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A falta de refuerzos, Kanoute

  • El manejo del franco-malí, primero entre líneas y luego más atrás, corrige el déficit de fuerzas en el centro del campo y permite que Negredo pueda entrar por Renato.

Impagable, una vez más, el partido que se marcó Frederic Kanoute al servicio del Sevilla, que deberá levantarle un monumento cuando este prodigioso futbolista sea historia. Difícil ver una pieza con más repercusión en el juego colectivo. Su manto protector evitó, otra vez, que el evidente déficit de fuerzas en el centro del campo, con Renato y Romaric a ritmo cansino, terminara de enjaular al Sevilla ante un limitado rival. Pero no siempre va a estar Kanoute. Las deficiencias persisten y, ante un enemigo más cualificado, lo normal es que un conjunto tan dubitativo atrás y tan feble en el medio acabe cediendo su pulso. Que la racha victoriosa no nuble los ojos a los que deciden en la planta noble de Nervión.

Defensa

Diego Rivas, un viejo gladiador cuyos mejores años ya pasaron, se las bastó para empujar y arrastrar a su equipo. Luis Fabiano trató de presionarle y hostigarle, pero después de cometer varias faltas desistió. Romaric siguió a lo suyo, con su trote cansino y Renato bastante tuvo con mantener la posición por delante de la zaga. Por esa zona interior, Zurutuza apenas apareció. Sí que lo hizo por el costado de Fernando Navarro el mejor jugador de la Real, Xabi Prieto. A Diego Rivas y compañía no le costó dirigir los ataques por esa zona, sobre todo con pases largos: Fernando Navarro concedía demasiados metros al talentoso volante realista. Y además, cuando éste le encaraba, se limitaba a recular.

Por el otro costado, Cáceres empezó con buen tono... pero de nuevo echó un borrón al no salir a tapar en el 1-0. No es la primera vez que al charrúa le ocurre esto.

La falta de fuerzas del actual Sevilla también se refleja atrás. Escudé perdió la ventaja ante Llorente en el 2-1.

En la segunda parte, Manzano arriesgó al prescindir de Renato y meter a Negredo, pero Kanoute, quién si no, se retrasó para apoyar a Romaric. Lo hizo con su presencia física, su serenidad y su calidad para asegurar la pelota. La impericia de Jesús Navas y Perotti para contragolpear hizo que las pérdidas de balón se sucedieran y que la defensa diera un paso atrás, pero el acoso de la Real fue inocuo.

Ataque

Jesús Navas empezó con buen son, arrancando y trazando paredes con Kanoute, sobre todo, pero sus centros no fueron precisos. Más sorprendió en la primera parte los desdoblamientos de Cáceres. Con Romaric buscando la pelota sin éxito, Kanoute cubrió su terreno y el del marfileño. Empezó a tejer juego a un lado y a otro, y sacó del primer apuro a su equipo al aprovechar la gran dejada de Luis Fabiano para empatar.

La entrada de Negredo resultó providencial. Dio una opción más en ataque ante una zaga bastante rígida y que además sufre a balón parado. El vallecano apareció, primero con oportunismo en el córner del 2-2, y luego al habilitar a Kanoute, el omnipresente.

Virtudes

Kanoute corrigió el déficit en el medio. Lo equilibró todo. Todos los cambios fueron positivos.

Talón de aquiles

Cualquiera descubre su falta de fuerzas y de pericia defensiva.

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