Masculino singular

Un portuense, de Oporto, Paolo Henriques, es la peculiar imagen de Loewe El albino Shaun Ross es el modelo masculino del momento

Paolo Henriques, a lomos de una valiosa moto sueca, en el anuncio de Loewe. A la derecha, en su 'book' personal y, ya sonriente, en la prepración del spot.
Francisco Andrés Gallardo

24 de octubre 2015 - 01:00

Traer de serie un rostro agraciado realmente no tiene tanto mérito. Ser guapo (o feo) no es cuestión de modas y hay hombres que sin ser nada del otro mundo se han convertido en ídolos femeninos, y por supuesto, también masculinos. Ahí está el hijo de Anacleto, Quim Gutiérrez, el 'guapifeo' es pañol más universal, incluso metido a modelo para El Corte Inglés. Ser guapo no es necesario del todo, aunque a veces ayude (bastante), para triunfar.

El desafío está en cuidar el cuerpo y la imagen, formarse y ser aceptablemente formal, mantenerse atento a un estilo, a unas formas y a una personalidad que alimenten un magnetismo, siempre invisible pero reconocible: la cuestión es convertirse en una persona atractiva (hombre o mujer). Un atractivo que debe mimarse a diario y que no se fabrica en un pis pas a lo Cámbiame, por mucho que la genética haya sido benefactora y pese al milagro que a veces puedan obrar los asesores.

El atractivo es una combinación de presencia (un aspecto cuidado) y esencia (un estilo cuidado). En la política es casi igual de decisivo que en la moda, donde hay que saber arriesgar para crear una imagen diferente.

Si el espejo no es complaciente entonces habrá que darle coba y trabajarlo. Evidentes feos de las alfombras rojas como el Sherlock Benedict Cumberbatch, el Steven Hawking Eddie Redmayne o el Manolete Adrien Brody se crecen con vestuario, peinado y sobre todo, con carácter propio. Con un aura más hecha que de origen.

El icono heterodoxo más sorprendente que ha cautivado en las marquesinas de los autobuses y las contraportadas va unido a la marca Loewe, firma que lo ha recuperado en este año para su nueva versión del perfume Solo, Solo Cedro. Sí, ese tipo de la nariz quevediana y perfilada perilla al que nadie le pone nombre se llama Paolo Henriques, portugués. En concreto portuense, de Oporto. Un modelo cuya vida profesional transcurre entre París y Moscú y con una pose ya familiar que ha estado muy presente en el último decenio en España, desde donde ha dado la vuelta al mundo. Su perfil altanero tiene evocación de El Greco, de personaje de Velázquez, y esa motivación clasicista fue la que llevó a Loewe a confiar en la imagen internacional de un feo clamoroso. Feo, pero no tanto; es decir, feo con atractivo.

En su nueva imagen va a lomos de una valiosa motocicleta artesanal, tras quedar atrás los invisibles cascos de los caballos de los primeros spots. Henriques, siempre enigmático, vuelve a presidir los carteles y los anuncios navideños con un rostro serio, firme, que no tiene nada que ver con su carácter desenfadado y divertido en la vida real, donde siempre sonríe. El modelo luso posó hace unos días en una presentación de la campaña de su aroma junto a Alejandra Silva, precisamente actual amor de Richard Gere, el magnetismo encanecido por excelencia de los ojos más diminutos de Hollywood.

Henriques, por su parte, nunca renunciará a su peculiar rostro que le dota de esa personalidad única. Ni se someterá a cirugía y ni siquiera al photoshop en el papel. Antes muerto que retocado, lo declara en cada entrevista que concede.

El portugués pertenece a esa reconocible estirpe de hombres con sello, que atrapan las miradas ajenas, como Tyrion Lannister, el actor Peter Dinklage, con un carácter cautivador que se sintetiza en sus ojos, sin importar la estatura. Otro rostro peculiar, el de Adam Driver, le ha convertido en el gran malo de la nueva Star Wars donde Han Solo-Harrison Ford demuestra en el avance de la película que los años tampoco son obstáculo para mantener intacto el imán. En España cuenta con compañeros de atractivo madurado bajo los focos como Luis Tosar, Raúl Arévalo o el malagueño Antonio de la Torre, al que pueden sumarse dos paisanos como Dani Rovira o Canco Rodríguez.

Y hay rostros imprevisibles como el de Shaun Ross, un joven albino negroide, nacido en el Bronx, que es el modelo masculino más solicitado en estos momentos, con permiso de David Gandy (el de Dolce & Gabanna) donde cara, percha y carácter ahí sí se unen con una naturalidad la mar de envidiable para el resto de la humanidad.

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