La Segunda amenaza

La mala planificación deportiva, ya desde las salidas permitidas de futbolistas el curso anterior, clave de que el Betis cierre el primer ciclo casi desahuciado. La destitución de Mel, la puntilla.

La Manga e Inglaterra, escenarios para la pretemporada
La Manga e Inglaterra, escenarios para la pretemporada
Javier Mérida, Sevilla

14 de enero 2014 - 07:01

Al margen de los asuntos institucionales de los que el Betis no suele librarse ni en sus mejores días, el domingo concluyó la primera vuelta liguera con el equipo absolutamente descolgado, en la última posición de la clasificación y con la posibilidad más que cierta de un descenso a Segunda División que haría tambalearse de nuevo los cimientos de la entidad. Ésa es la única realidad deportiva hoy de la entidad, porque incluso el logro de que el equipo esté aún vivo en la Copa del Rey (sólo ha eliminado al Lleida, de Segunda B) y en la Liga Europa se antoja más un incordio que otra cosa para la ardua tarea de conseguir el pasaporte para visitar el Camp Nou y el Bernabéu en Liga la próxima temporada.

Los motivos del bajo rendimiento experimentado por la plantilla son diversos, aunque uno flota sobre los demás: la mala planificación deportiva llevada a cabo por el consejo de administración y la secretaría técnica durante la pasada temporada, rematada en un verano para olvidar.

Claro que sólo esa circunstancia difícilmente explica que el equipo haya pasado de conquistar la séptima plaza a vivir castigado en el sótano, con sólo 11 puntos y a una diferencia de siete puntos de la salvación. El nivel de la plantilla ha bajado, porque los fichajes no han estado a la altura de los futbolistas que se marcharon, pero no de una forma tan concluyente.

Por utilizar un orden cronológico, los males arrancan en la temporada anterior, en la que tanto José Antonio Bosch como Vlada Stosic, principalmente el primero, pecan de soberbia al arrogarse gran parte del año y medio de éxitos que estaba cosechando el equipo de la mano de Pepe Mel, el auténtico pilar del club como se ha podido constatar tras su marcha. Desde ese orgulloso púlpito, el club desprecia o no apuesta dentro de sus posibilidades por futbolistas como Adrián, Mario, Campbell, Pabón e incluso Cañas y Pozuelo. Encima, aunque en este caso en una operación rentable económicamente y hasta cierto punto obligada, se desprendió de su mayor activo, Beñat.

Bosch se creyó que la lotería le iba a tocar siempre, que la varita mágica de Mel tenía mil usos y Stosic no supo apretarlo para que pusiese más recursos económicos en su mano. Incluso, hubo veces en las que el serbio se jactó ante su superior de gastar menos de lo presupuestado. Los más de 10 millones de euros recibidos por el traspaso de Beñat al Athletic, como otras partidas ingresadas, se quedaron en la caja, lógicamente, y no tuvieron su reflejo sobre el césped.

La planificación deportiva, entonces, sumó un segundo y grueso error, que también en parte podría ser achacable a Mel, aunque la escasa sintonía de éste con el resto del club quizá hubiese impedido variar el plan. El caso es que el Betis apostó por la cantidad en lugar de por la calidad. El equipo hubiese quedado mejor rematado con cinco primeras opciones y algún canterano (Sergio, Álex Martínez...) que con 12 incorporaciones más la cesión de Juan Carlos por un año más.

Quizá alguien pensó que así era más fácil acertar en dos o tres, pero ni siquiera ocurrió en el fichaje estrella, Verdú, a quien, desmañadamente y para lograr su contratación, se le ofreció una especie de plan de jubilación: cuatro años de contrato cuando contaba ya con 30 en su DNI.

El que tuvo que apechugar con tanta equivocación fue Mel, quien cometió el pecado de volverse loco ante tanto futbolista mediocre, cambiando de un día para otro la alineación e incluso la idea de juego en partidos concretos con tal de dar con la tecla, algo que le costó y que parecía haber recuperado, precisamente, en el partido frente al Rayo Vallecano (2-2), el último que dirigió porque un fallo de Jordi Figueras en los estertores le costó al equipo la pérdida de dos puntos vitales y al entrenador el cargo.

El discurrir en la Liga Europa, sin ser brillante, había resultado aseado, sobre todo en el doble enfrentamiento ante el Vitoria de Guimaraes, saldado con los seis puntos que, a la postre, le otorgaron la clasificación por detrás del Olympique de Lyon.

En la Copa del Rey, ya con Juan Carlos Garrido en el banquillo, rozó el ridículo pese a la clasificación contra el Lleida y ahora goza de un 1-0 ante el Athletic que deberá defender mañana (19:30) en San Mamés.

En la Liga todo se torció desde el inicio. Comenzó con derrota en el Bernabéu, a la que le siguió otra en casa frente al Celta. Luego entró el equipo en un período de resultados y sensaciones diversas, hasta que ingresó de lleno en una espiral de derrotas con rivales de todo pelaje culminada con una goleada en el derbi de Nervión, previa a la visita del Rayo que dejó a Mel contra las cuerdas.

El cierre de esta primera vuelta de la competición, por reciente, es más conocido. La goleada encajada en Anoeta (5-1) en el estreno de Garrido, el ominoso empate en Valladolid y, sobre todo, las derrotas en casa frente a rivales directísimos como Almería y Osasuna que casi han sentenciado al equipo, que de haber logrado esos seis puntos (para eso firmó Bosch a Garrido) estaría hoy con unas expectativas absolutamente distintas, fuera de descenso, ya que el Almería tendría sólo 16 puntos, los mismos que Valladolid y Rayo, por 17 de los verdiblancos.

Ahora, el milagro pasa por realizar una segunda vuelta de unos 30 puntos (el curso pasado hizo 34 en la primera), justos los logrados en la primera por el Sevilla, que es séptimo en la tabla. ¿Será el Betis capaz de finalizar sólo por debajo de seis equipos la segunda vuelta? Las cuentas, desmenuzadas, pasan por ganar unos nueve partidos y arañar tres empates, lo que le daría incluso para perder siete partidos.

Hacía falta otro Rubén Castro y encima se quedó sin el que hay

Disputar tres competiciones exigía, como principal fichaje, el de un delantero de garantías que compitiese o alternase, llegado el caso, con la principal estrella que quedaba en el equipo, Rubén Castro. Empero, Stosic impuso su criterio sobre el de Mel al firmar a Braian Rodríguez, un ariete de segunda fila y, además, contrario al catecismo de su entrenador. Escoltado por otro fichaje menor como el de Chuli, todo se agravó con la lesión del propio Rubén Castro, que el club conoció ya en el mes de julio durante la primera parte pretemporada en Montecastillo. En este caso, pese a la insistencia de Mel, el club hizo oídos sordos y arrancó la temporada sin el canario, cuya lesión se fue agravando y no estuvo de verdad disponible hasta que el propio técnico madrileño, viendo planear su destitución, lo alineó precipitadamente frente al Rayo.

Garrido logra un solo punto de doce y empeora juego e imagen

En su creencia ya de omnipotente, Bosch decidió la contratación de Juan Carlos Garrido para relevar a Pepe Mel y el tiro, lógicamente, le ha salido por la culata, al punto de que si su adiós se hubiese oficializado el día 7 de enero quizá hoy no sería entrenador del Betis. Un solo punto, en un mal partido frente al Valladolid, de doce posibles es su bagaje. Junto a los números, el juego del equipo ha bajado enteros con respecto al que, esporádicamente, había exhibido.

stats