"En periodismo lo que vale es el criterio, no los cacharritos"
Iñaki Gabilondo, periodista
Con 'El fin de una época' el comunicador pretende dejar claras unas cuantas ideas sobre una profesión "maravillosa", con la intención de contar vidas.
Durante los últimos 45 años de profesión ha visto la vida desde un palco en preferente. Ha sido testigo en primera fila de la salida del franquismo, la llegada de la democracia, el golpe de Estado... Después de tantos años de vida profesional Iñaki Gabilondo (San Sebastián, 1942) ha dado por cerrada una etapa, ha bajado el balón al suelo y ha lanzado unas cuantas ideas para ordenar la confusión que reina en los últimos tiempos en el mundo del periodismo. Se pueden leer en su libro El fin de una época.
-Su nuevo libro anuncia un periodo en el que ya estamos instalados. ¿Cómo es este nuevo mundo?
-Es difícil responder porque está desmoronándose un mundo y se está apuntando otro, pero ni uno se ha desmoronado ni el otro se ha perfilado. Lo que sí sé es que estas situaciones suelen introducir mucha confusión y es bueno tener cuatro o cinco ideas sobre el periodismo muy claras.
-La primera...
-El periodismo es una actividad de responsabilidad pública y conviene recordarlo porque hoy parece que el periodismo se legitima porque tengas muchos espectadores, oyentes o lectores, y eso está muy bien pero no hay que olvidar que hay una responsabilidad pública. Me crié convencido de que el periodismo tiene una responsabilidad social y me moriré creyéndolo.
-¿Tiene futuro el periodismo?
-Los periodistas van a sobrevivir en la medida en que sean útiles a la sociedad y van a ser derrotados por la propaganda en la medida en que no ejerzan esta utilidad y se conviertan en herramientas del poder, instrumentos de otro tipo de intereses. Creer que el periodismo no tiene una responsabilidad social es una condena de muerte para el periodista, por este camino el periodismo morirá, y pronto.
-Hay más de 3.500 periodistas que han perdido su trabajo en esta crisis y la credibilidad de nuestra profesión no atraviesa su mejor momento.
-Siempre digo que el mayor enemigo de la libertad de expresión es el paro, los contrato basura. Un periodista en estas circunstancias tan frágiles es muy fácilmente maleable. Entiendo estas circunstancias y no le digo a nadie lo que tiene que hacer pero ante estas adversidades es conveniente tener claro en qué consiste este oficio. Como consecuencia de la precariedad laboral se están haciendo cosas que no se deben hacer. A lo mejor no hay otro remedio, pero que se sepa que no se pueden hacer determinadas cosas en nombre de la libertad de expresión. No se puede andar contándole a la gente las interioridades y las miserias de determinadas personas en nombre de la libertad de expresión, porque nada tienen que ver. Si estas personas tienen que sobrevivir haciendo cosas que yo he tenido la suerte de no tener que hacer, pues no las voy a juzgar pero les tengo que decir que no se equivoquen creyendo que lo que están haciendo es periodismo.
-Su libro va dedicado "A aquellos de los que se ríen cuando dicen que van a ser periodistas". ¿Qué consejo le daría a los estudiantes de Periodismo?
-En esta época de confusión les diría que no se preocupasen por las herramientas, por los cacharritos. Los artilugios tecnológicos los vamos a aprender, y los que ahora conocemos, dentro de 15 días no sirven. La clave es tener criterio. La pregunta es ¿tenéis cosas que decir?, ¿os estais preocupando por conocer al otro? La realidad social es vuestra actividad y ya la desarrollaréis con las herramientas que toque. Lo importante es tener algo en la cabeza, que te importe lo común, lo público. Nuestro oficio versa sobre la sociedad. Así como el ebanista trabaja con madera, nosotros trabajamos con la gente y sus derechos, así que si no te importa la gente, ni lo público ni sus derechos, pon una mercería en Albacete y no te dediques al periodismo.
-¿Y a las empresas periodísticas?
-Hay que parapetarse en una barrera ética. El periodismo debe marcar posiciones (las informaciones no se dan si no se confirman, hay temas en los que no entramos...) Sería muy bueno que pudiéramos fabricar algo así. Y si no se puede, por lo menos que quede claro dónde está la raya. O el periodismo establece esa barrera ética o todos los poderes para ganar más audiencias irán rompiendo barreras que irán derribando en nombre de la libertad de expresión.
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