Análisis

Rogelio Velasco

Italia, España y los mercados

Vista desde fuera, Italia resulta inexplicable. Una población con un alto nivel cultural y de formación profesional, unos ministros y presidentes de la República con niveles de educación como quizás no tenga ningún otro país europeo -doctorados o profesores en Harvard y universidades similares- y, sin embargo, el funcionamiento de la política resulta catastrófico.

Esta semana, el presidente de la República ha vetado el nombramiento como primer ministro a un poco conocido profesor de Economía que, por las publicaciones que se le conocen, es partidario de la salida del euro.

Los problemas de la sociedad italiana provienen del desastroso funcionamiento de las instituciones públicas. La corrupción, la falta de transparencia, la nula rendición de cuentas y el capitalismo de amiguetes están fuertemente enraizados y no ha habido intentos serios para resolverlos, por ausencia de amplios apoyos. El fraude fiscal rampante y el funcionamiento de la Justica -la más lenta de la UE- convierte en inútiles las leyes que se aprueban.

A pesar de todos los males que padece, la economía no va tan mal. En la actualidad presenta un superávit por cuenta corriente cercano al 3%, superior a la española y sólo por detrás de la alemana. Italia no tiene un problema de competitividad.

El déficit público es del 2%, por debajo del límite fijado por la UE. Es cierto que la deuda pública alcanza el 130% del PIB. Pero presenta superávit primario, que le está permitiendo, desde hace años, contener un crecimiento mucho más rápido de la deuda.

Fuera del euro, la economía italiana se dirigiría directamente a la catástrofe. El BCE, que dejaría de comprar deuda italiana, posee en la actualidad la cuarta parte del total. La nueva moneda sufriría un desplome inmediato y haría saltar el IPC, con la consiguiente pérdida de capacidad adquisitiva de las familias. Para frenar la situación, el banco central italiano se vería obligado a elevar sustancialmente los tipos de interés. Los bancos, que actualmente tienen un enorme volumen de préstamos dudosos, tendrían que ser rescatados.

No hay forma de ver beneficios -ni para Italia ni para ningún otro país de la UE- fuera del euro.

Los mercados financieros han reaccionado inmediatamente ante el panorama que se vislumbra. La prima de riesgo italiana ha saltado hasta los 300 puntos en solo unos días. La Bolsa de Milán se contrajo ayer un 3%. Los bancos fueron fuertemente castigados, dejándose valores entre el 4% y el 6%.

El reflejo que ha tenido en España se manifiesta en la caída del Íbex del 2,49% y en la prima de riesgo, que se sitúa en 136 puntos. El Sabadell perdió un 6,82%. Otros bancos han sido también fuertemente castigados. Los analistas meten en el mismo saco a las economías española e italiana, aun cuando la española soporte riesgos específicos por la situación política.

Italia se encamina hacia nuevas elecciones en el otoño. Los problemas institucionales descritos no se van a resolver. Mucho menos cuando Berlusconi podrá presentarse a las elecciones, una vez transcurridos los 4 años legales por los delitos fiscales cometidos. Un individuo que ha sobornado a jueces e inspectores de Hacienda, volverá a ser candidato a la Presidencia del Gobierno. En fin.

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