Uno de los principales implicados del 11-M sale de la cárcel de El Puerto
Rafá Zouhier, condenado a diez años por los atentados del 11-M, salió de madrugada de la prisión de Puerto 1 y posteriormente fue expulsado a Marruecos.
Diez años y seis días después de la mayor matanza sufrida en un solo día en este país desde la Guerra Civil, de una conmoción colectiva que acabó con cientos de miles de inocencias, no sabemos qué o quién es Rafá Zouhier, un personaje imprescindible en la construcción de la teoría de la conspiración sobre los atentados a los trenes de cercanías de Madrid que un fin de invierno como éste dejaron una estela imborrable de más de 190 muertos. Sabemos que en el juicio del 11-M se declaró "superinocente", sabemos que el juez Bermúdez le dijo que se ahorrara lo de 'súper', que fue condenado a diez años, que se casó el pasado mes de septiembre en la cárcel de Puerto 1 con una española, una madrileña llamada Paloma Álvarez, profesora de informática, y que sale de prisión con su pena íntegramente cumplida.
Incluso sabemos que ha sido un preso de esos que se curran su futuro con locuacidad. Ha hablado con algunos medios de comunicación hasta la extenuación; dentro del trullo ha sido un muchacho modelo, amable con los funcionarios y con los compañeros, monitor de artes marciales en el gimnasio, preparaba comidas musulmanas y servía mesas. Un halo de 'estrella' mediática resplandecía en su cráneo rapado y sus gafitas intelectuales. Dice que está muy enamorado de su mujer, que no ha faltado a un solo vis a vis mensual desde el enlace.
De madrugada salió de Puerto 1 en un furgón después de que unos policías lo entregaran a otros policías con una orden de detención administrativa redactada en 2009 por vulnerar la ley de extranjería. La ley es muy clara en su artículo 57,2: "Constituirá causa de expulsión, previa tramitación del correspondiente expediente, que el extranjero haya sido condenado, dentro o fuera de España, por una conducta dolosa que constituya delito sancionado con pena privativa de libertad superior a un año". La Policía le ha expulsado esta madrugada a Marruecos informaron fuentes de Ministerio del Interior. La expulsión se ha producido de madrugada, concretamente a las 02:30 h. cuando fue trasladado a Tánger por los agentes policiales, han precisado las mismas fuentes. De este modo, se cumple el deseo manifestado por las víctimas del terrorismo que solicitaron la expulsión inmediata de Zouhier, de nacionalidad marroquí. También el departamento que dirige Jorge Fernández Díaz había manifestado la voluntad de que fuese expulsado nada más recobrar la libertad.
Pero quién es este hombre, quién es Zouhier. Quizá un mentiroso compulsivo. Quizá, aunque sea menos probable, el héroe que vende su abogado, el hombre que quiso avisar de que iba a suceder lo que sucedió. Confidente de la Guardia Civil, que es de las cosas que sobre él hay probadas, traficante de hachís, Zouhier se ha construido una imagen sobre una desgracia nacional que se escenificó el pasado lunes con una ceremonia religiosa en la que se volvió a hablar de oscuros designios del poder. ¿Y Zouhier? ¿Qué tiene que ver Zouhier con los oscuros poderes? Probablemente nada.
Si se elimina el polvo de la paja, Zouhier es un elemento imprescindible para la comisión de los atentados del 11-M, pero, pese a que la Fiscalía llegó a pedir 40.000 años de condena, el juicio pareció mostrar a un tonto útil. Lo que demostró el juicio fue que Zohuier, de profesión trapichero, conoció en una anterior estancia en prisión al exminero asturiano Suárez Trashorras y comentó a Jahmal Ahmidan, El Chino, lo fácil que era conseguir explosivos. Y El Chino sí que era un tipo peligroso. En definitiva, el trapichero Zohuier, chivato de pequeños negocios ilegales, no lo fue de éste. Es posible que El Chino, encargado en esta célula de matar, de preñar explosivos de tornillos, hubiera encontrado explosivos de otra manera. Los encontró de ésta. Y en medio estaba Zouhier, nacido en Casablanca en 1979, con cara de niño bueno, con cara de yo no he hecho nada.
La propia sentencia describe su intervención: "No consta que Zouhier conociera, siquiera en términos generales, la acción criminal concreta que iban a llevar a cabo aquellos a quienes facilita el acceso a la dinamita". Hasta ahí su 'superinocencia'. Ahora, su 'superculpabilidad': "Pero sí conocía el radicalismo de Jamal Ahmidan y su banda, así como que el explosivo que consiguiera a través de su mediación podía ser empleado en acciones terroristas".
En vísperas de su salida de prisión Zouhier ha escrito una carta. Dice: "Mi único crimen ha sido alertar sobre traidores que odian a su país, antes de que asesinara a sus propios paisanos -en referencia a la inmolación en el piso de Leganés-". Sigue: "Ojalá se sepa la verdad".
Pocos dudan que la salida en libertad de Zouhier puede suponer durante un tiempo alimentar los agujeros negros de una investigación, que han existido y que, sin ser determinantes, han sido los cimientos de una novelesca teoría alternativa que ha pervivido durante una década. También es cierto que parece improbable que Zouhier, que se ha comido diez años de prisión, primero, por ser un mal chivato y, segundo, por ser un bocazas, pueda aportar ni un solo dato veraz sobre lo sucedido. Si ni siquiera tenía conocimiento de por qué quería El Chino la mercancía de Trashorras, difícilmente pueda saber nada de una estrambótica cadena de hechos que buscarían acabar con el poder del PP en España sacrificando a casi 200 inocentes. Básicamente, se conoce todo lo que sucedió. Básicamente, se conoce la verdad. Zouhrier, preso o en libertad, en España o en Marruecos, casado por conveniencia o por amor, no cambia nada.
"Esto no va a ser como lo de los etarras de la doctrina Parot. No va a haber familiares de víctimas a las puertas. Es un tipo que ha cumplido su condena y punto", comentan fuentes policiales . No fue exactamente así. Salió de noche. Aunque su mujer y su abogado comieron en la venta El Cepo, nadie, excepto medios de comunicación de toda España, le esperaron en su salida. No era un preso cualquiera. Es el primer condenado que queda en libertad tras el juicio del 11-M.
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