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La historia podría comenzar por alguno de aquellos armatostes de cretona con los que un niño de la serrana El Pedroso, el pueblo del editor José Manuel Lara Hernández, afinaba el oído e imaginaba ser Matías Prats padre retransmitiendo algún partido desde el Bernabéu. Tiempos cantarines de "Pontevedra-Atlético de Bilbao, 2; Onteniente-Calvo Sotelo, X". Tiempos que sólo existen ya en la memoria. De aquellos años 60 de radio pulida, periódicos como sábanas e incipiente televisión de grises surgió la vocación periodística de Joaquín Durán Ayo, que ahora se pone de nuevo al frente de Canal Sur, La Nuestra, con un prefabricado cargo de subdirector general, a la espera de un mandatario que, previo acuerdo, o lo que pueda ser, releve al dimisionario Pablo Carrasco. Con un juego a tres bandas se puede dar el caso de un galimatías de candidaturas y vetos que extienda durante meses la situación transitoria que se le presenta ahora a la RTVA. En el caso de RTVE, con unas elecciones de por medio tras el portazo del abuelo Alberto Oliart, fueron nueve meses de interinidad con una merendola en forma de consejo que metió la pata más de la cuenta. Y la situación se resolvió de la forma más airada a cargo del Gobierno popular, modificando la ley que obligaba a un candidato de consenso. Aspavientos que, no es la intención ahora mismo, no se conciben en el bipartito andaluz.
Durán, que fue director de antena de Canal Sur Televisión y hasta ahora director de Canal Sur Radio, cargo al que lo apartó Carrasco para no tener interferencias para hacer la parrilla de los dos canales, puede estar varios meses esperando a Godot. Incluso esperándose a sí mismo. Si su periodo de subdirección ejecutiva lo lleva más allá del verano tendrá que resolver por fuerza el convenio colectivo de la RTVA, un acuerdo a la baja para que a la corporación le salgan las cuentas sin tener que despedir a nadie de sus 1.600 en plantilla. En esa labor de faja estará el director de antena de la TV, Antonio Ramírez, durante muchos años director de informativos, buen negociador y paciente interlocutor con los sindicatos. Por lo pronto habrá que asistir a la relación entre ambos cargos, al quite desde que Canal Sur era un embrión de ilusión vertebradora. Ahora a Ramírez y a Durán les tocan los momentos de sus decisiones más difíciles hasta que tengan que producirse las más definitivas.
Aquel chico loco por la radio, ávido espectador de cine (fan de Almodóvar, pero decepcionado por Los amantes pasajeros, vaya nombre para estos días), entró por primera vez en un estudio con 14 años, a finales de los 60, en Barcelona, una lejana ciudad de aquellas callejas de la infancia con olor a chicharrones. José María Durán, hermano de Joaquín, trabajaba en Radio Peninsular. Le propuso a su hermano hacer un guión y terminó por hacer una serie de treinta programas con vistas al verano. También el recordado Juan Tribuna se fijó en ese mismo chico en 1971 cuando conducía radio musical en la Ser sevillana y lo mandó a hacer programas en esos tiempos en lo que aún había que esquivar la información monolítica de Radio Nacional. No existían ni facultades de Periodismo y por eso Joaquín estudió Derecho. Se forjó siendo soldado raso de la redacción y suplió en el área de Deportes tras el accidente donde pereció Manuel Alonso Vicedo y otros tres compañeros de Radio Sevilla en mayo de 1972. La prematura muerte de Vicedo, subdirector de la emisora, trajo a la capital andaluza a Iñaki Gabilondo, quien rejuveneció esta antena. En aquella "Radio Moscú", como algunos querían denominarla despectivamente, terminó de cuajarse Joaquín Durán, con estrechos lazos personales y profesionales con quienes compartió nueve años de trinchera y aperturas.
En 1979 una Ser que entonces no tenía nada que ver con Prisa le encargó modernizar y dirigir Radio Cádiz, donde conoció de cerca el Carnaval, esa misma fiesta que le hizo popular a raíz de sus retransmisiones en TVE y después en Canal Sur. Fue un período de dos años, breve pero intenso, donde coincidió con Inés Alba, hasta ahora su subdirectora en la radio autonómica y que pasará a ser la directora de Canal Sur Radio tras el nuevo cargo de su jefe de muchos años. Radio Málaga fue su última etapa antes de pasar a Madrid, cuando la Ser aún se reponía de la ausencia del cesado José María García años atrás.
