Cerrada anoche la más pírrica ventana estival que se recuerda y con una clausura de mercado frenéticamente absurda, ahora polariza la atención el equipo nacional. Mañana se reanuda la marcha hacia Qatar 22 y España lo hace en territorio comanche. Suecia siempre se nos negó, aunque un empate no podría considerarse catastrófico para los nuestros siempre y cuando no haya más tropiezos y Suecia caiga aquí el 14 de noviembre.

Tenemos bien repleta esta suspensión liguera, con partidos mañana, el domingo con Georgia en Badajoz para rematar el miércoles con la visita a Kosovo. Y la clasificación dice que España es líder, pero como algo que hay que confirmar mañana. Los suecos han jugado un partido menos y España arrastra la rémora de aquel empate con Grecia en Los Cármenes del pasado marzo. Por tanto, lo de mañana en el Friends Arena de Solna es algo más que un duelo a una sola bala.

Como la clasificación directa para Qatar 22 sólo la logra uno y aquel penalti de Íñigo Martínez en Granada sobre Masouras propició que ahora vayamos con un ojo en el retrovisor y el otro en cuanto acontece. Y como Suecia no nos ofrece buenas vibraciones del pasado, pues miramos al presente con desconfianza. El equipo nacional trufa demasiados claroscuros y no puede decirse que vaya a paso de oca, la Eurocopa fue un caramelo que Italia nos quitó de la boca y todo así.

Aquella tanda de penaltis con la squadra azzurra nos dejó un sabor ciertamente amargo y ahora embocamos el rumbo a Qatar con una selección que tiene bastantes novedades y muchas circunstancias sorprendentes. Da buen rollo el 1-1 de hace dos años en Solna y muy malo el 2-0 en el mismo sitio que fijó aquella catarsis de Luis Aragonés para ir modelando la España de los grandes éxitos. De aquello hace una eternidad, conque a ver cómo resulta Solna mañana.