Éric Moussambani, el nadador más lento olímpico: "El rey Felipe VI me dijo que era famoso"

El atleta de Guinea Ecuatorial que pasó a la historia en Sídney 2000 con su icónica participación recuerda, 25 años después, cómo aprendió a nadar en ríos y su inesperada fama mundial

Una popular marca de 'snacks' desafía al gigante Ronin FC de Ibai Llanos

El nadador en los JJOO australianos
El nadador en los JJOO australianos

Los Juegos Olímpicos siempre han ensalzado las gestas deportivas, los récords y las medallas, pero existe una historia paralela que rara vez acapara titulares. El caso de Éric Moussambani es una excepción a esta regla, pues 25 años después de su participación en Sydney 2000, su nombre sigue resonando en el imaginario olímpico por motivos completamente distintos a la excelencia deportiva. El nadador de Guinea Ecuatorial entró en la historia como el más lento de los Juegos, con un tiempo de 1:52:72 en los 100 metros libres, una marca que, lejos de avergonzarle, terminó convirtiéndole en una figura de culto.

La historia de Moussambani refleja la otra cara del olimpismo, aquella donde no todos los países cuentan con recursos e infraestructuras adecuadas para la formación de atletas de élite. "Aprendí a nadar en mi ciudad, Malabo, en ríos y playas. Yo no sabía qué eran los Juegos, no había oído hablar de ello", confesaba recientemente en una entrevista con el programa 'Via lliure' de RAC1. Su preparación dista mucho de lo que entendemos por entrenamiento olímpico: "Sólo podía entrenarme una hora al día en una piscina de hotel de unos 14 metros. Había un pescador que me enseñaba los domingos. Me decía cómo tenía que mover los pies para no hundirme, mientras él iba en cayuco", relata con naturalidad el exnadador, revelando la precariedad de medios con los que afrontó la cita olímpica.

Los días previos a su viaje a Australia estuvieron marcados por el desconocimiento y la improvisación. "Dos días antes de viajar, fui a la Biblioteca Nacional para mirar dónde estaba Australia. Me di cuenta de que, ¡caramba, quedaba muy lejos de Guinea!", asegura Moussambani. El choque cultural y deportivo fue aún mayor al llegar y enfrentarse por primera vez a una piscina olímpica: "Pregunté si estaba allí donde debería competir. Desde el principio, ya dije: 'Eso no lo puedo hacer'".

La carrera que pasó a la historia olímpica

El 19 de septiembre de 2000, Moussambani vivió un momento que marcaría su vida para siempre. Su participación en la prueba de 100 metros libres comenzó con problemas desde el principio. A diferencia de sus competidores, que lucían bañadores técnicos de cuerpo completo, él solo disponía de unas bermudas, por lo que la organización tuvo que facilitarle un equipamiento reglamentario. La salida también evidenció su inexperiencia, tardando más que el resto en lanzarse al agua, lo que provocó que terminara nadando en solitario.

"Durante los 100 metros lo pasé mal porque me entró agua en la nariz y empecé a desorientarme", recuerda sobre aquellos angustiosos momentos. Sin embargo, fue entonces cuando ocurrió algo inesperado: "Empecé a escuchar los aplausos del público", unos vítores que, según reconoce, "me dieron energía para continuar". El esfuerzo fue tal que, como él mismo relata, "cuando llego al vestuario, me desmayo. Al cabo de unos 15 minutos, me reaniman y digo que quiero volverme al apartamento".

El encuentro real que le reveló su fama mundial

Tras descansar durante varias horas, Moussambani tuvo un encuentro casual que le revelaría el impacto de su actuación. "Me levanté con mucha hambre y fui al comedor. Allí me encontré al actual rey de España", narra en referencia a Felipe VI, entonces príncipe de Asturias. "Me acerqué para pedirle una foto. Él vio mi acreditación y me dijo: '¿Tú no eres el chico que están buscando, el famoso?'. Y le respondí: 'No, no soy yo!'".

La confirmación de su inesperada celebridad llegaría poco después, cuando un atleta francés le reconoció y fue a buscar a sus compañeros para presentarles al nadador del que todo el mundo hablaba. Lo que inicialmente podría haberse interpretado como un momento de vergüenza internacional, se convirtió para Moussambani en una oportunidad única para visibilizar las carencias deportivas de su país y promover cambios significativos.

El legado de Moussambani para el deporte en Guinea Ecuatorial

La repercusión mediática de su participación olímpica tuvo consecuencias positivas para el desarrollo deportivo en Guinea Ecuatorial. "Tuve una audiencia con el presidente de Guinea Ecuatorial (Teodoro Obiang), que me prometió construir piscinas olímpicas. Ahora hay una aquí, en Malabo, y otra en la ciudad de Bata", explica con orgullo el exnadador, consciente de que su esfuerzo contribuyó a mejorar las instalaciones deportivas para las siguientes generaciones.

Esta historia, que cumple 25 años en 2025, sigue siendo un ejemplo de cómo el espíritu olímpico va más allá de las medallas y los récords. Moussambani, a pesar de su registro como el nadador más lento de la historia olímpica, logró un impacto duradero tanto en la memoria colectiva del deporte como en el desarrollo de infraestructuras deportivas en su país.

¿Quién es Éric Moussambani?

Éric Moussambani nació en Guinea Ecuatorial y saltó a la fama internacional durante los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Sin experiencia previa en competiciones de alto nivel y con una preparación muy limitada, participó en la prueba de 100 metros libres gracias a una invitación especial del Comité Olímpico Internacional destinada a fomentar la participación de países en desarrollo.

A pesar de no contar con una formación técnica adecuada ni instalaciones profesionales para entrenar, Moussambani se convirtió en un símbolo de perseverancia y superación. Su actuación en Sydney, lejos de ser ridiculizada, fue aplaudida por el público presente y generó una ola de simpatía internacional que le valió el apodo de El Anguila (The Eel) en algunos medios de comunicación.

Tras su experiencia olímpica, Moussambani continuó vinculado al mundo del deporte en su país, aprovechando su notoriedad para impulsar mejoras en las infraestructuras deportivas. Su historia representa uno de esos momentos olímpicos que trascienden los resultados deportivos y conectan con valores más profundos como el esfuerzo, la dignidad y la participación universal.

¿Por qué la participación de Moussambani fue tan significativa para el olimpismo?

La participación de Éric Moussambani en Sydney 2000 encarna perfectamente el lema olímpico original acuñado por Pierre de Coubertin: "Lo importante no es ganar, sino participar". En un evento donde habitualmente se celebran los récords y las victorias, su actuación recordó al mundo que los Juegos Olímpicos también son una plataforma de inclusión y representación global.

El caso de Moussambani ilustra las profundas desigualdades que existen en el deporte internacional, donde países con menos recursos enfrentan obstáculos significativos para desarrollar programas deportivos competitivos. Al mismo tiempo, su historia demuestra cómo la exposición mediática puede catalizar cambios positivos, como la construcción de instalaciones deportivas adecuadas en Guinea Ecuatorial tras su participación olímpica.

Veinticinco años después, el legado de Moussambani sigue vigente no solo como una anécdota curiosa de la historia olímpica, sino como un recordatorio de que el verdadero espíritu del deporte radica en la superación personal y el coraje de enfrentar desafíos aparentemente imposibles, independientemente del resultado final.

stats