Esa experiencia poliédrica entre el deporte, la política y la vida local de ciudades emblemáticas le han permitido al subdirector de la RTVA un bagaje denso en sapiencia y amistades. Casi un cuarto de siglo en primera línea de Canal Sur también le ha hecho ser conocedor y conocido. Capaz de reunir confianzas y fijar compromisos, la proposición de Carrasco no es casualidad. Pese a haber sido su rival por alcanzar el cargo en 2008 -era el candidato elevado al presidente Chaves por parte del diputado Luis Pizarro-, el director general saliente lo presenta, o le hacen presentar, como la solución transitoria más eficaz para una corporación que al menos cuenta con un contrato programa que sustenta su estabilidad de transferencias durante los próximos tres años.
Claro que Durán ha vivido tiempos de abundancia. Sí. Días de vino, rosas, colorines y reparto de cadenas. Época en la que cualquier desfase se curaba con una inyección desde San Telmo. Como un resfriado. El director general Rafael Camacho, antecesor de Carrasco, tuvo una selección andaluza formada por Carrasco, Durán, Ramírez (al frente de los siempre cuestionados informativos) y Baldo Toscano, actual directivo de la privada más poderosa, Mediaset. De esa época, de mediados de la pasada década, son los niños y ancianos de Juan y Medio o, después, Se llama copla, el mayor éxito de audiencia de Joaquín Durán como director de antena. Años sin TDT en los que Canal Sur llegaba a ser líder de audiencia en Andalucía y entre las autonómicas, sobre el 16% de cuota. Lo imposible en 2013.
Durán, que puso en marcha los canales vía satélite de la RTVA (creó las cadenas Canal Fiesta TV y Canal Andalucía Turismo), venía a relevar a Manuel Prado y a Carlos Taboada y aplicaba a la televisión lo aprendido en la radio: formatos de cercanía, ideas pasadas por el tamiz más popular e intentar no hacer sangre. O incomodidad innecesaria. Un sobrino, Pablo Durán, es el administrador único de la productora Atrium Digital, firma que en Málaga hizo durante varias temporadas el matinal Mira la vida. Esa vinculación con Atrium levantó acusaciones, titulares, enfados, y finalmente Pablo Carrasco, ante el frustrado advenimiento del PP, prescindió de esta empresa y Durán se encontrará en la parrilla al mañanero Tiene arreglo, de ADM y presentado por Toñi Moreno, como líder de su franja, aunque no sea el magacín generalista de otros tiempos.
Durán iba de la mano de su hermano José María cuando comenzaba a construirse Canal Sur Radio, que arrancó a finales de 1988. Esa incorporación se producía tras los años deportivos que vinieron a ser su plataforma de consolidación. En Madrid, en la Ser, condujo el legendario Carrusel deportivo cuando el contestón Paco González andaba con acné. Tiempos de Butragueño, Maradona y Mágico González. Micrófono en ristre, era la voz de los partidos cuando Manolo Lama hacía méritos. Fue entonces cuando la voz también se convirtió en cara, en TVE Andalucía, Telesur para los amigos, con el Grada Sur de los lunes. Aquel formato se transformaría en La jugada, el Estudio estadio de los domingos andaluces, un imprescindible en una parrilla de los años 90. Condujo el matinal radiofónico El palique además de dirigir los espacios deportivos en la radio.
Observador y repartidor de juego, entre las ondas hertzianas encontró un aceptable cuartel de invierno, con el consentimiento de Carrasco, que le ha permitido revalorizarse dentro y, sobre todo, fuera. En la cocina, dicen, nunca se le ha pasado el arroz. Es de los que están pendientes del fuego. Su cargo transitorio no es ni mucho menos El pelotazo, pero le permitirá medir su control de los interiores y aplicar todo lo que habrá podido aprender de las traumáticas experiencias ajenas. Toca administrar en línea dura. Incluso su propio sueldo, con una cantidad por encima del presidente de la Junta. Toca fijar a los hombres como la defensa del Sestao. Apretar los dientes. Y gool, gool en La Condomina.
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