Lencería, ¿funcionalidad, erotismo o empoderamiento?

Analizamos cómo nos sentimos con las diferentes prendas eróticas, cómo nos empoderamos o no y cómo nos influye cierto tipo de lencería

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La lencería puede ser funcional, erótica o empoderadora. / pexels

El acto de vestirse como transformación en otro que queremos interpretar y vivir. El disfraz es el ejemplo más claro de convertirse en otro mediante la atribución o asunción de sus cualidades físicas. Ponerse un sombrero, una máscara o un bigote, y trasladarse a los lugares a los que esa nueva persona iría. Por eso, las prendas eróticas juegan una función más compleja que la exclusiva decoración de las pieles, no son una prenda funcional y van más allá de las tendencias, tienen la capacidad de empoderar y de erotizar.

Si exploramos más allá, los tejidos que se utilizan en la lencería; seda, satén, cuero, látex…producen impresiones en la piel cuando son vestidas. La seda acaricia, da sensación de ligereza, de libertad, de semidesnudez. El cuero, marca. Limita, ciñe, ensalza… su rigidez te ubica en un lugar mental y físico diferente, de mayor control (o de pérdida del mismo). El látex comprime, se adapta como una segunda piel, coge todo lo que se es, y lo destaca. “Puede producir un suave susurro con cada movimiento, como un recordatorio del poder que la prenda tiene sobre ti “, cuentan algunas personas muy aficionadas a vestir látex;

Por ello, vestirse para poder desnudar otra parte de la personalidad que aún no ha tenido la oportunidad de mostrarse, puede ayudar a mucha gente a encontrar placer en lugares que a veces cuesta encarnar. Porque al contrario de lo que podría pensarse, el disfraz puede vestirte de precisamente lo que ya eres.

Los diferentes tejidos en prendas de lencería crean todo tipo de sensaciones en la piel. / pexels

¿Cómo empezar a explorar las diferentes prendas eróticas?

Te propongo dejar un momento a un lado cómo te gustaría verte, y poner la atención en cómo quieres sentirte. Si no tienes la experiencia previa con prendas de este estilo, puede que te cueste llegar a esas sensaciones. Abre un catálogo de lencería y visualiza las texturas, formas, colores… ¿Cómo notaría en mi propio cuerpo esa capita transparente? ¿Y las cintas que atraviesan el escote en forma de cruz? Puede que te sientas atraida por algún conjunto en particular y esa imagen aparezca de forma clara en tu mente.

Cuando elijas tu conjunto de lencería y te lo pruebes por primera vez, las sensaciones serán diferentes, eso por supuesto. Si algo caracteriza a la fantasía (y esto que estás haciendo es fantasear), es que no siempre encaja con la realidad. Puede que incluso te guste más. Sea como sea, habrás jugado a erotizar unas prendas y eso construye una narrativa que luego puedes trasladar a ti y a un encuentro erótico con otra persona. Aunque te recomiendo no perderte el momento de acariciarte a solas enfudadx en ese look.

La lencería tiene la capacidad de crear una narrativa. / pexels

¿Puede una prenda excitarme?

El fetichista respondería sin duda alguna . La diferencia es que al fetichista le excita la prenda. Es el objeto y fin de su deseo sexual. Si no es tu caso, lo que te excitará, (además de las sensaciones de las que hablamos), puede ser erotizar un momento. O sea, transformar algo aparentemente neutral, en sexual. No es lo mismo entrar en una habitación con ropa de calle, que con lencería. Automáticamente, el momento adopta otro cariz. Es el poder que tenemos de transformar los ambientes. Si has ido alguna vez al teatro, habrás podido presenciar cómo ante un escenario vacío, aparece toda una escena sustentada por una silla, unas cortinas o unas luces de colores en medio del espacio. Con poco, ponemos la mente en la clave adecuada para jugar.

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