Champions: Sevilla-Manchester City · La crónica

Ahora está varios peldaños más abajo (1-3)

  • El Sevilla cae ante un Manchester City que lo llega a convertir en una marioneta desde el primer minuto hasta el último. Una noche preparada para el orgullo concluye mucho más cerca de la pesadilla.

Mala noche para un Sevilla que no acaba de encontrarse a sí mismo, más bien todo lo contrario. El Manchester City minimizó a los nervionenses hasta convertirlos en una escuadra vulgar, débil, timorata, sin ninguna capacidad de reacción y con una endeblez en el sistema defensivo que llega a convertirse en algo preocupante no sólo para el presente, también para el futuro. Una velada que estaba destinada al goce, al orgullo de quienes sienten la fe balompédica sevillista por la posibilidad de medirse a uno de esos clubes de nuevo cuño en la aristocracia europea, se convirtió justo en lo contrario, en una pesadilla por la impotencia de no poder pelear siquiera con unos futbolistas que están en un estrato bastante superior.

Mucho más que la derrota en sí, que también, lo peor para este Sevilla fue la constatación definitiva de que ha descendido varios peldaños en una escalera que tanto trabajo le costó volver a subir. Los blancos no tienen nada que ver con el equipo que enorgulleciera a los suyos durante los dos últimos cursos gracias a un espíritu indómito, capaz de superar todas las adversidades que se les fueran presentando por el camino para hablarle de tú a tú a cualquier adversario que tuvieran por delante.

Al contrario, pese a la esperanzadora imagen que ofrecieron sólo dos semanas antes en Manchester ante este mismo City, los futbolistas que adiestra Unai Emery se mostraron ayer tremendamente endebles, como si no pudieran medirse en el cuerpo a cuerpo a los Yaya Toure, Bony, Fernandinho o Fernando. Y nunca mejor dicha semejante aseveración porque cada choque que se producía acaba con el jugador local rebotado hacia atrás. Ni siquiera el otras veces elogiado, por su fútbol y por su fortaleza, Krychowiak pudo resistir en esos enfrentamientos, ya que salía despedido de casi todos. De Kolodziejczak, por supuesto, es mejor ni hablar en ese sentido, fue minimizado por Bony hasta convertirlo en una especie de hoja de otoño arrastrada por el viento camino de ninguna parte.

Ésa fue la cruda realidad de un Sevilla que se veía sorprendido por Pellegrini, técnico del City, tanto en la confección de la alineación como en el planteamiento del juego. Para empezar, el chileno metía a Fernando para fortalecer el centro del campo, pero no dejaba fuera a Jesús Navas, el principal candidato, sino que prescindía de más de 70 millones de euros, de De Bruyne, el verdugo en la ida. Pero no sólo eso, cuando parecía que la teoría dictaminaba que era una permuta con cierto aire defensivo, fue justo lo contrario. No hay nada en el fútbol moderno como sentirse sólidos atrás para poder atacar más y tanto Fernando como Fernandinho se unieron a Toure Yaya en el eje para comerse a todos los futbolistas que pudiera colocar Emery por allí. El resultado, al contrario que en la cita en Inglaterra, era que Banega se sentía impotente para coger la pelota y poder armar algo de fútbol. Era un quiero y no puedo desde el minuto uno.

Las ideas que pudiera tener el Sevilla en pos de repetir el juego desplegado en el Etihad Stadium, que cabe suponer que ése sería el objetivo si se observaba una alineación en la que sólo tenía cabida Fernando Llorente por la obligación de sustituir al lesionado Gameiro, se esfumaron muy pronto. A los tres minutos de juego ya llevaba el City tres disparos desde la frontal del área, con bastante mala leche por cierto, después de robos fruto de la presión y también, por qué no, de los desaciertos locales en el pase. Estaba claro que los cityzens se habían plantado en el Sánchez-Pizjuán con la intención de ahogar a la escuadra sevillista.

Esos tres avisos iniciales eran la mejor prueba de ello, pero no se iban a quedar en fuego de artificio, sino que la munición se convertiría en real bien prontito. Una de las llegadas por el eje, sin que estuviera ninguno de los medios centro para defenderla, no acabó en un disparo desde el borde del área sino en un pase profundo buscando a Sterling a las espaldas de un desubicado Coke. El extremo inglés, muy rápido, tuvo tiempo de sobras para pararse, mirar y comprobar que también Sergio Rico estaba mal colocado respecto a su portería en la salida. Pase fácil a la red.

Tan cómodo que pareció más propio de un entrenamiento que de un partido oficial. Pero no quedó ahí la cosa, el City olió sangre entre el desconcierto sevillista y golpeó de nuevo con absoluta comodidad. Posible falta de Sterling a Coke, balón perdido por el lateral derecho, primer disparo de Bony, buena parada de Sergio Rico y quien aparece por allí no es un zaguero local, que se supone que debían defender, sino Fernandinho para remachar con total tranquilidad. Cero a dos, 11 minutos apenas y ya se vio con absoluta nitidez que lo mejor que le podía pasar al Sevilla es que no fuera humillado también en el marcador. Tanto que Jesús Navas disparó solo al poste en el minuto 13...

Sí hubo entonces una apelación al orgullo y un rato de buen fútbol, justo es reconocerlo. Banega sí empezó a conectar con Vitolo, que fue quien tiró del carro, y una gran jugada colectiva, con estelar participación de Coke, concluía en el gol de Tremoulinas. Cabía la posibilidad de soñar siquiera, incluso Hart le hizo un paradón a Krychowiak para evitar el empate, pero fue un espejismo. El City comenzó a tocar a zonas de seguridad y volvió a quitarse al Sevilla de encima como si de un insecto molesto se tratara.

Más o menos lo mismo que en todo un segundo tiempo que constataba la superioridad visitante. Ésa fue la realidad, tan triste como cierta para los blancos en una noche que arrancó con todo preparado para el orgullo y que concluyó con la certeza de que el equipo de Emery, pese a tener más nombres, ha descendido varios peldaños en la escalera respecto a los dos ejercicios anteriores.

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