Una vuelta para el ascenso
Sporting - betis · el otro partido
El Betis confirma la mutación de su identidad para superar al Sporting y auparse a la segunda plaza. El Molinón se cubrió de verdiblanco.
Y el Betis dio el golpe en la mesa que tanto se le demandaba. Si los cuatro triunfos logrados con Juan Merino enderezaron el rumbo perdido con Julio Velázquez, a Pepe Mel se le exigía un salto de calidad que colocase definitivamente al Betis como candidato al ascenso. Y qué mejor escenario que El Molinón, con una jornada de confraternización entre aficiones, para que el equipo verdiblanco lograse una victoria que, tras la derrota del Valladolid en Llagostera, lo aúpa a la segunda plaza justo cuando finaliza la primera vuelta del campeonato.
La cita venía señalada en el calendario. El invicto Sporting de Abelardo ante el enrachado Betis de Mel, un duelo con sabor a Primera en el césped y también en la grada. El hermanamiento entre los aficionados, escenificado durante todo el fin de semana, se recogía en un graderío donde los colores se mezclaban, en un perfecto ejemplo de convivencia en estos tiempos en los que se demanda precisamente ese tipo de comportamientos.
Ambos equipos justificaron las expectativas previas. El Sporting exhibió esa vitalidad que transmite un equipo repleto de juventud y bien dirigido desde el banquillo por Abelardo; los verdiblancos enseñaron sus credenciales para lanzar el definitivo mensaje de que para el ascenso directo habrá que contar con los de Mel. El ritmo de juego no pareció de la categoría, con idas y venidas que enganchaban hasta al espectador neutral.
El partido deja otras lecturas. Para empezar, Dani Ceballos todavía necesita un proceso de maduración, por más que su garra y su compromiso aparezcan hasta en sus peores días. El utrerano, al que Mel le ha encomendado la tarea de organizar el juego, todavía debe aprender a jugar con menos toques en esa zona de creación donde los contrarios minimizan los espacios. La llegada de Portillo, que ayudará a hilvanar las acciones de ataque, tampoco cubre esa posición de manijero, aunque el preparador bético confía en el crecimiento de Ceballos y en esa capacidad de aprendizaje que viene exhibiendo desde su estreno en el primer equipo.
El siguiente punto se detiene en Rubén Castro. Cuando el canario llega al césped y se muestra participativo y con movilidad para enlazar las jugadas, el Betis se siente superior al contrario, sobre todo si encima a su lado se encuentra Jorge Molina. Ayer, pese a que Rubén se encontró con Cuéllar en sus dos mejores ocasiones, con pique incluido tras un intenso de vaselina, el canario estuvo más cooperador que nunca en la elaboración, algo que aumentó con la entrada de Portillo.
A los condicionantes del terreno de juego se añade la varita de Mel. El técnico ha mutado la identidad del Betis, que ahora sí intenta imponerse a los contrarios, con un estilo de juego con el que se identifican esos seguidores que solicitaban su regreso para poner rumbo a Primera. En apenas siete encuentros, el equipo verdiblanco le ha dado la vuelta a su situación. La derrota del Valladolid, con goles de dos ex béticos como Sergio León y David Querol, en otro guiño del destino, deja al Betis dependiendo de sí mismo para recuperar la categoría.
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