La Policía Nacional en el Rocío: custodios de la alegría
Romería 2025
Unos 250 agentes vigilan la salida y entrada de las hermandades en sus localidades
El cruce en barcaza por Coria del Río es uno de los puntos más complicados de la peregrinación
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Son custodios de un camino que tiene en Coria del Río uno de los puntos clave. Este municipio ejerce de frontera natural entre el Aljarafe y la marisma. Aquí, donde el antiguo Betis adquiere hechuras de mar, la Policía Nacional presta un servicio esencial en el acompañamiento de los peregrinos que cruzan el río en barcazas. Uno de los momentos del Rocío que más público congrega, especialmente la tarde del lunes, cuando hasta las orillas de la antigua Caura llegan, entre otras corporaciones, Granada, que llena de fiesta las calles del pueblo de los albures.
Desde 1992 Pedro González Almansa trabaja en la vigilancia de las salidas y entradas de las hermandades sevillanas en sus localidades, además de prestar tal cometido en el cruce del Guadalquivir por Coria. El inspector jefe de la Policía Nacional se encuentra a pie de embarcadero en uno de los miércoles más complicados del año. En Sevilla capital empiezan su peregrinación cuatro hermandades, algunas tan numerosas como Triana.
Los alrededores de este enclave ribereño están animados desde bien temprano. Los peregrinos que han pernoctado en el municipio llenan los bares de la zona. Huele a café. Las tostadas, generosas en mantequilla y chacinas, preparan el cuerpo para otra larga jornada. El despliegue policial también resulta muy generoso. Hay agentes a caballo, otros a pie y muchos voluntarios de Protección Civil.
"El dispositivo de la Policía Nacional en la provincia durante el Rocío lo componen 250 efectivos", explica González Almansa, quien destaca que la Unidad de Caballería se encuentra al 100% estos días, con 80 agentes. Incluso se presta apoyo a Huelva y Cádiz. En la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) trabajan para la romería 45 agentes, divididos en dos grupos. A ellos se suman otros diez destinados a los medios aéreos, "que nos facilitan rápidamente una visión de cómo fluye todo".
En esta complicada jornada hay tres ejes principales que atender. El del Cachorro-Camas, por donde salen Macarena y Triana; el de Tablada-San Juan de Aznalfarache, por donde suben al Aljarafe Sevilla y el Cerro; y el de Dos Hermanas-Coria, que incluye el mítico cruce por el río, que tanta atención mediática acapara los últimos años. El cometido de la Policía Nacional es, principalmente, custodiar y acompañar a las hermandades en sus salidas y entradas. Además, velan por "el buen ambiente" en los sesteos y pernoctas, que no pocas veces se ve empañado por los efectos que causa la ingesta de alcohol. "En cualquier momento puede saltar la chispa", admite el inspector jefe.
En el embarcadero de Coria se presta especial atención a esto último, a que la convivencia no se altere en ningún momento o, al menos, el menor número de veces. No es nada sencillo. Aunque el cruce en barcaza está cargado de lirismo, el alcohol, el cansancio, el calor y otros factores pueden dar al traste con uno de los tránsitos más bellos del camino. No son pocas las ocasiones en las que los agentes se han visto obligados a intervenir en casos de "picaresca". "Pactan un precio con el barquero para cien personas y luego son más las que entran", advierte González Almansa, a quien acompaña Sonia Canto, inspectora jefa del grupo de caballería; y Francisco Noguera, subinspector.
Al otro lado del río esperan los romeros de Las Cabezas de San Juan para llegar a Coria. Aún no son las once de la mañana, pero el sol empieza a apretar. Las temperaturas para este miércoles todavía serán suaves. Máximas de 31 grados. No obstante, cuando el astro rey hace acto de presencia se necesita buscar la sombra que proporcionan los altos árboles que flaquean el Guadalquivir. Mauricio Cordero lleva 45 Rocíos transportando a peregrinos, carretas, charrés y carriolas de una orilla a otra. "Antes sólo lo hacían Los Palacios y Dos Hermanas", recuerda. En la actualidad son 22 hermandades las que cruzan el antiguo Betis a la ida y sólo ocho a la vuelta.
Cordero aprendió el oficio de su abuelo, que lo llevaba al embarcadero con siete años. Mucho ha cambiado la romería durante este tiempo, en el que se ha vuelto demasiado sofisticada. Los romeros buscan ahora el máximo confort, de ahí esas carriolas voluminosas con todo tipo de accesorios. Muchas de ellas evitan el cruce fluvial y llegan hasta la capital por carretera para luego dirigirse a Coria y retomar el camino. Los precios también influyen en ello: 120 euros por tractor con remolque. Para los vehículos de tracción animal se aplican diferentes tarifas, en función siempre del número de equinos. Un charré con un mulo cuesta 35 euros. A los barqueros se les invita a las reuniones de seguridad que, dentro del Plan Romero, se organizan para coordinar los dispositivos. En una de ellas se aborda este emblemático cruce. "Si me pagan por adelantado, hay descuentos", comenta Ezequiel Cordero, otro de los responsables de esta empresa familiar, que posee tres barcazas, la más grande la usan para las carretas de los simpecados, que incluye a los peregrinos que los acompañan. "Los mayores problemas aquí los origina el alcohol", admite.
La Policía Nacional interviene en tales situaciones o cuando la buena convivencia se ve afectada por episodios de calor y cansancio. Además de estas funciones, este cuerpo de seguridad del Estado desempeña otros cometidos durante la romería. Uno de los que más se refuerza es el de la Policía Judicial, pues los amigos de lo ajeno aprovechan la ausencia de las familias que hacen el camino para robar en sus viviendas. Especial importancia tienen, de igual modo, las patrullas antiterroristas, colocadas en puntos estratégicos, como el puente del Patrocinio y el del Hierro, lugares de entradas y salidas de las hermandades de la capital, al encontrarse España en nivel de alerta cuatro.
Durante la peregrinación, la Policía Nacional presta 500 servicios en la provincia. Además de los descritos, acompaña a tres hermandades en la presentación oficial ante la Blanca Paloma. Este 2025 lo hará con la Castrense de Tablada, que aglutina a este cuerpo; a la de Lebrija, por celebrar los 50 años de su fundación; y la de Sevilla, a la que está vinculada desde la década de los 80, corporación que cumple tres cuartos de siglo de caminos.
Se acerca el mediodía mientras prosigue la charla con el inspector jefe. Los bares de la orilla coriana siguen concurridos. Se deja el café y aparecen las primeras cervezas. El tiempo adquiere una dimensión distinta entre el público que espera el desembarque de peregrinos. Predominan la chavalería y los jubilados. La bulla viene por la tarde, una vez acabada la jornada laboral. Aunque este pueblo, desde que el pasado martes su hermandad se echó a andar, se encuentra bajo mínimos.
Cruza el río el simpecado de Las Cabezas. Se reza la salve en la barcaza. Luego se baila y se canta. Se han dispuesto las lonas para que los animales no se asusten al pisar la chapa de la embarcación. Los buzos de la Guardia Civil contemplan a pocos metros la escena. La suave brisa pone la última pincelada a esta estampa costumbrista, a la que no le quitan ojo los agentes. Una vez en tierra coriana, dos policías a caballo escoltarán a la comitiva hasta la parroquia del municipio. A trote, a pie o en el río. Custodios de la alegría.
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