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La cuña que faltaba era Krohn-Dehli

  • El danés, cuyo futuro está en Nervión, hizo lo que el Sevilla echó en falta, mandar en el inicio del juego, unir las líneas y contemporizar. Denis Suárez se perdió en su regreso a Vigo.

Sin un manijero el Sevilla cae en la mediocridad de la desconexión. No es casualidad que el equipo de Unai Emery, ayer ausente por el fallecimiento de su padre, volviera a fracasar bajo el 4-4-2 puro con dos delanteros específicos. Con Iago Aspas primero y Bacca después junto a Gameiro, el hueco de la zona ancha jamás lo cubrieron Iborra ni Krychowiak, que ejercieron en paralelo como dos medios de cierre. En el Celta, en cambio, sí hubo ese jugador que conectó las líneas, mandó en el juego iniciándolo desde atrás y contemporizó cuando hizo falta. Responde por Michael Krohn-Dehli y el curso próximo será sevillista.

El internacional danés completó un partido muy propio de él. En la aparente sombra de la posición de medio centro, participó mucho más de lo que podría parecer a priori. Ocurre que sabe cuándo comparecer en el juego sin hacer ruido. O bien toca a la primera, buscando al compañero con menos sombras alrededor, o bien esconde la pelota, caracolea y desahoga buscando vías distintas a la principal. De esa manera completó hasta 75 pases buenos, de 82 intentos. Y esa elevadísima estadística, aunque muchos de esos pases fueran rápidos toques casi imperceptibles, ilustra sobre su importancia en el juego entendido como fruto de la labor colectiva.

El Sevilla, en cambio, anduvo húerfano de ese futbolista que lo cohesionara todo. Lo intentó Denis Suárez en una posición que conoce muy bien porque es la más usual para él en la selección sub 21. Pero, a diferencia de lo que hizo al principio de temporada, cuando Banega aún no era el jefe del juego sevillista y Reyes tampoco había comparecido de verdad, jamás se erigió en ese organizador que teje el entramado ofensivo desde la mediapunta. El gallego se perdió en su vuelta a Balaídos, donde ha visto crecer a futbolistas como Oubiña, organizador ausente por lesión, y Iago Aspas, otrora sus ídolos. Denis Suárez apenas completó 15 pases buenos de la veintena y pico que intentó. Se diluyó en la izquierda y sólo tuvo apariciones puntuales, y de clase, en las cada vez más escasas e inconexas contras sevillistas.

Ambos coincidieron en algo. Fueron los encargados de sacar las faltas de sus respectivos equipos, aunque ninguno de los dos tuvo fortuna, pues sus intencionados pases al área no encontraron un buen rematador nunca. Denis, eso sí, dejó una de las grandes ocasiones del Sevilla con un excepcional centro lejano con la izquierda, su pierna mala, que Arribas peinó al poste. Era el minuto 43 y ésa fue la última gran ocasión del Sevilla para haber finiquitado el partido.

Tras los amagos sevillistas, el encuentro derivó hacia un cada vez más anodino viaje de ida y vuelta que favoreció las recuperaciones de Krohn-Dehli ante la orfandad de la medular sevillista. El curso próximo, el danés tendrá 32 años y será sevillista. Aún le queda cuerda para darle relevo o acompañar a Banega, sin cuyo temple el Sevilla echa en falta la cuña que acopla todo el engranaje.

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