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Más calidad individual que fútbol

  • Dos chispazos en ataque acaban en sendos goles de Jorge Molina y Rubén Castro De los cambios de juego idóneos, el Betis pasó a no juntar líneas ni a adaptarse a un campo pesado.

Impresentable el terreno de juego de Heliópolis. Como cada vez que llueve, el drenaje bajo el césped verdiblanco se reveló pésimo. No cayó una gota de agua desde dos horas antes del partido y el Betis, ante un rival menor, se vio perjudicado por un campo que condicionó su partido. Supo medio leerlo en la primera mitad, con cambios de juego soberbios de Beñat y Rubén Castro, uno de los cuales derivó en el gol de Jorge Molina, pero naufragó por completo en la segunda mitad. Las líneas se separaron una enormidad, Osasuna le buscó las cosquillas y a punto estuvo de sacar provecho a su mejor presencia física y, por supuesto, superior mimetismo con el medio ambiente.

Defensa

Las cuatro tarjetas amarillas que pesan sobre Amaya y el mermado estado físico de Mario, con dos días menos además de recuperación, impelieron a Mel a dar entrada a Paulao en el centro de la zaga y conformar una pareja de centrales que rara vez da resultados. Mendilibar no se la jugó con Nino, ni siquiera en la segunda mitad, y los centrales apenas se inquietaron mientras Kike Sola fue una referencia. Empero, en la segunda parte, se abrieron en exceso ante el tridente formado por Masoud, De las Cuevas y Álvaro Cejudo, quienes en ningún momento se dejaron fijar y abusaron de su movilidad.

El Betis, por ello, sufrió en exceso en la primera media hora de este periodo y lo pagó con un gol. El cansancio hizo estragos y el equipo incluso llegó a partirse en dos, circunstancia que Mel trató de evitar con la inclusión de Nono por Campbell y la modificación del dibujo hacia un 4-3-3 más apretado. La sustitución, en cualquier caso, no evitó el gol de Osasuna debido a la mala lectura del partido de todo el equipo, que en las escasas ocasiones en las que atisbó el balón se fue al ataque sin miramientos y sin llegada, hasta convertirse en una máquina de perder balones en el mediocampo por rasearlos.

Mención especial para una jugada en el minuto 84, ya ganando de nuevo. Con diez futbolistas sobre el campo, pues fue en la falta que motivó el relevo de Pabón, Amaya y Paulao, ambos, subieron al remate de la misma y se originó un contraataque para que Mel se lo haga mirar.

Ataque

Empero, el crack del banquillo verdiblanco había mostrado antes su valentía para ganar el partido. Al 1-1 de Osasuna respondió deshaciendo lo recorrido con Nono: Pabón entró por Beñat, de nuevo 4-4-2 y todo el arsenal en ataque. Un magistral pase largo y raso del colombiano sobre Rubén Castro mató el partido. En el primer gol, el canario había cambiado el juego de banda a banda sobre Campbell, quien centró templado y halló un testarazo soberbio de Jorge Molina. Esa excelsa calidad en ataque se impuso al juego colectivo.

Virtudes

La valiente reacción de Mel y el equipo al gol de Osasuna.

Talón de aquiles

La falta de oficio con el 1-0. El catecismo hablaba de juntar líneas y contraatacar, y el Betis, al contrario, se hizo muy largo y se cansó. Los centrales se abrieron y los laterales nunca cerraron bien.

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