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Ruta circular del Cerro del Moro-Loma del Infierno en Castilblanco de los Arroyos: un mirador desde la Sierra Norte de Sevilla

El paraje ofrece unas vistas espectaculares que dominan el valle del Guadalquivir y que, en días claros, permiten ver hasta el perfil de la sierra de Cádiz. / Emilio J. De los Santos

Regresamos a Castilblanco de los Arroyos para recorrer otra ruta circular por su bonito entorno. Tras la sencilla excursión que describimos en la entrega anterior, afrontamos ahora un trayecto algo más exigente, aunque sin excesos. En esta ocasión nos moveremos por el sur del término municipal, siguiendo unos terrenos que nos regalarán espectaculares vistas de la vega del Guadalquivir desde lo que parece el filo del escalón que forma la Sierra Norte de Sevilla.

La circular tiene unos 13 kilómetros y presenta un perfil un poco escarpado, con numerosas subidas y bajadas. La mayor complicación, más allá de algún arroyo crecido que podamos encontrar, está en los dos ascensos finales, cuyas cuestas, empedradas y algo irregulares, pueden comprometer la pisada.

A la salida de Castilblanco, iremos junto a parcelas con ganado. / Emilio J. De los Santos

Arrancamos desde la carretera A-8013, que cuenta con amplias zonas de aparcamiento en los laterales. Caminamos hacia el sureste, dejando a la derecha un pequeño parque triangular con una pirámide dedicada a Miguel de Cervantes. Cruzamos rectos la primera rotonda y continuamos por un carril de tierra paralelo a la calzada.

Vamos a disfrutar mucho de la dehesa en esta ruta. / Emilio J. De los Santos

A poca distancia encontramos otra glorieta. A su altura abandonamos el lateral de la carretera y tomamos la calle que bordea un polígono industrial, cuyo perímetro rodeamos. Al fondo, giramos a la izquierda, junto a otro pequeño parque. La calle vuelve a girar a la derecha y desaparece el asfalto. El carril de tierra se desvía de nuevo a la izquierda, bordeando las parcelas de la Casa del Huerto del Cura. Poco a poco dejamos atrás las zonas urbanas: la dehesa empieza a imponerse.

Recorrido agradable por la dehesa de la Sierra Norte. / Emilio J. De los Santos

El suave descenso nos conduce al arroyo Marciega, que cruzaremos sin dificultad en condiciones normales. Desde aquí, la dehesa se abre y da paso a praderas más extensas. También comienzan a aparecer numerosas portillas y es habitual ver ganado vacuno pastando en libertad.

Tendremos que vadear algunos arroyos que, dependiendo de la época, pueden tener bastante agua. / Emilio J. De los Santos

Avanzamos casi en línea recta mientras disfrutamos de las maravillosas vistas que ofrece el entorno. Desde la altura a la que caminamos (rondando los 300 metros sobre el nivel del mar), se obtiene una panorámica excepcional del valle del Guadalquivir, situados sobre una cornisa que marca el escalón de la Sierra Norte respecto a la vega. En días despejados incluso se distingue el perfil de la sierra de Cádiz, muy al sureste.

El recorrido presenta muchas cuestas cortas, tanto en subida como en bajada. / Emilio J. De los Santos

Tendremos que vadear arroyos hasta en tres ocasiones. Si ha llovido recientemente, conviene extremar la precaución: el nivel del agua puede estar alto y algunas zonas próximas pueden encontrarse anegadas.

En este punto debemos bajar por el cortafuegos que se cruza. No hay que pasar esta puerta. / Emilio J. De los Santos

En el kilómetro 5,5 iniciamos una corta subida que nos sitúa a los pies del Cerro del Moro, situado a nuestra derecha (se puede subir, si se quiere, para ver el punto geodésico que hay en su cima). De frente, una valla nos corta el paso; debemos girar a la izquierda para continuar por el cortafuegos que desciende en esa dirección. Este cortafuegos marca el límite municipal con Burguillos, aunque no lo llegaremos a rebasar en ningún momento.

Esta especie de cortafuegos marca el límite entre Castilblanco y Burguillos. / Emilio J. De los Santos

Tras el giro avanzamos rectos unos 300 metros. Al final, el sendero parece desdibujarse, pero no resulta complicado intuir la dirección correcta: una vereda que cruza perpendicularmente.

Justo al pasar esta cancela, giramos a la izquierda. / Emilio J. De los Santos

Cambiamos de orientación hacia el norte, aunque el camino describe poco a poco un arco hacia el noreste, rumbo a una elevación conocida como la Loma del Infierno. Allí encontramos otro vallado. Pasamos su cancela y seguimos hacia la izquierda por el carril que conduce a una planta fotovoltaica.

En la larga recta final, veremos a la izquierda una blasa. / Emilio J. De los Santos

El trazado se vuelve recto como un bordón. A la derecha se extienden los paneles solares; a la izquierda, veremos a lo lejos una balsa de agua y algunos edificios en ruinas.

Y a la derecha nos acompañará una planta fotovoltaica. / Emilio J. De los Santos

En torno al kilómetro 9,5 comenzamos a subir. Al principio, la pendiente es llevadera, pero pronto el repecho se endurece y el firme se complica. Lo que parece ser un antiguo camino empedrado está ahora muy deteriorado, con numerosas piedras redondeadas y sueltas que pueden provocar tropezones o torceduras si no se presta atención.

Las cuestas no son duras, pero el terreno es complicado. / Emilio J. De los Santos

Tras esta subida, llega una bajada hacia el arroyo de la Fuente de la Nava. Justo después afrontamos otro repecho, más corto pero más inclinado y con el suelo aún más erosionado. De nuevo, conviene extremar la precaución.

Repecho final antes de alcanzar Castilblanco de los Arroyos. / Emilio J. De los Santos

Una vez arriba, coronamos el Cerro de la Sierra y regresamos al asfalto. A nuestro alrededor aparecen parcelas valladas, mientras al frente ya se intuye Castilblanco de los Arroyos. La ruta describe una curva abierta y descendente hacia la izquierda. Accedemos al municipio por el callejón de la Mora, que desemboca en la avenida de Antonio Machado, a la altura de la Plaza Amarilla. Para cerrar el circuito giramos a la izquierda por la misma avenida, que realmente es la A-8013 por la que comenzamos el paseo y donde dejamos el vehículo.

Regresando a Castilblanco de los Arroyos. / Emilio J. De los Santos

Como puede apreciarse, es una ruta de distancia asequible pero con un perfil algo rompepiernas. La dificultad reside, sobre todo, en los dos ascensos empedrados del tramo final. Por lo demás, se trata de una excursión muy agradable, en la que se disfruta de la tranquilidad de la dehesa y de unas bellas estampas desde las elevaciones de la sierra.

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