar interesante por su presa, una construcción romana del siglo I a. C. que está muy bien conservada. El Acueducto de los Milagros que vimos hace un rato llevaba el agua desde aquí hasta Augusta Emerita. Primero pasaremos sobre su pared y después bordearemos la orilla del pantano. Actualmente, además de zona residencial, es un punto de esparcimiento de los emeritenses. Este pintoresco sitio es ideal para hacer un pequeño descanso. Hay varios chiringuitos por la zona, pero la mayoría abre a partir del mediodía.

El paisaje da un importante cambio en esta etapa: las dehesas vuelven a acompañarnos. El paisaje da un importante cambio en esta etapa: las dehesas vuelven a acompañarnos.

El paisaje da un importante cambio en esta etapa: las dehesas vuelven a acompañarnos. / Emilio J. de los Santos

Abandonaremos el embalse siguiendo una carretera estrecha y con poco tráfico que va junto al curso de un canal romano de agua. Empezamos ahora un tramo muy bonito y solitario, sólo interrumpido por los pequeños pueblos de El Carrascalejo y Aljucén. Seguiremos el asfalto de la mencionada carretera durante 3 kilómetros hasta dar con una pista de tierra que sale por la izquierda y que nos mete en la Dehesa del Toril. Entre arbustos, iremos por un sendero un poco abrupto que atraviesa una zona con un perfil más ondulado.

Iglesia de la Consolación de El Carrascalejo Iglesia de la Consolación de El Carrascalejo

Iglesia de la Consolación de El Carrascalejo / Emilio J. de los Santos

Tras otros 3 kilómetros, damos con las primeras casas de El Carrascalejo, localidad con menos población de Badajoz (un centenar de habitantes). Además de por su tranquilidad, el pueblo destaca por la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, ubicada junto a una bonita plaza. El municipio tiene un albergue de peregrinos a la salida, por lo se puede plantear como parada para hacer noche.

Tanto El Carrascalejo como Aljucén, a media etapa, tienen albergues donde parar. Tanto El Carrascalejo como Aljucén, a media etapa, tienen albergues donde parar.

Tanto El Carrascalejo como Aljucén, a media etapa, tienen albergues donde parar. / Emilio J. de los Santos

Se sale rumbo norte (como casi siempre). Tras pasar un merendero junto a un crucero, se sigue otro carril de tierra durante un kilómetro que atraviesa por un túnel la autovía A-66. Justo después se sube a la izquierda y ya veremos Aljucén en las proximidades. Se accede al núcleo urbano tras cruzar la carretera EX-214.

Aljucén es algo mayor que la localidad anterior. Cuenta con más servicios: varios bares y un supermercado. También tiene un albergue privado, un hotel y una casa rural. Conforme lo vayamos atravesando, podremos admirar la Iglesia de San Andrés Apóstol, de estilo gótico tardío. Atención a uno de sus elaborados pórticos.

La iglesia de San Andrés Apóstol, en Aljucén La iglesia de San Andrés Apóstol, en Aljucén

La iglesia de San Andrés Apóstol, en Aljucén / Emilio J. de los Santos

Hasta ahora, llevamos recorridos unos 17 kilómetros de la etapa, algo menos de la mitad. Hay que plantearse si seguir o hacer noche, ya que no encontraremos más servicios hasta Alcuéscar. Y es que el Camino se interna ahora en el Parque Natural de Cornalvo, apartándose de la civilización. Si se va a continuar, conviene aprovisionarse bien de agua y de comida.

La Vía de la Plata atraviesa el Parque Natural de Cornalvo. La Vía de la Plata atraviesa el Parque Natural de Cornalvo.

La Vía de la Plata atraviesa el Parque Natural de Cornalvo. / Emilio J. de los Santos

Nos despedimos de Aljucén por su Calle Mayor. Acompañamos la margen derecha del río con el mismo nombre que el pueblo hasta reencontrarnos la N-630. Por el arcén de la carretera cruzamos al lado izquierdo y, a los pocos metros, ante lo que parece una estación de servicio abandonada, nos despedimos del asfalto por la derecha.

Unos bloques nos ayudan a pasar los arroyos. Unos bloques nos ayudan a pasar los arroyos.

Unos bloques nos ayudan a pasar los arroyos. / Emilio J. de los Santos

Nos adentramos en las bellas dehesas de encinas y alcornoques del Cornalvo. Es la parte más agradable de esta etapa, en absoluta soledad. El sendero comienza a coger poco a poco altura conforme se sube la denominada Loma del Caballo. En cierto momento tendremos que atravesar el Arroyo de Francisco Pérez por unos bloques de hormigón. Tras unos 7 kilómetros, abandonamos el parque natural y, con él, la provincia de Badajoz. Cáceres nos da la bienvenida.

Al fondo, Alcuéscar. Al fondo, Alcuéscar.

Al fondo, Alcuéscar. / Emilio J. de los Santos

Cinco kilómetros más y veremos un crucero de piedra (llamada Cruz de San Juan) a la derecha. Tras un repecho para coronar el cerro de Las Cañameras, divisaremos ya a lo lejos Alcuéscar. Ya sólo resta avanzar por una especie de mesta entre algunas casas y explotaciones ganaderas. La Calle Real nos aproxima a la localidad en paralelo a la carretera EX-382. En los últimos metros, seguimos el arcén de la misma y alcanzamos el albergue (Casa de Acogida de los Esclavos de María y de los Pobres) en las afueras de la localidad.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción domina Alcuéscar. La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción domina Alcuéscar.

La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción domina Alcuéscar. / Emilio J. de los Santos

Alcuéscar tiene unos 2.500 habitantes y cuenta con todos los servicios. Está coronado por la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que es la torre que hemos visto al aproximarnos. A la espalda, hay un cerro que brinda unas bonitas panorámicas, pero lo mismo el cansado peregrino no está para muchos trotes más tras esta larga jornada. Conviene guardar energías para la próxima etapa, que también es dura.

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