Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
SEGUNDO testimonio de los prometidos contra el aborto libre; el del poeta, ensayista y cineasta Pasolini. Que les ofrezco para aportar argumentos racionales al serio debate -se trata de la seriedad de lo que tiene que ver con la vida y con la muerte- e intentar romper ese malintencionado esquematismo según el cual oponerse al anteproyecto de ley es reaccionario, irracional, fundamentalista; y apoyarlo es progresista, racional y democrático.
En sus artículos publicados en Il Corriere della Sera entre 1973 y 1975 Pasolini se opuso radicalmente a la legalización del aborto: "Estoy traumatizado por la legalización del aborto porque la considero, como muchos, una legalización del homicidio. Que la vida humana sea sagrada es obvio: es un principio más fuerte que cualquier principio de la democracia. Diciendo que está en juego la vida humana hablo de esta vida humana -esta única, concreta, vida humana- que en este momento se encuentra dentro del vientre de la madre".
Para él, apoyar el aborto libre, lejos de ser una opción progresista, era la más perversa manifestación de esa "nueva industrialización que ya no se contenta con que el hombre consuma, sino que pretende que no sea concebible otra ideología que la del consumo: un hedonismo neo-laico, ciegamente olvidado de todo valor humano y ciegamente extraño a todo humanismo". Este hedonismo de masas, fomentado por el poder con independencia de su color político (en nuestro caso servido por esa ex-izquierda ferozmente consumista y estúpidamente antihumanista que es el actual PSOE), "esconde una decisión de reordenarlo todo con un carácter despiadado tal que la historia no ha conocido jamás".
"El aborto legalizado -escribe- es una enorme comodidad para la mayoría", a la que se le ofrece la libertad sexual como uno de los sustitutivos consumistas de la verdadera libertad: la que proporciona la racionalidad crítica. Por eso, al igual que Norberto Bobbio, Pasolini desplaza el problema del aborto a su origen: "No se puede hablar políticamente del aborto sin considerar políticamente el coito". Al poder del consumo le viene bien la frase de Sade que Pasolini tantas veces citó: "Las cabezas ocupadas en libertinajes no maquinan revoluciones". Y ya "no le interesa una pareja creadora de prole (proletaria), sino una pareja consumidora".
Concluyendo: "¿Se puede tranquilamente pasar por encima de un caso de conciencia personal con relación a la decisión de hacer venir o no al mundo a alguien que quiere decididamente venir?". Contesten ustedes, como Pasolini pide y la gravedad de la cuestión exige, en conciencia.
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