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Carlos Fernández, la apuesta segura por el equilibrio

  • El canterano, paciente, llama con respeto pero con fuerza a la puerta como ¿tercer? delantero.

Con aficionados -y otros que nos son aficionados- nerviosos pidiendo un tercer delantero, un chaval larguirucho y callado, pero despierto y trabajador, seguía metiendo balones en la saca. El triunfo de Carlos Fernández es, precisamente, el que no se ve, el que se arma de paciencia mientras los demás van cayendo.

El joven delantero de Castilleja de Guzmán aprovechó su oportunidad y tuvo el golpe de suerte de los que la buscan. Estaba en el sitio justo en el momento exacto. Metió el pie en el golpeo de Sarabia e hizo al Sevilla sumar dos puntos que parecían perdidos ante Las Palmas. Pero antes también había hecho lo mismo, meterla para dentro con el simple don de estar en el sitio y tener la templanza y calidad justas. Sólo Martínez Munuera impidió que el tanto subiera en el marcador.

Hoy, nadie duda de que Carlos Fernández es el tercer delantero del Sevilla. Y, bueno, ¿el tercero por qué? Si Ben Yedder no la metió y él sí... Si Vietto no las enchufó tampoco en Villarreal...

En un club con un modelo de negocio que se lo pone muy difícil -prácticamente imposible- a los canteranos, el delantero del filial ha sabido ser paciente y respetuoso. Con una familia que no se ha dejado llevar por las prisas y el mismo círculo de personas que lo asesoran desde los 14 años, Carlos Fernández se atreve a llamar a la puerta del primer equipo con respeto pero con fuerza.

Comparado con Kanoute por sus movimientos desde su etapa cadete en una generación en la que destacaban Curro, Miguel o Chavero (estos dos ya fuera del club), el delantero zurdo ha ido creciendo prácticamente sin que nadie se enterara. Es un chico que sabe lo que quiere, equilibrado y que no ha atendido a quien lo ha querido seducir con las prisas, un gran enemigo en el fútbol de hoy.

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