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Ruta junto al Rivera de Cala en Almadén de la Plata: Dehesa en estado puro en la Sierra Norte de Sevilla

Una circular de 16 km con tramos técnicos mientras se remonta río. El trayecto regresa al punto de inicio por el Camino de Santiago.

Sendero de Los Molinos de Almadén de la Plata

Georruta de El Chorro, en Almadén de la Plata

El tramo por la Rivera del Cala es lo más espectacular de esta ruta. / Emilio J. De los Santos

Proponemos una ruta algo más aventurera, con inicio y final en Almadén de la Plata. Es una circular de unos 16 kilómetros que parte de esta localidad de la Sierra Norte de Sevilla para buscar y remontar un trecho del curso del río Rivera de Cala, gran protagonista de la excursión. El itinerario incluye algunos pasos más técnicos, con avance sobre roca, donde será necesario mantener el equilibrio. El esfuerzo se verá recompensado por un entorno de dehesa en estado puro, tranquilo y muy agradable.

El recorrido se divide con claridad en tres segmentos. El primero es el más sencillo: salimos de Almadén por el Sendero de los Molinos, que nos conduce de forma progresiva hasta el río. El segundo es el plato fuerte y también el más complicado, siguiendo la orilla del Rivera de Cala. El tercero discurre en sentido inverso por una etapa del Camino de Santiago, coincidiendo con la Vía de la Plata.

La calle Penitentes, una referencia para salir de Almadén de la Plata. / Emilio J. De los Santos

La ruta comienza en la Plaza del Pilar, un punto habitualmente animado, con varios bares y un parque infantil. Junto a la carretera A-8175 hay una zona cómoda para dejar el coche. Desde aquí avanzamos hacia la izquierda, en dirección a la estatua del Rehalero, situada junto al Estanque del Pilar. Continuamos hacia el Monumento a la Mujer de Almadén y enlazamos con la calle Antonio Machado. Al fondo, tomamos la calle la Cruz y, al llegar a unas escaleras, giramos bruscamente a la derecha para entrar en la calle Penitentes. Entre el complejo deportivo El Melojero y una residencia de ancianos cruzamos perpendicularmente la calle Cervantes y abandonamos la localidad por la calle Romería. Justo enfrente aparece el cartel informativo del Sendero de los Molinos. Quien lo desee, puede limitarse sólo a este tramo. Ya publicamos una guía específica para este trayecto de carácter familiar.

El primer tramo va por el Sendero de los Molinos. Es una vereda ancha sin demasiadas complicaciones. / Emilio J. De los Santos

Desde el cartel giramos a la izquierda y dejamos atrás las últimas casas. Avanzamos por una pista de tierra entre fincas agrícolas, pequeñas huertas y alguna explotación ganadera. En varios puntos, el camino queda encajonado entre muretes de piedra, chumberas o ambos elementos a la vez. El terreno desciende de forma ligera pero continua. El entorno se vuelve cada vez más atractivo a medida que nos acercamos al río Rivera de Cala. Los paisajes de encinas, alcornoques, olivares y jaras empiezan a estar salpicados por especies de ribera como olmos y álamos.

Veremos por la izquierda algunos molinos harineros en ruinas. / Emilio J. De los Santos

El trazado conserva también los restos de antiguos molinos harineros que aprovechaban la fuerza del agua para mover las piedras de moler. Estos vestigios son los que dan nombre al sendero por el que estamos caminando en este segmento.

Alcanzamos el río Rivera de Cala. Tras pasar las ruinas de este horno, debemos girar a la derecha e ir por la orilla. / Emilio J. De los Santos

Este primer tramo de calentamiento concluye al alcanzar un amplio vado en el Rivera de Cala. Es un escenario muy abierto que ofrece una panorámica estupenda del entorno. Llevamos recorridos unos 4 kilómetros. Aquí termina la parte fácil.

A partir de ahora entramos en el trecho más aislado de la ruta. Pasa poca gente y el paisaje se hace más salvaje. El río alterna zonas de aguas tranquilas con otras donde el río se encajona entre rocas y forma rápidos e incluso pequeñas cascadas. El cauce serpentea entre riscos que en algunos puntos estrechan mucho el valle; en otros se abre y deja ver playas e islas fluviales. A ello se suma la presencia de una fauna interesante, con gran variedad de aves acuáticas y anfibios.

El río Rivera de Cala nos va a impresionar por su belleza. / Emilio J. de los Santos

Tras las ruinas de un antiguo horno nos acercamos a la orilla y giramos a la izquierda. No cambiaremos de margen en ningún momento, además, sería imposible hacerlo sin mojarnos, ya que no hay vados ni puentes. Por complicado que resulte el avance, siempre caminaremos por la orilla izquierda. Decirlo es más fácil que hacerlo: las rocas nos pondrán a prueba en más de una ocasión.

