ÚNICAMENTE faltaría que arreciasen las críticas sobre los que andan en la liberación del Betis por una soldada que no pagará el Betis. Es más, resulta ciertamente tendencioso que se ande en comparaciones con lo que percibía la gestoría oliveriana, ¿o loperiana?, por hacer lo mismo. Bueno, perdón, por hacer lo mismo no, que la diferencia estriba en que estos administradores que ha colocado la magnífica y nunca suficientemente ponderada jueza Alaya laboran por el bien del Real Betis Balompié y no por los intereses más o menos espurios de particular alguno. ¿Creía acaso alguien que los administradores viven del aire?

Sólo el hecho de la corriente de esperanza que ahora viven los béticos sería suficiente como para dar por buenísimo este nuevo orden, esa manera de hacer las cosas en un club que nunca cometió pecado alguno para vivir lo que vivía. Es más, la actitud de Antonio Jesús González, que fue despedido del bufete en que trabajaba por no acceder a la suspensión de la junta de accionistas, deberá tenerse muy en cuenta por los béticos. Son todos éstos una bocanada de aire tan fresco que no es de recibo que se esté en las insidias sobre el dinero que percibirán por dedicarse a algo tan magnífico como lo de que el por siempre Real Betis Balompié se regenere para siempre.

Y es que a estas alturas de partido no es lógico que haya gente que le eche la lupa a la gestión actual cuando la anterior fue como fue, con la terrorífica relación de acreedores formada por muchos de los futbolistas que han de devolver al Betis a su categoría natural. A todo esto, y en vez de criticar la soldada de los administradores judiciales, convendría insistir en cómo la inmensa mayoría de los pagos realizados en la era Oliver ha sido para liberar avales loperianos, como para no creer que el tipo sigue a la sombra, como un mal complicado de erradicar y por mucho que ahora diga que no se quería cargar al Sevilla. Claro, como que al que se quiso cargar era al Betis.