Las cofradías de Sevilla hoy: un baño de realidad
El Fiscal
Hace muy bien la Esperanza de Triana, como otras antes, en asesorar sobre el atuendo de los hermanos en ceremonias de gran importancia
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Por los avisos, advertencias y prohibiciones los conoceréis. La Esperanza de Triana ha dejado bien claro a sus hermanos "con el debido respeto y consideración" como deben vestir en la misa del 1 de noviembre. Explica con todo detalles cómo se debe acudir a la ceremonia y los complementos o estilos que se deben evitar. No es la primera hermandad que hace este tipo de alertas, cada vez más necesarias en la sociedad de hoy. Las cofradías, una vez más, son una suerte de dique de contención contra el feísmo. O, si lo prefieren, salvaguardan un concepto estético, unos criterios litúrgicos y, en general, unas formas que son fundamentales para que las cosas se hagan bien. "Decathlon ha hecho mucho daño", oímos decir en un atrio. No se trata de "chaquetitas", ni de disfraces, sino de revestir de importancia las cosas que son importantes. Se ruega a los hermanos no acudir en calzado deportivo. Pero es que hay clubes privados de Sevilla donde hay que advertir a los (señores) socios que no deben permanecer con el torso desnudo en la terraza del bar de la piscina. ¡Así estamos en unos sitios y en otros! Se trata de respetar o mostrar que se respeta tanto a las personas como los lugares sagrados. Ejemplar la Esperanza de Triana. Una ovación por hacerlo y el tacto con el que lo ha hecho. Hoy se necesita no solo la reafirmación de los criterios estéticos de un cortejo (pasos, insignias, túnicas, etcétera) sino de los asistentes a una ceremonia religiosa. Todo cuidado es poco. Con "respeto y consideración".
¿A Dios por la música?
Otro baño de realidad. En los inicios de la década de los noventa producía una sonrisa el tipo que se presentaba en los conciertos con micrófono de pértiga. Grababa todo. Comenzó también a seguir a las bandas en las procesiones. Siempre en silencio y con el dispositivo al alza. Hasta le pusieron un mote. Debe tener el archivo musical más completo de los conciertos y salidas procesionales de los últimos cuarenta años. Recordamos ahora a este personaje por el disparate absoluto que sufrimos con las bandas de música. ¡Cuántos hacen ahora de manera obsesiva lo que aquel pionero de las grabaciones y nadie se ríe! Vemos normal el tramo de los teléfonos delante del corneterío. Y verdaderamente es mejor reír que llorar. Es otro baño de realidad de la Semana Santa que nos ha quedado, porque hace tiempo que dejó de ser una semana y se ha convertido en un fenómeno de duración indeterminada y efectos incalculables. Siempre hemos defendido la música como vía para llegar a Dios. Como la belleza o el silencio. Pero estamos contemplando unas escenas que en muchos casos son sonrojantes. Hay actitudes del género bobo. Absurdas. Que prueban que la era de los excesos no encuentra fin, sus muestras se multiplican, dejan un mundillo cofradiero irreconocible y del que tantos pueden sentirse expulsados de forma natural. La gente hace cola para grabar un concierto, incluso una sola marcha, como la hacen para entrar en un bar. Ovacionan el inicio de una composición como la salida de los futbolistas al terreno de juego. Asistimos a una espectacularización mediocre. Y no intuimos la evolución. O no queremos intuirla.
¿Inteligencia Artificial?
Es loable que el Ayuntamiento quiera la última tecnología en seguridad para la próxima Semana Santa. Y que se preocupe por el objetivo desde septiembre. No es que no se hayan usado ya herramientas de control de aforo y otras, es que la renovación es constante. Y conviene estar a la última. Se contempla el uso de un pronosticador de bullas. ¡Viva el algoritmo! Casi que nos confirmamos con que la Inteligencia confirme que es absurdo aforar ciertos sitios, caso de la entrada de San Isidoro, o tratar algunos espacios como un estadio olímpico donde el graderío está muy alejado de la pista donde se compite. Esperamos que el alcalde y el teniente Alés le pregunten a la Inteligencia Artificial: "¿Cómo conseguimos una Semana Santa segura en la que los sevillanos se puedan desplazas de unos sitios a otros como siempre habían hecho?". Espejito, espejito... Ese es el reto. Todos estamos dispuestos a renunciar por la seguridad, pero lo de 2025 no es que fuera excesivo, sino ridículo. Y, por supuesto, que no pase más lo del árbol sin podar en plena Plaza del Duque. Para eso no hace falta una inteligencia especial.
Sin Consistorio
Pasó septiembre. León XIV no ha seguido la costumbre de anunciar un Consistorio para la creación de nuevos cardenal. No lo ha hecho en ninguna de las comparecencias dominicales en el ventanal del Palacio Apostólico, como solían hacer Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. En septiembre hacían pública la convocatoria, daban a conocer los nombres de los nuevos purpurados y se fijaban las ceremonias para octubre. León XIV lleva desde mayo, se toma tiempo. Dicen quienes lo conocen de antes de ser Papa que es un hombre "tímido y reflexivo". Tampoco hay muchas 'vacantes' en el Colegio Cardenalicio. O, mejor dicho, está ahora mismo bien nutrido. Tope no hay. El Papa tiene total libertad. Se ve que no tiene prisas ni en nombramientos ni en viajes sonados. Salvo que hoy nos diera la sorpresa... Nuevo Papa, nuevos tiempos.
El pertiguero
Primer golpe. Oído: "Gran desayuno del señor arzobispo en los veladores de la plazuela de Santa Ana tras inaugurar el monumento del aniversario del Dogma de la Asunción en la Plaza de Cuba". Segundo golpe. Elección del pregonero. La propuesta de Antonio Garrido quedó en segundo lugar y la de Enrique Guevara, directivo del Corte Inglés y escritor, en el tercero. Tercer golpe. La noche fue larga para el gran elegido, José Antonio Rodríguez Benítez, feliz y entusiasmado. Su designación es una garantía. Desde primera hora estuvo con la Esperanza tras una noche que nunca olvidará. Y ciriales arriba. La Esperanza fue sencillamente perfecta. El paso por la Plaza de España fue un descubrimiento. Y el ambiente festivo en el Tiro de Línea fue como el mejor Lunes Santo. El día acompañó. Todo fue un derroche de belleza. Es otro baño de (la mejor) realidad.
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