desde mi córner

Luis Carlos Peris

Cada cual con su responsabilidad

Comprendiendo el ánimo del bético, si el insulto es siempre inadmisible, peor todavía es repartirlos a voleo

TUVO que acudir la Policía a la ciudad deportiva del Betis y eso nos lleva a un proceso de argentinización ciertamente peligroso. Está claro que la humillación sufrida por la actuación de su equipo ha sumido al beticismo en un estado de indignación que sólo el tiempo curará, pero de eso a ir al lugar de trabajo para insultar a los futbolistas va un trecho demasiado largo como para ser admitido. Está también claro como el agua clara que el bético no tiene por qué aguantar las impertinencias que estos días proliferan en el puesto de trabajo, en la barra del bar y, para colmo, en esas alcantarillas llamadas con eufemismo redes sociales.

Como decíamos ayer, nunca una afrenta fue tan ominosa, pero también debe servir de paliativo la situación en la tabla y, desde luego, no sé por qué la figura de Miguel Guillén o la de Vlada Stosic tienen que estar en el disparadero y casi al mismo nivel que la de Nelson, esa inutilidad. Es inmensa la vergüenza por la que estos días pasa el bético en una ciudad tan dual y cainita como la nuestra, pero por muy difícil de digerir que sea recibir una manita del Sevilla, ese bético tan indignado debe saber que siempre que llueve escampa y que el sol sale para todos por igual, ergo a mirar al futuro y a pensar que habrán de venir tiempos mejores, que seguro que llegarán.

Dicho lo cual también hay que incidir en que no es de recibo que un hombre que está dedicando su tiempo de forma altruista a presidir el Real Betis Balompié sea objeto de crítica por la debacle en Nervión. Además, y no como hicieron los responsables de ella a conclusión del derbi, él sí daba la cara ayer asumiendo unas culpas que no le corresponden. En esta ocasión quedó bien claro que la culpa no fue ni de entrenador ni de dirigentes, sino de unos futbolistas que, abrumados por sus tempraneros errores, cayeron en una depresión de la que sólo escaparon cuando el rival levantó el pie del acelerador. Y tras la contrición, miren al frente, que les vendrá bien.

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