Duodécima del abono de la maestranza

Apagón ganadero y...

  • Corrida inválida y mal presentada de Daniel Ruiz, remendada con dos sobreros -uno de Parladé y otro de Montealto- · Cayetano, por debajo del mejor lote · Castella y Luque tampoco evitan el aburrimiento.

Se dilataba tanto aquel espectáculo soporífero que más de un espectador temía no llegar al pescaíto ni al alumbrado. Aquello era una sucesión de animales inválidos que se desplomaban incluso antes del simulacro de varas, en el que se ha convertido hoy en día el primero tercio. El año pasado, Daniel Ruiz lidió una corrida el Domingo de Resurrección de la que se salvó sólo un toro. Como premio, ayer nos merendamos otro desaguisado de este hierro, pero de peor presentación y condición, con varios toros anovillados y otros que se derrumbaban una y otra vez. La terna compuesta por Sebastián Castella, Cayetano y Daniel Luque se marchó como llegó: prácticamente en silencio y sin hacer ruido en un festejo en el que se llenó en sus tres cuartas partes el aforo de la Maestranza en una preciosa tarde primaveral. Entre tanto, el público miraba una y otra vez el reloj. Hora y media y no habíamos alcanzado el ecuador. El tiempo caminaba a la velocidad de una tortuga, entre tanto el pescaíto y el alumbrado estaban a un paso.

Sebastián Castella, sin embargo, se tomaba con calma los cites, entre pase y pase en su primer acto. El francés realizó un trasteo intrascendente, muy en corto, al flojísimo primero bis, un sobrero de Parladé, que sustituyó a un inválido del hierro titular. El cuarto era otro inválido al que mantuvo el presidente en el ruedo, pese a las constantes protestas del público. El torero se fue a los medios para dedicar la faena al público y parte del mismo prostestó al entender que aquel toro era una birria. El torero, en un mal gesto, lanzó la montera con desgana. En su extensa labor, salpicada por caídas del animal, consiguió una tanda con muletazos bien trazados con la diestra.

Cayetano estuvo mal. Al segundo, un toro feo y anovillado, lo recibió con una larga cambiada de rodillas frente a toriles y, ya de pie, lanceó a la verónica con buen aire. Sin embargo, con la muleta, los muletazos fueron en su mayoría hacia afuera. La labor, con multitud de unipases y sin ligazón, no cobró vuelo. Aunque mató a la primera, el veredicto del respetable no pasó de una ovación.

Ante el buen quinto, que fue el mejor del encierro y aplaudido en su arrastre, Cayetano no llegó a centrarse. Faena muy extensa, con constantes cambios de terrenos, que comenzó sentado en el estribo, y en la que sólo brilló en una serie con la diestra.

Daniel Luque, con el tercero, un sobrero de Montealto, anovillado, que sustituyó a otro inválido del encierro titular, y que resultó incierto, el sevillano porfió de manera infructuosa.

Con el anovillado y astifino sexto, el gerenense tampoco pudo armar faena; aunque consiguió algunos muletazos aislados, tanto al natural como con la derecha, de buena factura. El toro acabó defendiéndose en la muleta; probablemente por su carencia de fuerzas y llegó la puntilla para una tarde plúmbea.

¡Vaya petardo! Dos horas y media. Nada. Nada. Y detrás de la nada, salida precipitada del personal camino del ferial. Había que ver iluminarse la portada y que el alma se alegrara tras un espectáculo ahogado en el inválido apagón ganadero... y de luces. Porque no hay que olvidar que los toreros son quienes apuestan, una y otra vez, por este tipo de ganaderías.

Ganadería: Corrida de Daniel Ruiz, en conjunto mal presentada e inválida.

Toreros: Sebastián Castella, de grana y oro. Pinchazo y casi entera (silencio). En el cuarto, casi entera (saludos tras ovación). Cayetano, de azul oro. Entera (saludos tras ovación). En el quinto, dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso). Daniel Luque, de azul marino y oro. Entera (silencio). En el sexto, estocada (silencio).

Incidencias: Real Maestranza de Sevilla. Lunes 23 de abril de 2012. Tres cuartos de entrada en tarde soleada.

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