Champions: Juventus - Sevilla · Marcaje al hombre

Una chispa de luz en la tiniebla

  • Konoplyanka firmó el único disparo del Sevilla. El ucraniano fue el único que llevó cierta inquietud en la experta zaga italiana, aunque le faltó creérselo, como a todo el equipo.

No había disfrutado de la titularidad en ninguno de los ocho partidos oficiales, pero le llegó la oportunidad en el escenario más glamouroso. En todo un partidazo de Liga de Campeones y ante la Juventus, actual subcampeona de Europa. Si Konoplyanka se decidió por el Sevilla, soldada aparte, fue por el poder de seducción de citas como la de ayer en Turín. Por ello debió congratularse de la ocasión que Unai Emery le brindaba. Qué más da si la confianza del entrenador tenía un asterisco, una letra pequeña: la baja de Vitolo.

A diferencia de la pasada temporada, en la que los extremos solían jugar a pierna cambiada -casi siempre lo hicieron el zurdo Reyes por la derecha y el diestro Vitolo por la siniestra-, esta temporada a Emery le ha dado por ubicar a los jugadores de banda en su costado natural. Cuando ha jugado Llorente de punta de lanza, la explicación era clara: a centrar desde la cal al área. Pero... ¿y con Gameiro arriba, como ayer? ¿No era más aconsejable que Reyes maniobrara por la derecha y Konoplyanka por la izquierda para perfilarse hacia dentro y buscar el desmarque de ruptura del francés?

Algo debió influir en la decisión de Emery que Cuadrado penetrara por la derecha. Ahí colocó a Krohn-Dehli para ayudar a Tremoulinas. Konoplyanka, a la derecha. Pero la querencia es la querencia. Y aunque actuó casi siempre por delante de Coke -su entendimiento con el madrileño no fue pleno-, su primera aparición, en el minuto 2, fue por su zona predilecta, la izquierda. Trenzó el Sevilla a la primera, quizás imbuido por la frenética puesta en escena de la Juventus, pero cuando pisó área, ese centrocampista tan infravalorado en Madrid, Khedira, tapó con maestría. Se trataba de la Champions. Y de la máxima exigencia dentro de ella.

Yevhen pronto se fue al costado que le encomendó el entrenador. Y arrastrado por la marea bianconera, se tuvo que emplear más atrás de lo que hubiera desado: era Evra quien irrumpía arriba, y no al contrario. El ex del Dnipro no ha sido antes titular con Emery por su tendencia a la dispersión cuando el enemigo tiene la pelota. Ya se vio en La Rosaleda, incluso en inferioridad numérica por la roja a N'Zonzi. En su anterior equipo era la estrella y gozaba de privilegios de estrella: exonerado de fregar, barrer y planchar. Ayer, el chico trató de afanarse. Pero piano, piano: cuando se cambió de banda, en el tramo final de la primera parte, pecó de cierta blandura en la jugada que acabó en el gol de Morata.

Antes del paso por los vestuarios, Konoplyanka, al fin en la izquierda, se atrevió a chutar. Porque ensayar el disparo, buscar el gol, fue ayer para el Sevilla un puro acto de atrevimiento. Como el chico escuálido de la pandilla que no se lo piensa y golpea con un periódico enrollado al fortachón que empuña un bate de béisbol.

Del ucraniano fue el único tiro, una intentona con el mismo trazo inocente que ayer exhibió el Sevilla. Y de él también fueron los únicos centros que, ya en la segunda mitad, desde la derecha, inquietaron a Buffon. El bagaje fue escuálido, pero fue lo único que un inerme Sevilla puso en la balanza. Suya fue la chispa en la tiniebla.

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