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Diez negritas

A por los Presupuestos... contra Juanma Moreno

Diez negritas.

Diez negritas. / M. G.

El debate del adelanto electoral sólo tiene un protagonista real: el presidente. Es él quien tiene el maletín con el botón rojo, y sólo él puede activar la guerra nuclear de los comicios autonómicos. Incluso Casado se ha rendido a la evidencia. Para los demás líderes andaluces, el adelanto es un asunto melancólico, puesto que ellos no cuentan nada. Vox sabe que ni siquiera convirtiendo sus amenazas aritméticas en realidad, rompiendo por fin de verdad, precipitarían los acontecimientos. En el PSOE, por más que sus corifeos repitan que son el mayor partido y blablablá, se saben irrelevantes para el adelanto. Incluso Juanma Moreno se permite responderles que la debilidad de los socialistas le beneficiaría, como es obvio, pero que está por encima de eso anteponiendo los intereses de los andaluces. En este asunto, como en las mesas de los casinos, la banca siempre gana. En definitiva, salvo el presidente, todos son actores secundarios en un debate que, cuanto más agitan, más pone en evidencia que son actores secundarios. En cambio, sí que hay otro frente en el que pueden tener, cada cual a su modo, protagonismo: los presupuestos. Y ése es ya el campo de batalla.

Los Presupuestos no van a determinar el adelanto electoral, pero sí van a ser determinantes para definir las posiciones en el tablero ante las elecciones de primavera. No hay que engañarse: todos los grupos están calculando lógicamente de qué manera pueden debilitar al PP. O, si se quiere, de qué manera ellos se pueden fortalecer para mejorar sus opciones más o menos débiles, algo que pasa por erosionar a Moreno. De eso va todo esto. No de trabajar para que la sanidad, la educación, las residencias o la economía sean las mejores posibles, sino de convencer a los andaluces de que ellos serían mejores gestionando la sanidad, la educación, las residencias o la economía. Siempre es así. La cosa no va del interés general, aunque sea la cantinela del verano y la locución estrella de otoño, sino de marketing electoral. Los Presupuestos se negociarán con disciplina táctica, a falta de otra opción. En uno de sus célebres aforismos, y dio muchos estupendos, el ajedrecista Savielly Tartakower advertía de que la táctica consiste en saber qué hacer cuando hay algo que hacer; y la estrategia, en saber qué hacer cuando no hay nada que hacer. Todos los partidos tratan de hacer algo donde sí tiene algo que hacer. O sea, en los presupuestos, olvidándose del adelanto.

Todos al campo de batalla

El PSOE y Vox son quienes pueden absorber más protagonismo en este proceso. El PSOE ha tomado la iniciativa tendiendo su mano para negociar. Juan Espadas no ha sacrificado su perfil moderado y dialogante –el perfil anti-Juanma– pero necesita visibilidad para mejorar su punto más débil: escaso conocimiento más allá de Sevilla. Mientras Susana Díaz sigue en el tajo y adquiere el altavoz siempre ruidoso de la tele... él, ausente del Parlamento, necesita algo para ganar popularidad, otra clase de popularidad que ver a su mujer en la Comisión de la Faffe. Y la apuesta es ser el socio constructivo de los presupuestos; que además proporciona a Sánchez un relato frente contra Casado. Otra cosa es si Sánchez, el Dr. Noesno, puede ser creíble ahí; aunque seguramente sí para su electorado. Ya se sabe que no hay mayor ciego que quien no quiere ver lo que hace el partido que vota.

Desde el Gobierno andaluz se ha puesto en duda que Espadas vaya a ir más allá del postureo, tanto que una de sus mejores lugartenientes parlamentarias, María Márquez, tuvo que salir a decir que palabrita del niño Jesús. En todo caso, Elías Bendodo ha corregido y replanteado la cosa más inteligentemente: (1) dar a Espadas la bienvenida a la negociación y confiar en que sea sincero, cosa que ya se verá, pero queda hipotecado; (2) recordar que el presidente andaluz lo recibirá encantado, no como Sánchez que tardó casi 1.000 días en recibir a Juanma Moreno. El Tío del Mazo da pocas puntadas sin hilo.

La posición del PSOE le sirve a Vox la suya: su discurso es que el PP quiere echarse en brazos del PSOE para pactar las cuentas, y por tanto consensuando políticas izquierdosas. Vox retrata al PP como la derechita falsa –extensión de la derechita cobarde– para aparecer, lógicamente, como Derecha Auténtica. Nadie deseaba más que ellos el adelanto electoral por estar en buen momento según las encuestas, así que necesita rentabilizar los presupuestos para no perder puntos. De momento se retratan ninguneados por el PP, para concluir, como hacía Manuel Gavira, que "Moreno Bonilla no tiene voluntad política de sacar los Presupuestos del año que viene". No será fácil estirar ese argumento.

