La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sánchez entra en los templos cuando quiere
Desde hace unos años, el vinilo, uno de los soportes musicales que parecía condenado a la extinción, ha aumentado sus ventas de manera considerable. Esta forma de reproducir música gozó de su época dorada allá por las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado, y ahora ha vuelto a resurgir.
Son varios los motivos que han hecho que el vinilo esté de actualidad. Evidentemente, su presencia en el mercado ha sido una constante en estas últimas décadas, si bien es cierto que de una manera residual o con stocks destinados exclusivamente a melómanos, ya que el resto de los amantes de la música optaba por el formato CD.
Sin embargo, en los últimos años el mundo de la música ha dado un giro notable con la aparición de las plataformas digitales, imponiendo el modelo de reproducción streaming y condenando al CD, cuya hegemonía parecía incuestionable no hace demasiado tiempo.
Así lo corroboran los últimos datos de los Productores de Música en España, que el pasado año destacaban el auge en la compra de vinilos, con un incremento del 25,6%, y produciendo unos ingresos de 13,6 millones de euros.
Dicho informe especificaba además que un 54% de los discos físicos que se venden hoy por hoy en las tiendas son ya vinilos, quedando por primera vez desde 1991 por encima del CD (44%), cuyas ventas caen un 20,8% hasta los 11,1 millones de euros.
Esta manifestación se está produciendo en la música en general, pero también se ha visto reflejada en el mundo del flamenco, donde el mercado ha hecho que sean los propios artistas los que opten por este formato en lugar de grabar CDs.
A ello ha contribuido también el delicado mundo de las discográficas, primero porque “hay pocas que sobrevivan y luego por lo que te intentan vender”, explica Antonio Campos. El cantaor granadino se considera un “loco del vinilo, pero no de ahora, sino desde que era pequeño. Yo crecí con un tocadiscos portátil donde escuchaba los discos cuando era un chaval”.
Su último trabajo lo ha realizado en vinilo, principalmente “porque las discográficas te dicen que el flamenco no vende”. “En mi caso tuve una experiencia desagradable, porque contacté con una gran compañía a través de una compañera y me decían que ellos me sacaban el disco, que encima yo se lo tenía que dar ya hecho, a cambio de que les ofreciera un 30% de mis ingresos en las actuaciones y otro porcentaje de royalty, algo que me pareció muy injusto”.
Por esta razón, “decidí hacerme una autoproducción de mi último disco y editarlo en vinilo. Saqué 150 copias numeradas para compromisos y 200 sin numerar para venderlas, y la verdad es que no me ha costado el dinero, todo lo contrario de mis discos anteriores que no los hice en vinilo”.
Su pasión por este formato, como él reconoce, “viene de largo” y se considera “un coleccionista”. “Yo tenía el ‘Tápame’ de Pansequito, que era un single, casi gastado de escucharlo cuando era niño, y ahora cuento con una colección que he ido almacenando durante años”. Así, entre sus grandes tesoros están discos de Itoli de Los Palacios, de Juan de la Vara, de Antonio Mairena, de José Carmona ‘Chocolate de Graná’ “y uno que encontré en Nueva York de Pastora Pavón en el mercado de segunda mano cuya portada es un retrato suyo a carboncillo y que aquí nunca lo he visto”.
Dentro de la industria del vinilo encontramos diversos puntos de vista, y aunque todos reconocen que este resurgir no será un boom, sí que coinciden en que el formato ha recuperado terreno con respecto a las últimas décadas. Asaf Laszewicki es el director de Flamenco en Vinilo, una empresa que ha aparecido en el mercado rescatando, “cuando se puede”, algunos discos “que considero importantes”.
Coleccionista y buen aficionado al flamenco, Asaf se autodefine entre risas “como un suicida”, si bien se muestra orgullo del trabajo realizado hasta el momento.
Tres han sido las apuestas de este joven empresario afincado en Barcelona, ‘Ese soy yo’, el disco grabado por Miguel Flores ‘Capullo de Jerez’ en 2003 y que se ha recuperado ahora en 33 revoluciones por minuto, ‘Entre vareta y canasta’, Cd editado por Diego ‘El Cigala’ en el año 2000, y ahora, el disco ‘Colores Morenos’, aquella grabación que hizo Frederick Deval para Audivis Ethnics a mediados de los noventa y que está considerado como el mejor disco de Juan Moneo ‘El Torta’.
Su tentativa está siendo “muy positiva” aunque es consciente de que en ocasiones “resulta difícil conseguir reeditar estos trabajos, a veces porque los artistas no lo ponen sencillo y otras porque en algunos casos, estos discos se grabaron por una discográfica que desapareció y fue absorbida por otra, o simplemente no se encuentra el máster”.
Por esto mismo, Asaf Laszewicki admite que “sólo decido sacar discos cuando sé que pueden ofrecer viabilidad económica”. No obstante, “hasta el momento la respuesta ha sido buena. Me gusta mucho la cercanía de la gente que compra estos discos y el hecho de que muchos de ellos me animen a seguir”. Además, asegura que “el hecho de que hoy estemos en una economía global hace que estos discos se pidan desde cualquier parte del mundo, y eso es algo interesante”, añade.
