6 de diciembre: el calendario de tapas sevillanas nos guía hasta un rincón donde una familia sostiene una tapa mítica

Día 6 de diciembre con una tapa frita tan típica en Sevila / Carolina Rojas

El recorrido gastronómico del calendario nos lleva este 6 de diciembre hasta un rincón del Polígono San Pablo donde lo sencillo funciona porque está bien hecho y porque detrás hay una familia entera empujando. Bar Talo, abierto desde 1994, no nació con intención de convertirse en referencia de nada. Era un bar de barrio, de los de tapas clásicas y clientela cercana, pero con el paso del tiempo encontró en un producto concreto su identidad: unos chicharrones que, según repiten quienes vuelven una y otra vez, tienen "ese punto" que no es fácil de encontrar.

La historia la cuenta José, el dueño, con la naturalidad de quien lleva media vida detrás de la barra. Al principio el bar servía lo típico: carne con tomate, riñones al jerez, montaditos clásicos, pero él y su familia entendieron que los tiempos cambiaban. Había que adaptarse, probar, ajustar. Y en ese proceso, hace ya unos 25 años, dieron con una elaboración que terminó por convertirse en su sello. Hoy, los chicharrones son la razón principal por la que mucha gente cruza media Sevilla para acercarse al polígono.

La clave, dice José, está en una maceración cuidada, en las especias bien elegidas y en un producto que se trabaja con cariño. No habla de secretos ni fórmulas complicadas: "Buen género y simpatía al atender", resume. Puede sonar simple, pero basta ver el ritmo de la barra un día cualquiera para entender que esa mezcla funciona. Lo confirman los clientes, que no solo repiten, sino que aseguran que "no se repiten", un detalle que muchos destacan como parte del encanto de estos chicharrones.

El negocio es completamente familiar. Trabajan José, su mujer, sus dos hijas y su yerno, lo que imprime al ambiente un tono que se nota desde que se cruza la puerta. A diferencia de otros locales del polígono más orientados a lo rápido o lo práctico, Bar Talo conserva ese ritmo de bar de toda la vida, donde se pregunta cómo va el día y se sirve con una sonrisa aunque esté la mañana apretada.

Aunque los chicharrones son la estrella, también ofrecen chacina ibérica de Extremadura, conservas y algunos montaditos. Pero incluso José reconoce que el público viene por lo que viene. "Hay más puntos de venta, claro, pero como estos no hay", comenta, sin presunción, simplemente repitiendo lo que escucha a diario.

En un barrio acostumbrado a que lo bueno pase desapercibido, Bar Talo demuestra que cuando un producto está bien hecho y hay una familia sosteniéndolo, la fama llega sola. Y en este 6 de diciembre, toca recordarlo.

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