En el otro extremo, a la izquierda, parecen abocados a la enmienda a la totalidad con poco relieve. Claro que Inmaculada Nieto, política de buenas hechuras como Toni Valero, a menudo ha sabido hacerse un hueco con discursos brillantes. Ellos mantienen la imagen de IU pero Podemos es demasiado fantasmal en Andalucía, mientras Teresa Rodríguez ficha también por Tele 5 como Susana Díaz –el éxito para la cadena sería enfrentarlas, aunque se acercaría al mud wrestling o pelea de mujeres en el barro por el odio cainita que se guardan– para buscar en televisión el protagonismo que ha perdido en el Parlamento, a la espera de persuadir a Errejón de unir fuerzas con Más País, aunque a éste le haga dudar el perfil demasiado antisistema de la líder Anticapi.

Juan Marín, seguramente más preocupado ahora por la oposición interna del movimiento Renew que promueve la candidatura de Rocío Ruiz o cualquier otra candidatura que se enfrente a él, preferiría prorrogar presupuestos sin que haya movimientos en el tablero que puedan modificar los equilibrios y estrecharle a él aún más el campo. Marín ha sido quien más ha desdeñado la oferta del PSOE, y definitivamente parece más cómodo sacándolo de la ecuación, tanto que ha insistido en que la prórroga es una buena opción, puesto que hay vigentes unos buenos presupuestos.

Claro que a Marín, como a todo los demás, les advierte el presidente de los empresarios, Javier González de Lara, de que la prórroga no es buena idea porque Andalucía necesita estabilidad, y por tanto presupuestos: "Eso genera confianza, y esto se traduce en inversión, y la inversión en competitividad". González de Lara tiene razón, pero la guerra, parafraseando a Bertrand Rusell, no dirime quién tiene razón, sino quién tiene más fuerza... además, claro está, de inteligencia y suerte.

Otras guerras

La Comisión de la Faffe nunca ha remontado el vuelo desde el golpe bajo de la convocatoria de los ex presidentes y ministros socialistas en campaña electoral. Esta semana ha recuperado brío con la comparecencia de María José Rofa, figura clave en la denuncia de los ERE que se despachó a destajo, y también la mujer de Juan Espadas. Esto último se producía bajo un clima incómodo por la sombra del oportunismo. ¿Se le hubiera convocado de no ser la mujer de Espadas? Por supuesto que no; aunque a esa pregunta le replican con otra: ¿se le hubiera contratado en Faffe de no ser la mujer de Espadas? En un interrogatorio bien preparado e implacable, no sólo de Teresa Pardo pero sobre todo de la portavoz de Ciudadanos, quedó clara la respuesta. Más allá de la sombra del oportunismo, el resultado fue tremendo y eficiente, tanto que algunos de los momentos álgidos llenaron las redes de clips. Se impuso la lógica pragmática, tan fea, de la política. Esto es, volviendo a los aforismos de Tartakower, o tartakoverismos, "siempre es mejor sacrificar las piezas de tu oponente".

En el Gobierno andaluz parecen persuadidos de que los lastres y errores de los rivales impedirán a éstos progresar, y por tanto más vale esperarlos de perfil. Claro que también hay errores en el Gobierno, con un abuso poco pudoroso de la propaganda hasta las absurdas declaraciones del consejero de Salud sobre el funcionamiento normal de la Atención Primaria. Eso sí, esta semana San Telmo ha logrado neutralizar la acusación de Sánchez, en el mitin jienense del PSOE, de haber gastado sólo 50 de los 1.000 millones de ayudas para los empresarios. El Gobierno andaluz sacó toda la artillería para mostrar que Sánchez manipulaba los datos, ocultaba que las ayudas eran un infierno burocrático que disuadía a los empresarios, y silenciaba que todas las comunidades están más o menos igual. Pero Sánchez también pensaría que "siempre es mejor sacrificar piezas de tu oponente" y que él ya había logrado su objetivo de colocar eso en la agenda periodística y en el imaginario. Tras la polémica, el delegado del Gobierno hablaba de nuevas ayudas, apelando a que esta vez no sea objeto de bronca. Se le olvidó mencionar el pequeño detalle de que la bronca la había provocado su jefe en el mitin jienense, pero este delegado de Gobierno se ve que sí ha sabido entender el papel de perro guardián de todo buen delegado de un Gobierno. Al cabo la política tampoco va de quién tiene razón, sino más fuerza y más inteligencia y más suerte.

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