Para Flamenco en Vinilo, el precio de este formato “no es un inconveniente. Yo soy de los que pienso que la música debe ser accesible a todo el mundo, pero a veces los costes hacen que tengas que subir los precios en contra de tu voluntad”. Aún así, “la gente que compra vinilos no le importa pagar 20 o 25 euros por uno”.
Su apuesta por el vinilo radica, aparte de su pasión por coleccionar, pues entiende que “el LP es el mejor formato para escuchar música. Te obliga a oírla de una forma distinta, y además puedes leer tranquilamente las letras y disfrutar de sus portadas”.
Este aspecto, el de las portadas, es en el que coinciden artistas, productores y coleccionistas. “Hay portadas que son auténticas obras de arte”, apunta Antonio Campos, “y no tiene nada que ver con el CD ni con el streaming”.
Alberto Martínez, propietario de la tienda Flamenco Vive, es menos optimista con este repunte, aunque eso no quita que reconozca “que el mercado del vinilo se esté moviendo más. La realidad es que la gente compra poquito, pero compra”.
Su visión del panorama lo centra en “que la gente se ha cansado un poco de lo digital, al menos las generaciones que han vivido el apogeo del vinilo, que son los menos porque cada vez han ido desapareciendo. Luego, los jóvenes se han criado con el soporte digital, pero aún así hay algunos que experimentan con el vinilo y lo ven como algo novedoso e incluso algo de moda”.
Además, el auge viene dado también “porque los artistas, que mayormente hacen autoproducciones, han apostado por el vinilo y según dicen, les sale rentable, ya que tiran pocas copias y saben que el precio no es el problema porque cuentan con un público seguro”.
Hay que recordar que, por regla general, la edición de un disco en formato vinilo debe ir asociado a la realización de un número mínimo de copias. “Lo normal es hacer unas 300 o 500 copias”, asegura Asaf Laszewicki.
La diferencia de precios con respecto a la edición de Compact Disc no es demasiada, algo que “no tienen en cuenta las personas que compran vinilos”, explica David Lagos. El cantaor jerezano cuenta que “mientras que sacar un CD, siempre hablando del soporte y no de lo artístico, viene a ser, en función de la tirada, 1,50 o 2 euros, a la hora de hacer un vinilo el precio se va a 3,5 o 4 euros, no es mucho”.
De un tiempo a esta parte, las grandes discográficas están lanzando “discos en vinilo y en CD con la intención de que no se pierda el formato CD. Al menos con los grandes nombres los están haciendo”, destaca Juan de Dios Fernández, propietario de una empresa de de venta de discos de segunda mano.
Juan de Dios recorre cada fin de semana diferentes poblaciones del país y como el resto de entrevistados, admite que “el vinilo está de moda”. “Creo que desde hace diez años ha ido creciendo y eso lo hemos notado. No hay nada más que ver los anuncios que salen últimamente en la tele, donde el vinilo ha vuelto a tomar protagonismo y eso, aunque parezca que no, también influye en el público”.
En su sector, el mercado de segunda mano, el de la segunda mano, Juan de Dios Fernández afirma que “la demanda está provocando un incremento de los precios”, aunque de momento “no es un problema, porque la gente consume discos”.
Evidentemente, y en función de la zona del país, la demanda por un artista u otro varía. Así, mientras que “en la parte de Valencia hay mucho interés por artistas como el Beni de Cádiz o Pansequito”, en Valladolid “lo hay por un flamenco más clásico”.
Sin embargo, hay artistas que nunca decaen y que “vaya donde vaya siempre tienen demanda”. Se refiere a voces como la de “Gregorio El Borrico, Bernarda de Utrera, Bambino, El Lebrijano, Lole y Manuel y ya si te alejas un poco, Pata Negra”.
Entre los mejores pagados se encuentran “El Torta, yo he llegado a vender un disco de él por 50 euros, Enrique Morente, Terremoto, Fernanda de Utrera y Moraíto”.
Fuera del país, “la gente siempre pide lo mismo, principalmente Camarón y Paco de Lucía, que venden en todos los sitios, pero también Pansequito, Morente y Terremoto”.
En esta decisión influye también uno de los grandes retos de la industria artística, la de conseguir mejores acuerdos con las plataformas digitales para que las escuchas estén mejor pagadas. El cantaor David Lagos admite que “hoy día nadie escucha CDs, ya todo se hace mediante bluetooth o a través de las plataformas digitales. A efectos prácticos el CD no tiene vida”.
Es más, Lagos no comulga con la actual estructura de estas plataformas, ya que considera que “nuestro trabajo no se valora”. El artista jerezano es consciente de que “hoy en día hay que ponerse las pilas con el tema de las plataformas digitales, porque todo se escucha por ahí”, no obstante reconoce que “debemos dar un golpe en la mesa y luchar por un porcentaje o royalty mayor por escuchas, porque lo que te dan es una miseria, la verdad. Te venden el tema como que te están haciendo un favor porque la gente puede escuchar tu música gracias a sus plataformas, y es algo que hemos aceptado sin más. Pero claro, la realidad es otra. Es el momento de luchar por nuestra música, porque ellos ganan un canon por suscripción y otro por publicidad, pero al artista se le da una miseria. Un ejemplo, yo tengo temas que han oído 50 o 60 mil personas y a mí me deja 5 euros al mes, algo ridículo, la verdad”.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios