La política de precios baratos, que se extiende además al curso próximo, y las ganas de ayudar del bético en los momentos difíciles facilitaron que la campaña de abonados se saldase con un relativo éxito y con una cifra superior a los 36.000, más de lo presupuestado incluso. Sin embargo, a los partidos suelen faltar una media de 7.000, señal del escaso interés que despierta el equipo y, además, en una tendencia que no parece tener freno.

Ya el primer partido en Heliópolis, en la jornada 2, ante al Numancia, sólo acudieron 31.420 espectadores, y eso que el equipo venía de ganar en Sabadell. Era aún agosto, con la gente en las playas, y la cifra sería hasta justificable. Pero dos semanas después, frente al Albacete, ya septiembre, incluso bajó: 30.049 espectadores en la grada. Entre ambos, apenas 15.712 en la Copa contra el Llagostera, registro también justificable en cierto modo y máxime tras el ridículo de unos días antes en Ponferrada (4-1). Pero nada cambió en los siguientes partidos: 30.203 ante el Mirandés y 30.312 frente a Las Palmas. Ítem más, en los dos últimos ha ido a peor: 26.087 el día del Recreativo, con la atenuante de que a la misma hora se jugaba el Real Madrid-Barcelona, y 27.487 el sábado contra el Barcelona B. Éste, además, fue el único partido no televisado a los verdiblancos como locales, ya que sólo se pudo seguir por internet en la página de la Liga de Fútbol Profesional (LFP).