Champions: Sevilla-Manchester City · El otro partido

La Champions y la traición a un amor

  • El máximo torneo continental sigue siendo una fuente de frustraciones para el Sevilla Hasta la Liga Europa peligra, pero aún puede ser ¡segundo!

La mayor fuente de frustraciones para el Sevilla en Europa sigue siendo la Champions. Desde aquella goleada del Madrid de Di Stéfano en la Copa de Europa de 1958, el equipo blanquirrojo ha sufrido las mayores decepciones ante la sombra de la orejona. La mejor plantilla de su historia, aquella que sufrió la durísima acometida del fallecimiento de Puerta y la espantada de Juande Ramos, cayó en octavos de final ante el Fenerbahçe en una letal tanda de penaltis. Después fue el CSKA de Moscú el que silenció Nervión, meses antes de que el Sporting de Braga lo eliminara en la previa: fueron las primeras derrotas europeas sustanciales de las pocas que ha sufrido el sevillismo en su hogar. Ayer le tocó al Manchester City de Jesús Navas y Yaya Toure aguar la fiesta de la bandera roja de los títulos.

El Sevilla se ha hecho grande en Europa en su segundo torneo. Cuatro trofeos de la UEFA aparecen flanqueando su escudo en la bandera que el club regaló a sus socios, y que éstos tremolaron en la hermosa puesta en escena. Pero la fiesta duró 11 minutos, hasta que Fernandinho hizo el 0-2. Luego, el ejercicio de impotencia fue tremendo y las banderas apagaron su fulgor. Nervión fue silenciado de forma abrupta, fría y cruel. Y el ensayo de impotencia aún tiene una conclusión por escribir.

Pocas veces había perdido en su feudo en el máximo torneo continental el Sevilla y nunca tan a lo grande, en un feo pago por la traición a su amor verdadero, el que lo coronó como tetracampeón de la UEFA. La Champions es demasiado glamurosa para este Sevilla que enamoró al fútbol europeo con la humildad del novio callado.

El letal Grupo D, con de de didáctico, es demasiado para un equipo que no está engranado cuando ya se atisba el invierno y, con él, el más que posible adiós a Europa. Y las culpas hay que repartirlas. Las estrellas de la Champions han obnubilado a los profesionales del club, desde Emery, en el disparadero de las críticas, hasta Monchi en su olvido de cimentar el equipo desde atrás. Y a todos los futbolistas, desde los que tocaron la gloria de Turín y Varsovia hasta las estrellas que no se adaptan. Noviembre lo oscurece todo con su frío aliento. Y aun así, hasta diciembre hay esperanza...

Que el Sevilla era un gigante con pies de barro se intuía. El K.O. técnico es más impactante por la imagen en Manchester. Pero en la Champions mandan los millones de euros bien invertidos, los que tiene el City para haber rodeado a esa torre inabarcable de ébano que es Yaya Toure con una galaxia fornida y rapidísima de superestrellas. El Sevilla fue un novio infiel que se coló en la mansión de Playboy. Sólo le queda regresar a casa de la novia, pedir perdón y esperar la clemencia de quedar al menos tercero. O, segundos... aunque hoy parezca imposible.

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