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Daniel Gascón | Periodista y escritor

Daniel Gascón: "El humor es una defensa"

El periodista y escritor Daniel Gascón.

El periodista y escritor Daniel Gascón. / José Ángel García

Sin considerarse un aragonés profesional, Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) presume de un carácter "cojonero" propio de paisanos como Miguel Servet. Siendo filólogo, ha debido de ser el cierzo el que lo ha conducido a Madrid y a sus cuitas cortesanas. Colaborador en la prensa capitalina y responsable de la edición española de Letras Libres, Gascón ha publicado Fake news. Cómo acabar con la política española (Debate), un tomo que recopila sus más recientes artículos publicados y se estrena como viñetista. Como desvelador del absurdo de la cosa pública, el autor enuncia la ley de Gascón: toda sátira es una profecía y toda parodia es eufemismo.

–Goya, Buñuel, Sender... Nacer en Aragón debe de imprimir carácter.

–Hay un sentido del humor un poco brutal pero en el fondo tierno... Y está la cabezonería, con la que me reconozco... o Servet, gente con un espíritu de mosca cojonera, por así decirlo. Son cosas que al final forman parte de uno. Luego todos hacemos una poética, la mayoría inventada, pero lo importante es no tomársela en serio, que es lo que le pasa al nacionalismo.

–Borges dijo de Lorca que era un andaluz profesional. ¿No va habiendo ya mucho profesional de la identidad?

–Creo que sí. Nos hemos convertido en actores de nosotros mismos. Lo que a mí me divierte es que todas las identidades son muy compuestas. Los andaluces son muy distintos unos de otros. Uno es malagueño pero tiene una novia alemana y es otra cosa ya. Al final me quedo con que todas las identidades son mixtas y que uno no debe tomarse tan en serio.

–¿No es cada vez más difícil en España la conllevancia entre los vecinos?

–Parece que sí, pero a veces creo que el enfrentamiento está más en la política y en los medios que en la calle, por fortuna. En la calle se habla de muchas cosas que no es la política. Al revés que en otros países, parece que la polarización no ha afectado a la gente. Eso es una suerte.

–¿Es la sátira más eficaz para la crítica política que el ensayo?

–A veces es más inmediato. La viñeta es una imagen y una frase en las que puedes condensar una idea de un modo rápido. También creo necesario el ensayo. Una cosa ayuda a la otra. Pero esta vez me pareció que había algunos elementos de la política y de sus palanganeros, por decirlo así, que se podían entender mejor con la sátira.

–¿Es más de reír o de sonreír?

–Seguramente soy más de sonreír, pero me encanta el bombardeo improvisado de chistes de una reunión de amigos. Ésa es para mí la idea de la felicidad.

–¿Qué no le hace gracia?

–Hay cosas que de primeras siempre te cabrean. Creo que hacer sufrir a alguien es algo que nunca hace gracia pero, con el paso del tiempo, otras cosas que te dan rabia las puedes mirar con humor. Woody Allen decía eso de que la comedia es igual a tragedia más tiempo.

–¿Se iría a una isla desierta con Allen, Groucho Marx, Buster Keaton o con Jardiel Poncela?

–Depende de para qué...

–... Para un tiempecito.

–Con Groucho lo pasaríamos muy bien y con Keaton, por sus habilidades acrobáticas, seguro que sobreviviríamos más tiempo en la isla.

–Partiendo de la ley de Gascón, haga una profecía del imperio de la ley del pinchazo en los medios de comunicación.

–Pues lo que nos ha pasado a todos cuando pinchamos una noticia para entender las diez mejores formas de tener sexo en la ducha y salimos sin enterarnos.

–¿Cuál sería, dentro de esa ley de Gascón, la parodia del tertualismo televisivo?

–Cualquier tertuliano sería la parodia de nosotros mismos.

–¿Un opinador nace o se hace?

–Creo que un poco se hace. Es verdad que siempre hay gente que tiene más pasión por decir lo que piensa y luego, muchas veces, acaba profesionalizándose. Con las redes sociales es además más fácil que se conozca la opinión de otros, algo que tiene también sus cosas positivas, pero creo que a veces la omnipresencia de la tertulia tiene que ver con la precariedad, que la opinión es un más barato que mandar a alguien a cubrir una noticia en el lugar que sucede.

–¿La corrupción en el Parlamento Europeo por el Mundial de Qatar es más una farsa o una tragedia?

–Es las dos cosas a la vez. Aparte de debilitar la idea de Europa como paladín de los valores éticos, es bueno que se esté investigando, que haya una rendición de cuentas. La parte inquietante es pensar que, si esto sucede con Qatar, nos hace pensar que ha ocurrido con otros países y en otras situaciones. Es una mala noticia pero puede ayudarnos a mirar más las cosas.

–¿Son tachados de cínicos quienes emplean el humor para la crítica?

–Y otra cosa que nos dicen es que siempre hacemos chistes sobre los mismos. Hay que empezar por uno y por los que supuestamente están a su lado, porque a veces te puedes convertir en un ser acomodaticio. El humor es una defensa y hay que intentar que no sea una postura que adoptas porque te pones mal pero que al final te hace más daño. Para mí, ése es el límite del humor y no saber de lo que puedes hacer un chiste y no.

–¿Cuál es el término más bochornoso creado por la política recientemente?

–Lo de la resiliencia se ha comentado ya mucho... Muchas palabras se han vaciado de contenido o que significan lo contrario dependiendo de quién lo diga. El ejemplo más claro es cuando el golpe posmoderno en Cataluña, en la que se clamó por una democracia muy difícil de entender. O hace unos días en el Congreso, donde los dos grupos se han acusado de golpe de Estado, entendiendo cada uno cosas distintas por golpe.

–¿Y algún hallazgo económico?

–Uno de mis favoritos fue aquella "desaceleración acelerada" de Zapatero durante la anterior crisis. Eso es difícil de superar.

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