La devoción que une a dos figuras argentinas del Sevilla y el Betis
Fútbol y cofradías
Héctor Horario Scotta, que está en Sevilla con su familia, visita con motivo de su 'besamanos' a la Macarena, que su ex compañero en San Lorenzo de Almagro Rubén Cousillas porta en cada partido del Betis
Las imágenes del besamanos de la Macarena
Más de una vez se vieron frente a frente. Uno como temido delantero y otro como guardameta. El arquero argentino Rubén Cousillas fue compañero de equipo del también argentino Héctor Horacio Scotta. Un mito del Sevilla de los años 70, apodado el Gringo y cuyas faltas eran precedidas por el amedrentador "pst-pst, que viene, que viene", compartió vestuario en 1981 con el actual asistente técnico de Manuel Pellegrini. Y ambos comparten, además de su vínculo con el club del papa Francisco, su devoción por la Esperanza más universal.
Scotta, icono del sevillismo más antiguo, está en Sevilla desde este otoño, para pasar unos meses con su hija y su nieto, el lateral y capitán del Sevilla Atlético Valentino. Pablo Blanco les inculcó a él y a Bertoni la devoción por la Macarena, y ese vínculo sentimental y devocional sigue indeleble en el espíritu del Gringo. Rubén Cousillas se ha ganado el corazón del beticismo con sus vínculos sentimentales con la ciudad desde que llegó con Pellegrini. Ya desde antes era devoto también de la Macarena, que visita muy asiduamente, casi a diario, y cuya estampa junto con la del Señor de la Sentencia porta en la mano en cada partido del Betis y a las dos imágenes se encomienda para buscar la fortuna del equipo verdiblanco.
Recientemente, con motivo de los cultos de la Virgen del Rosario en octubre, el ex portero y ahora técnico del Betis estuvo en la Basílica de la Macarena para mostrar su fe en las imágenes de la universal cofradía sevillana. Y también en octubre, nada más aterrizar en Sevilla, Scotta visitó el templo macareno para rendir pleitesía y dar fe de su devoción a la Esperanza. Ahora, el Gringo ha publicado en Facebook su visita al besamanos -acto reverencial lo llaman ahora- de la Virgen de San Gil.
Scotta y Rubén Cousillas coincidieron en el San Lorenzo de Almagro en 1981. Aquel año volvió el Gringo al club de sus amores en una segunda etapa y después del paso por el Sevilla entre 1976 y 1980 y allí se encontró ya a Cousillas, que estuvo en el club azulgrana entre 1980 y 1987.
Ahora vuelve a unirlos Sevilla y su devoción mariana más reconocida dentro y fuera de sus fronteras. Si algo tiene Sevilla que la hace particular es la forma en que tiene de unir sentimientos entre polos opuestos, como podría entenderse de estos pasionales argentinos que, además de la que les une por San Lorenzo de Almagro, sienten la pasión futbolística por los dos archirrivales del fútbol hispalense, el Sevilla y el Betis.
Es la sinergia de la convergencia frente a las divergencias. El fruto de esos hilos que unen por encima de rivalidades y que tienen en la Esperanza Macarena uno de sus vértices más sublimes.
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