En ocasiones es posible que tengamos que ir demasiado cerca del agua. / Emilio J. De los Santos

La travesía junto al Rivera de Cala comienza cómoda, pero pronto el paso se estrecha entre bloques de piedra. La dirección es clara, aunque no hay señalización ni marcas. Conviene fijarse en los rastros dejados por otros caminantes o el ganado y avanzar con calma. Si un paso resulta impracticable, lo mejor es retroceder y buscar una alternativa. Forzar puede acabar en un resbalón o en un chapuzón. Los puntos más delicados coinciden con los estrechamientos rocosos.

El arroyo del Burro supondrá un obstáculo: o bien lo cruzamos en la desembocadura en el Rivera de Cala o bien buscamos un paso rebajado que nos permita superarlo. / Emilio J. De los Santos

En el primer gran meandro del río hacia la izquierda aparece otro obstáculo: el arroyo del Burro. Es una zona muy erosionada por el agua, donde tendremos que cruzar por la propia desembocadura o buscar un punto algo más rebajado que veamos.

Las mayores dificultades llegan algo más adelante. Hay un par de pasos que exigen avanzar lateralmente, agarrados a la roca, o superar escalones naturales en subida o bajada. En uno de ellos es necesario trepar por la piedra para colocarnos junto a una valla a media altura, única forma posible para salvar la complicación. En alguna ocasión puede ser necesario bajar el cuerpo y avanzar casi a ras de suelo para evitar una caída.

En este punto no tendremos más remedio que subir las rocas y pasar junto al vallado que se ve a media ladera. / Emilio J. De los Santos

Alrededor del kilómetro 8 toca ir dejando la orilla. Por ese punto veremos una puerta de acceso a una finca, que ignoramos. Continuamos unos 400 metros hasta divisar otra cancela. Justo antes de alcanzarla, un arroyo nos corta el camino. Hay unas placas metálicas móviles que permiten atravesar la valla agachados. Ya al otro lado, una pendiente muy inclinada y con piedra suelta asciende hasta un carril en buen estado. Aquí enlazamos con el Camino de Santiago.

Conectamos con la Vía de la Plata: seguimos la etapa Almadén de la Plata-El Real de la Jara en sentido inverso. / Emilio J. De los Santos

Lo que resta de recorrido (aproximadamente la mitad) discurre por la cuarta etapa de la Vía de la Plata, aunque en sentido inverso. El trazado jacobeo coincide aquí con el GR-48, gran ruta que atraviesa Sierra Morena. Abundan las flechas, mojones y estacas, aunque la señalización queda de espaldas a nuestra marcha.

Tendremos que pasar por este vado. / Emilio J. de los Santos

El terreno es ahora más cómodo, pero seguimos en plena sierra y el perfil dista mucho de ser llano. Por este tramo acumulamos unos 100 metros de desnivel positivo en tres kilómetros. No es excesivo, aunque aparecen algunos repechos con cierta inclinación. Al poco de incorporarnos al Camino, tendremos que vadear un arroyo por un paso de hormigón: cuidado si el agua va alta.

Atravesaremos numerosas puertas, ya que se trata de una zona de cría de ganado porcino y caprino. No es raro encontrarse animales sueltos e incluso algún perro.

Vamos a ver mucho cerdo ibérico en los alrededores de esta ruta. / Emilio J. de los Santos

En los últimos cuatro kilómetros, el perfil alterna suaves descensos con alguna subida corta pero intensa hasta regresar a Almadén de la Plata. Por esta zona hay más cruces, pero casi siempre hay una señalización correcta que incluso indica la distancia hasta la meta. Este último tramo, pese a su relativa exigencia física, no presenta problemas de orientación.

Veremos mojones y marcas del Camino de Santiago, pero en dirección opuesta. / Emilio J. de los Santos

Sobre el kilómetro 14,5 accedemos a La Postura por un puente de piedra. Es un pintoresco cortijo sin vallado que atravesaremos con la extraña sensación de invadir un jardín privado. Algo más adelante, en torno al kilómetro 15, llegamos a un amplio cruce desde el que podemos desviarnos a la izquierda para visitar la cueva de los Covachos. Se trata de un enclave arqueológico donde se han encontrado restos desde el Neolítico hasta el Bajo Imperio Romano. Si bien, es muy probable que una valla nos impida el paso, pero podremos verla desde fuera.

El paisaje ofrece una variedad de colores espectacular. / Emilio J. de los Santos

Tras superar una planta fotovoltaica entramos en Almadén por la plaza de toros, desde donde se obtienen bonitas vistas sobre el municipio. Solo queda atravesarlo hasta regresar al punto de inicio: bajamos la cuesta hasta el final y giramos a la izquierda por la calle Coso. El paseo del Reloj muestra el antiguo ayuntamiento, con su característica torre roja. A su espalda se alza la casa consistorial nueva, levantada sobre un antiguo castillo. Siguiendo la fachada de la Iglesia de Santa María de Gracia alcanzamos de nuevo la carretera A-8175 y la Plaza del Pilar.

Vistas de Almadén de la Plata. / Emilio J. de los Santos

Estamos ante una ruta que puede hacerse larga, sobre todo por las dificultades técnicas del tramo junto al Rivera de Cala. No obstante, el esfuerzo merece la pena: pocas circulares permiten una inmersión tan completa en la dehesa y los paisajes más puros de la Sierra Morena sevillana.

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