Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Jiménez exige presión y pegada

Con la responsabilidad de que éste sí es su Sevilla, el técnico parte de unas premisas de efectividad sobre todo

PARECE que está moldeando Manolo Jiménez el Sevilla a su imagen y semejanza, como a él le gusta que sea el Sevilla, un equipo con presión y con pegada, con los objetivos bien definidos y sin necesidad de caminos enrevesados para encontrarlos. Este año tiene que ser el suyo, el de su consagración como entrenador merecedor de dirigir un transatlántico como este Sevilla. No entra a mitad de una película que él no empezó, sino que, tras un tiempo de aparente interinidad en que tuvo más críticas de las debidas, agarra un proyecto que nace con él, pues nadie podrá negar que este Sevilla ya no es el que Juande sincronizó.

Durante el curso anterior se vio rodeado Jiménez de muchas filias y de una barbaridad de fobias. Afortunadamente para él pesó más la minoría favorable gracias a que se impuso el voto de calidad, el que depositaban en las urnas Del Nido y Monchi. Con el aval de la cúpula y con una cuenta de resultados más que aceptable gracias a una recta final espléndida, Jiménez afronta ahora una temporada clave para su futuro. Se han ido puntales de aquel equipo casi extraterrestre, de aquella tropa que llenó de trofeos las vitrinas de Dato, pero da la impresión de que lo que Monchi le ha traído debe cubrir positivamente esas dolorosas ausencias.

Dice el periodismo que sigue la concentración roteña del Sevilla que hay dos premisas en la filosofía de Manolo Jiménez, en lo que el de Arahal pretende de su Sevilla. Una es la presión que sofoque cualquier intentona del rival, o un número considerable de intentonas enemigas, y la pegada. Sin gol no hay nada válido en un partido de fútbol. Lo primero es lo primero y si el balón lo tiene el rival hay que quitárselo lo más lejos posible de la portería propia; si ya es nuestro, la jugada ha de finalizar. Mejor, claro, si es en gol, pero la jugada siempre ha de finalizar, ojalá que para bien y no a las nubes, pero nada se debe dejar a medio hacer. Presión y pegada es la cuestión.

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