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Julián Herranz. Presidente emérito del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos

"Asocian el Vaticano con escándalos y traiciones"

  • Herranz ha sido en este último medio siglo una de las figuras más influyentes en el Vaticano.

-¿Sigue siendo un cordobés de Baena?

-Salí de Baena cuando tenía cinco años. Mi padre era médico y en 1935 estábamos en Madrid. Hice la carrera de Medicina y fui a Barcelona a hacer la especialidad de Psiquiatría.

 

-Psiquiatra cordobés, como Castilla del Pino. ¿Coincidió con él?

-No, porque yo la estudié en Barcelona. Mi intención era irme a Alemania, pero se cruzó en mi vida el Opus Dei, San Josemaría. Me fui a Roma para hacer Teología y Derecho Canónico.

 

-¿Vió Encontrarás dragones, la película de Roland Joffé sobre Escrivá?

-Sí. Estoy seguro de que se harán otras con una figura tan rica. Los santos son una enorme riqueza, no sólo de virtud, sino como caminos de luz. Escrivá de Balaguer se anticipó al Concilio Vaticano II con su llamada bautismal a la santidad y al apostolado. Hay que volver a los primeros cristianos en una sociedad que no cree en Cristo y está de vuelta.

 

-¿Qué tiene de andaluz?

-Un gran amor a mi tierra y un sentido diría que alegre y esperanzado de la vida. Una cosa que siento mucho es que he perdido el acento cordobés y casi el español. De tanto ir por el mundo y expresarte en diferentes idiomas terminas por no hablar bien en ninguno.


-El nuevo Papa ha puesto de moda el español.

-Con una forma de hablar que cautiva a la gente.

 

-¿Usted también es lector de Borges?

-Lo he leído, son lecturas que asocio más con la vida universitaria. Ahora elijo autores que me ayudan en mi camino espiritual. Pero nunca se dejan los clásicos españoles, clásicos italianos, incluso los franceses.

 

-Otro especialista en Derecho Canónico, Manuel Giménez Fernández, formó a los políticos que se opusieron al franquismo...

-Yo me marché muy pronto de España. Era un joven profesor de Derecho Canónico y un cardenal me invitó a formar parte de una de las comisiones del Concilio Vaticano II, la de vida y ministerio sacerdotal.

 

-Pero la comisión que más notoriedad le ha dado es la los papeles del Vati-leaks. ¿Mito o realidad?

-Me nombró Benedicto XVI junto a los cardenales Tonko, eslovaco, y De Girardi, ex arzobispo de Palermo. Después de analizar todos los documentos, había mucha leyenda. Es como cuando se infla mucho un balón hasta que se pincha. Hay una tendencia a asociar el Vaticano con escándalos, infidelidades y traiciones. En el Vaticano hay fallos como en toda institución humana, pero no es uno de ellos la corrupción, que está a la orden del día en muchas realidades de la sociedad civil.

 

-En su currículum dice que subió los Andes, los Alpes. ¿Y Sierra Morena?

-Aquí no. He hecho alpinismo siempre en función apostólica. La montaña ayuda mucho a propiciar la amistad y la confidencia.

 

-¿Conoce a su paisano Miguel Castillejo, el cura de Cajasur?

-Una vez coincidí con él cuando vine a Baena a besar la pila bautismal en la que nací a la vida eterna. Eso lo aprendí de Juan Pablo II. Un cardenal polaco, amigo común, me dijo que felicitara al Papa en el día de su bautismo, no cuando nació a la vida temporal. Y ese día concelebré en mi pueblo una misa con veintitantos sacerdotes.

 

-¿Qué es la santidad?

-Poner a la iglesia en pie de guerra. Una guerra de paz y de alegría que saque del aburguesamiento en que viven a tantos cristianos. Que los saque del bienestar y, si no existe, del egoísmo que les lleva a pensar sólo en el bien propio cuando a su alrededor hay gente que necesita ayuda, comprensión y amor.

 

-El Papa también se ha levantado contra los burgueses...

-Es que ser cristiano es la cosa más seria que se puede ser en esta vida. El Papa ha traído un mensaje de alegría a un mundo donde hay tristeza, desánimo, falta de altura y pequeñez. Yo he viajado por todo el mundo y en aquellos sitios donde hay más dificultades, más persecución, se vive una fe más auténtica. Lo pude comprobar en mi viaje a la China continental.

 

-Cuando Julio Anguita era alcalde de Córdoba le dijo a Infantes Florido que era su alcalde y que Monseñor no era su obispo...

-Si estaba bautizado en Córdoba y tenía allí su domicilio, sí era su obispo. El bautismo es un ADN que imprime carácter.

 

-¿Qué le supuso vivir el Concilio Vaticano II?

-Un acontecimiento único en la historia de la Iglesia y del mundo. Es el Concilio que más documentos ha producido.

 

-En una década convulsa: la guerra de Vietnam, el asesinato de los Kennedy.

-Y la revolución del 68. Las ideas de Marx, Freud, Marcuse, que en parte entraron en la Iglesia en aquella crisis posconciliar que tanto hizo sufrir a Pablo VI.

 

-¿Cómo responde la Iglesia?

-Nunca antes en dos mil años de historia hubo desde Juan XXIII una sucesión de papas tan carismáticos. Dos beatos y dos en proceso de beatificación.


-¿Vio torear al Cordobés?

-No, pero me llegó su fama. En periodos más o menos cortos, residí en quince países distintos y me he encontrado andaluces en casi todos los sitios. Dos categorías muy simpáticamente convergentes: misioneros y cantaores o cantaoras. Son dos formas de llevar la alegría al mundo, la alegría de Cristo y las de las palmas y el cante jondo.

 

-Franco y Escrivá murieron en 1975. ¿Más nexos?

-Ninguno. Le tuvo el respeto debido a todo jefe de Estado. Pero el Opus Dei no es un partido político y en cierta forma está en el límite de la ortodoxia porque no quiere que los creyentes sean marionetas en manos de los curas.

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