Toma los puntos y corre (1-2)

Málaga-sevilla · la crónica

Un Sevilla que no hace lo que predica y falto de ideas se encuentra un triunfo con dos fogonazos a balón parado, como antaño. Munúa imitó el gesto de Palop y puso sobre la pista a los de Álvarez

El Sevilla se lleva el derbi andaluz ante el Málaga en la Rosaleda. / EFE
El Sevilla se lleva el derbi andaluz ante el Málaga en la Rosaleda. / EFE
Jesús Alba / Málaga / Enviado Especial

11 de abril 2010 - 05:02

Muchas veces es mejor no preguntar cómo ni por qué. Más vale salir corriendo con los puntos y eso fue lo que hizo el Sevilla ayer en su visita a La Rosaleda, un campo en el que ofreció dos caras por mucho que el marcador final dijese otra cosa y que, de no significar la primera victoria foránea y segunda consecutiva de la era Antonio Álvarez, serviría para desnudar muchas de las mentiras que se dicen alrededor del mundo del fútbol... cuando no hay fútbol, es decir, cuando pasan los días y no hay nada de que hablar.

El Sevilla se encontró con los puntos -y los tres- en una tarde que no pintaba nada bien, en una tarde en la que no había interpretado nada o muy poco de lo que habían predicado sus futbolistas durante la semana, pero que al final constata que lo que vale es lo material, en este caso el botín que se suma a las 48 unidades que tenía antes de tomar la autovía del Mediterráneo y que hacen mirar de otra manera el objetivo de la Champions. Porque el equipo que vestía ayer de rojo ganó y seguro que Antonio Álvarez estará contentísimo por ello aunque no fuera mediante ese fútbol excelso que se le demanda a este Sevilla. No importa que fuera a través con dos fogonazos a balón parado, como antaño; no importa que fuera después de una penosa primera mitad en que fue devorado por el Málaga; no importa que se vieran pelotazos salir de los pies de Palop o de los centrales en busca de Kanoute y Luis Fabiano...

Nada de eso pensará hoy el Mallorca cuando se ponga enfrente de su rival, el Valencia. El Sevilla ganó con muchas deficiencias en su juego y gracias a un error de Munúa que devolvía el regalo que Palop había hecho en la primera mitad. Sólo a partir de ahí el equipo nervionense se soltó al rebufo de un par de piezas que entonces sí dieron el paso adelante y que vieron al final la recompensa. Inesperada, pero recompensa al fin y al cabo y de muy discutible justicia.

Porque este Sevilla que durante la semana predica la exquisitez, la alegría, y que bautiza como acto propio de Lucifer la vía del pelotazo para llegar al área del rival se da de bruces cuando éste le explica que las cosas no son tan sencillas. Decirlo es fácil, hacerlo no tanto y el Málaga fue entendiendo que el camino era no dar tregua, apretar en las marcas y no dejar pensar a un equipo que ahora mismo no tiene una personalidad definida porque, entre otras cosas, a Antonio Álvarez no le ha dado lugar casi de nada y no le va a dar tiempo de mucho más.

El Sevilla quiere evitar los pelotazos, le da mil vueltas a la situación en defensa, pero al final acaba dándolos, unas veces porque se olvida y otras porque el balón largo es un recurso inherente en el fútbol y obsesionarse con erradicarlo es tan malo como tenerlo como único y pobre argumento. Pero le ocurre que la zaga no encuentra esa personalidad que se necesita en el centro del campo para pedirla, para que un jugador le enseñe el dorsal a su marcador y le muestre el apoyo de cara al central. Así, al Sevilla le duraba el balón en La Rosaleda tan poco que era imposible poder ver si las enseñanzas de Antonio Álvarez en este tiempo han servido para algo. Con Lolo engullido por la presión local y Renato entre dos aguas, Kanoute y Luis Fabiano se volvían a ver como dos islas. Sólo el brasileño hacía esa función de imán que al final es la que termina por hacer bueno o malo el pelotazo, ya sea de Palop, de un central con más o menos suavidad en el golpeo o de uno de los dos laterales.

De esta manera, al Sevilla se le pasó la primera mitad y sólo pudo contar una ocasión de gol en un cabezazo de Luis Fabiano en una de las incursiones del hombre al que menos le quemaba el balón, el joven Cala. El Málaga tampoco es que tuviera las manos manchadas de pólvora precisamente, pero una nueva pájara de Palop puso al Sevilla lejos de su objetivo inicial y dejó pasar muchos minutos luego sin atisbar la manera de interpretar una mínima reacción. Pero cuando estaba abocado a un fracaso casi hermano del de Villarreal llegó el gesto caballeroso de Munúa, aprovechado por un atento Cala. Eso despertó a un par de hombres clave, que se quitaron el miedo y empezaron a pedirla como habían anunciado durante la semana. Lo que pasa es que, pese a los avisos que dio, tampoco se esperaba más del punto del empate. Fue así y mejor no preguntar cómo.

Árbitro: Estrada Fernández H (catalán). Cayó en el fútbol del Málaga y permitió que el juego se interrumpiera constantemente.

Tarjetas: Amarillas Dragutinovic (27'), Juanito (38'), Orozco (51'), Cala (56'), Escudé (62'), Toribio (66'), Fernando Navarro (81') y Romaric (89').

Goles 1-0 (16') Caicedo Buen movimiento del Málaga en un saque de banda, Duda dispara y el balón no lo bloca Palop, marcando a placer el delantero ecuatoriano. 1-1 (66') Cala Munúa devuelve el regalo de Palop dejando en bandeja a Cala una falta muy mal lanzada por Renato a sus manos. 1-2 (85') Lolo Dragutinovic saca una falta y el onubense cabecea a la red entrando de atrás.

momentos clave 14' Remate de Luis Fabiano a centro de Cala. 70' Munúa salva un gran cabezazo de Kanoute. 71' Lolo cabecea fuera con todo a favor.

Incidencias: Encuentro de la trigesimoprimera jornada de Liga BBVA disputado en La Rosaleda ante 22.517 espectadores, unos 700 sevillistas entre ellos. Minuto de silencio por el fallecimiento de la madre de un empleado del Málaga.

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