Copa del rey

Premio al fin y al cabo (3-3)

  • El Sevilla, pese a su nula intensidad en muchas fases del partido, se lleva un excelente marcador de su visita al Villarreal · La pegada de los blancos los salvó en esta ocasión

Nervión será el juez decisivo de estos cuartos de final de la Copa en los que el Sevilla vivió sensaciones contradictorias en el primer asalto. Porque los hombres de Manzano se manejaron primero de un modo indolente frente al piropeado Villarreal, estuvieron contra las cuerdas entonces, y después supieron reaccionar para llevarse de vuelta un empate a tres goles que todas las teorías establecen como bueno. Pero en un fútbol tan igualado como el actual, los sevillistas tal vez pudieron incluso haber sentenciado el cruce de haberle metido mucha más intensidad al juego.

Porque, al contrario que en otras temporadas, el Sevilla no iba a saber leer este partido copero desde el principio. Lejos de meterle un ritmo alto al mismo desde el primer minuto, algo que le había dado magníficos resultados en anteriores ocasiones, los blancos saltaban al campo como si no se jugaran prácticamente nada, como si se tratara de dejar pasar los minutos en busca de no se sabe qué o como si estuvieran en un trofeo de pretemporada. Ni siquiera el prometedor cambio de sistema ordenado por Gregorio Manzano, con tres bajitos rápidos y habilidosos por detrás de Negredo, servía para nada, ya que el Sevilla se contagiaba del frío ambiente que se vivía en el estadio del Villarreal y aquello parecía una semifinal del Carranza.

Era un partido aplatanado desde el principio, sin ningún equipo capaz de alterar el ritmo del mismo, como si todo se dejara al albur de una acción individual por parte de algún futbolista en un momento concreto. Tal vez ésa fuera la táctica del Villarreal para paliar el lógico cansancio acumulado en las piernas de los hombres de Juan Carlos Garrido, pues no se olvide que jugaron un día más tarde que el Sevilla y un partido infinitamente más intenso en el Santiago Bernabéu, algo que se notaría en el segundo periodo.

Cabe suponer que en la estrategia de los locales figurara ese punto como uno de los indispensables para tener opciones de encarrilar la eliminatoria, pero tiene muchísima menos explicación en el caso de los sevillistas por varias razones. Para empezar, el equipo titular se refrescaba respecto a San Sebastián con Dabo, Zokora, Diego Capel y Negredo, cuatro de los diez jugadores de campo, y eso debía suponer que las piernas pesaran un poco menos. Cierto que el Villarreal también hizo lo mismo, pero sus suplentes, en teoría, al menos en teoría, no tienen el nombre de los blanquirrojos. Pero faltó siempre algo, tal vez que Zokora no se dosificara tanto como suele hacer en las primeras partes, que Perotti se ofreciera algo más o, en definitiva, que no se dejara pensar los minutos en la creencia de que siempre quedaría un partido de vuelta en el Sánchez-Pizjuán.

Y el castigo no iba a tardar en llegar. Una internada de Cani por la izquierda, aprovechando los pasillos que dejan Dabo y Alexis, bastó para que los locales se pusieran por delante después de varios rebotes que evidenciaban la desconcentración existente, pues siempre, oh casualidad, caían en las piernas de los amarillos. Cinco minutos más tarde, volvía a suceder poco más o menos lo mismo con un pésimo despeje de cabeza de Romaric hacia el centro con todo a favor. Dos a cero en el marcador y todo empezó a verse muy negro para este Sevilla.

Pero no, aquello sirvió como un puyazo y despertó algo a la fiera, a un equipo que hasta entonces no se supo muy bien a qué jugaba. Afortunadamente para los blancos, fue el propio Romaric quien se sintió mal consigo mismo y quien apretó los dientes para despertar a los suyos. En el segundo pase de gol que le dio a Negredo, éste, que desaprovechó el primero por la escasa intensidad, sí controló de verdad y batió con comodidad a Juan Carlos. El panorama se aclaró de repente, pero hacía falta mucho más, algo tan sencillo como tener ganas de dejar resuelta la eliminatoria a favor en esta primera cita.

El descanso, sin embargo, no le iba a venir bien en ese sentido al Sevilla, pues el retorno de los vestuarios volvió a mostrar a un equipo desconectado. Valga como ejemplo el gol que Negredo le regala a Rossi en el minuto 50 en un pase sin ningún sentido. Lógicamente, el Villarreal sacó provecho de ello y se puso otra vez con dos goles de ventaja en una jugada mal defendida por la banda y por el centro.

El conjunto de Manzano estaba de nuevo contra las cuerdas y otra vez le tocaría reaccionar. Lo hizo en una excelente combinación, con internada de Romaric y centro perfecto para el cabezazo de Negredo. Casi igual que el gol anterior de Marco Ruben y todo se ponía otra vez al alcance, sobre todo porque ya estaba Kanoute en la cancha para dejar pasar un balón con tremenda calidad y permitir el remate de Alexis. El Sevilla se llevaba un ¡3-3! de Villarreal, nada está decidido y Nervión será el juez, aunque la intensidad deberá subir varios puntos para estar en semifinales.

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