El ídolo de los guantes se hace cuarentón
Andrés Palop cumplió este martes los 40 años de edad y lo celebra en un partido... ante el Shakhtar Donetsk.
No cumplió los 40 años defendiendo los colores del Sevilla, el club donde se sintió plenamente reconocido, donde alcanzó el estatus de leyenda inmortal. Tampoco lo hizo siquiera en algún equipo de la Liga. Pero tampoco está mal hacerlo enrolado en el Bayer Leverkusen, uno de los históricos de un campeonato noble como es la Bundesliga. Andrés Palop Cervera (22 de octubre de 1973) tiene desde este martes un motivo más para sentirse orgulloso de su trayectoria deportiva. Pocos, muy pocos son los que se hacen cuarentones bajo contrato profesional. Y el portero de Alcudia también ha cruzado ese umbral, lo que hicieron unos pocos privilegiados en el fútbol español: Lowe en la Real Sociedad, Carboni en el Valencia, Donato en el Deportivo, César en el Villarreal...
Significados jugadores de la historia de la Liga rozaron esa cifra, tan redonda como honorable: Puskas se retiró con 39 años, como Di Stéfano, que jugó su último partido profesional en el campo del Betis, como españolista, el 3 de abril de 1966. Y precisamente un ilustre bético, José Ramón Esnaola, colgó las botas en Heliópolis también con esa edad.
El último jugador que jugó en la Liga con 40 años fue el portero César. Lo hizo precisamente ante el Sevilla, en septiembre de 2011, después de que Diego López derribara a Perotti dentro del área. Detuvo el penalti que lanzó Negredo, que marcó tras el rechazo.
César, cuarentón y valencianista en cierta ocasión. Como Palop. Aunque Palop, en puridad, ha sido valencianista desde que descubrió esa primera luz que enamoró a Sorolla: "El Valencia es mi equipo, lo llevo dentro. Me fichó con 17 años y me proporcionó la oportunidad de formarme como persona y profesional", ha reconocido sin tapujos siempre que se le ha preguntado sobre el club de su corazón.
Y el Valencia estaba sobre la hierba en el último partido de Palop en España. Pero lo tuvo enfrente. En ese partido, Palop defendía los colores del Sevilla. Y fueron los sevillistas quienes le tributaron, tras el partido, un calurosísimo homenaje en agradecimiento por los servicios prestados. Palop correspondió besando la línea de gol que tan bien defendió. Ese beso testimonió un vínculo eterno, que ni la muerte separará.
Él es valencianista de cuna. Y hoy se debe al Leverkusen. Pero en el vídeo de presentación de su portal, andrespalop.com, -su oportuna inauguración, este martes, levantó una gran aceptación en las redes sociales-, se desgranan sin remisión momentos estelares en sevillista. El propio protagonista suele reconocer que Monchi lo rescató ese verano del centenario. "La vida me cambió cuando aterricé en Sevilla". Y tanto. Decidió dar un giro a su destino cuando estaba a pocos meses de cumplir los 32 años y más de uno, y de dos, recelaba por Nervión de la conveniencia de fichar a un portero tan talludito y que llegaba de calentar los banquillos de Primera, durante seis temporadas, enzarzado en una abrupta convivencia con Cañizares.
Ese vídeo que prologa su portal rememora su paradón al central Bordon en los últimos minutos en Gelsenkirchen; o a Viduka en Eindhoven, cuando la final aún permanecía en el aire; los tres penaltis que detuvo al Espanyol en la final de Glasgow; esa salida ante Güiza poco antes del gol de Kanoute al Getafe en la final de Copa de ese mismo 2007. Tantos y tantos momentos decisivos en la suerte de aquel Sevilla de los títulos.
Y por supuesto, el célebre gol de Donetsk. "El balón me llegó en buenas condiciones y giré la cabeza con acierto"... Hoy, en uno de tantos guiños del fútbol, se reencuentra con el Shakhtar Donetsk, apenas un día después de cumplir los 40 años en activo. Será en la Liga de Campeones. No disfrutará de tan especial partido en la hierba. Leno, uno de los porteros con más futuro de Alemania, es sólido titular. Y él lo acepta. "Me ha sorprendido que con sólo 22 años ya tenga la personalidad que tiene ". Parece que atrás quedaron sus soterrados pulsos por la titularidad (Javi Varas...). Ya no se remueve en el banquillo como en Mestalla pese a no haber jugado un minuto en el Bayer. Se siente realizado. Se siente ídolo. Un ídolo cuarentón.
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