Estas son las claves para mantener la nevera en orden y evitar el desperdicio alimentario, sobre todo en verano

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) establece algunas pautas esenciales para preservar los alimentos en ópticas condiciones durante más tiempo

Guía básica para evitar el desperdicio: de planear la compra a organizar la nevera
Guía básica para evitar el desperdicio: de planear la compra a organizar la nevera / Ello

El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó en abril de 2025 la Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, una norma pionera en España para reducir el despilfarro de comida. En este sentido, es preciso recordar las estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), según la cual se desperdicia el 30% de los alimentos en todo el mundo.

"No hay alimento más caro que el que termina en la basura", afirmaba Luis Planas hace unos meses en declaraciones recogidas por La Moncloa. Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, hacía hincapié así en la necesidad de tomar conciencia sobre el asunto. Solo en España, el informe del desperdicio alimentario de 2023 concluye que ese mismo año se perdieron 1.214,76 millones de kilos.

Desde el punto de vista del consumidor, es posible tomar ciertas medidas para evitar o minimizar estas cifras. Lo primero que hay que tener claro es que los pequeños gestos pueden marcar la diferencia. Así, planificar el menú semanal, hacer la lista de la compra con aquello que realmente se necesite y organizar la nevera adecuadamente son factores clave a la hora de ahorrar.

La cadena de frío y su importancia para prevenir intoxicaciones

Mantener frescos los alimentos nos ayuda a evitar enfermedades, beneficia el medioambiente y nos permite ahorrar dinero. Pero ¿qué debemos tener en cuenta a la hora de distribuirlos en los diferentes espacios de los que disponemos? La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) distingue tres tipos de productos: los que no necesitan frío, los refrigerados y los congelados.

Además, las etiquetas son de gran ayuda para conocer las pautas específicas de conservación, por lo que no es recomendable tirar los envases antes de su consumo. Si un alimento debe permanecer en la nevera, hay que guardarlo cuanto antes para no romper la cadena de frío. "Esto es importante no solo para preservar la calidad, propiedades nutritivas y organolépticas, sino también para mantenerlo en condiciones adecuadas de seguridad", aclara la AESAN.

Es preciso recordar que el frío no destruye los microorganismos, pero sí hace más lento su desarrollo. Por ello, debemos evitar que permanezcan a temperatura ambiente, sobre todo en verano. Asimismo, existen productos con una mayor tendencia al crecimiento de bacterias: carne de ave, carne picada, pescados, alimentos que contengan huevo crudo como salsas y mayonesas, leche y alimentos que no vayan a sufrir un tratamiento posterior, como frutas y verduras cortadas o comidas ya cocinadas.

Claves para organizar la nevera de la mejor manera

A la hora de distribuir la compra en la nevera, hay que tener en cuenta cuáles son los espacios más fríos: los estantes inferiores, que se encuentran justo encima de la cajonera. Por ese motivo, la AESAN aconseja la siguiente organización:

  • En el estante superior: alimentos cocinados, como las sobras de comidas envasadas o recipientes con conservas no utilizados en su totalidad.
  • En el estante central: huevos, productos lácteos y embutidos.
  • En el estante inferior: alimentos crudos, como la carne de ave y los pescados, siempre envasados y convenientemente separados; así como también los productos que se hallen en proceso de descongelación.
  • En la puerta: bebidas o alimentos de consumo frecuente (leche, refrescos, zumos...)
  • En los cajones: frutas y verduras.

Además, es importante considerar la fecha de caducidad y consumir preferentemente aquellos alimentos que se hayan comprado antes. Esto es lo que se conoce como 'First in, First out'; es decir, lo primero que entra es lo primero que sale. Por lo tanto, a la hora de organizar la nevera, los yogures o la leche que se hubieran adquirido con anterioridad, deben situarse en primera línea.

Del mismo modo, todos alimentos deben conservarse por separado y, si están abiertos, es recomendable guardarlos en recipientes bien tapados.

¿Qué diferencia hay entre la fecha de caducidad y la de consumo?

Por último, es preciso aclarar dos términos que suelen confundirse con facilidad: la fecha de caducidad y la de consumo preferente. En el mismo artículo, la AESAN dicta lo siguiente:

  • Fecha de consumo preferente. Esto hace referencia a la calidad. Es decir, "después de esta fecha la ingesta es por lo general segura, pero el sabor, la textura o el olor pueden no ser los mejores". Es habitual encontrar esta indicación en productos enlatados, deshidratados, congelados y en frutas o verduras frescas.
  • Fecha de caducidad. En este caso, sí hace referencia a la seguridad. "Después de esta fecha, es posible que el alimento siente mal. No ingiera ningún alimento después de la fecha de caducidad, incluso aunque este huela bien o tenga un buen sabor", indica la AESAN.

Impacto económico, medioambiental y social del desperdicio de alimentos

Siguiendo estas sencillas pautas, es posible reducir el desperdicio alimentario y su consecuente impacto económico. "En los hogares españoles, se calcula que se desechan 25,5 millones de kilos de comida cada semana, lo que supone una pérdida significativa para las familias", informan desde el blog de Unicaja. "Para ponerlo en perspectiva, el 42% del desperdicio alimentario en España ocurre dentro de los hogares y eso se traduce en cientos de euros perdidos por cada familia al año".

Además, hay que tener en cuenta que la producción de cada alimento implica una serie de recursos de gran valor: agua, suelo, energía y mano de obra; todo ello, se pierde junto a los nutrientes que podría haber aportado. Por ese motivo, se considera también su impacto mediambiental. En concreto, prosigue Unicaja, "se estima que el desperdicio alimentario está relacionado con el consumo de enormes cantidades de agua y la emisión de gases de efecto invernadero".

Finalmente, no es menos importante el impacto social o la desigualdad que refleja el desperdicio de comida. Son muchas las personas que todavía tienen dificultades para acceder a una buena alimentación y es por eso que surgen iniciativas como el Banco de Alimentos. Tomar conciencia sobre la importancia de adquirir y consumir lo necesario, así como evitar el despilfarro, es clave para el ahorro en todos los sentidos.

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