Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia

La abogada Encarnación Molino, nuevo miembro de la academia de Legislación y Jurisprudencia

La abogada Encarnación Molino, nuevo miembro de la academia de Legislación y Jurisprudencia

La abogada Encarnación Molino, nuevo miembro de la academia de Legislación y Jurisprudencia / josé ángel garcía

La abogada Encarnación Molino ha ingresado como nuevo miembro de la Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia. Se trata de la tercera mujer que es nombrada académica numeraria, tras Carmen Moya y María del Amor Albert, aunque la institución también cuenta con otras dos mujeres como académicas correspondientes: Ana Orellana y Elisa Pérez Vera.

Encarnación Molino, que dirige el área Penal del bufete Montero Aramburu, ingresó anoche con un discurso titulado "La responsabilidad penal corporativa, derecho a la presunción de inocencia y derecho de defensa", que recibió la contestación del también académico, el penalista Francisco Baena Bocanegra.

La letrada comenzó su intervención expresando su "profunda gratitud" a los miembros de la Real Academia por el "alto honor" que supone su elección como académica numeraria, un nombramiento que, según dijo, asume con la "alegría y la ilusión de compartir la sabiduría y experiencia de tantos maestros que la componen". No obstante, mostró su responsabilidad por estar a la altura de "juristas tan reconocidos y prestigiosos, como lo era Pedro Luis Serrera Contreras", a quien sucede en la institución.

Molino recordó en su discurso las palabras de Joan Manuel Serrat al recibir la gran cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio: "a mí, ¿por qué?", una pregunta que hizo suya por la distinción que le ha concedido la academia sevillana de Legislación y Jurisprudencia.

Tuvo palabras de recuerdo para su etapa de estudiante de Derecho en la Fábrica de Tabacos: "El claustro de la Facultad de Derecho del que disfruté en aquellos años se componía de juristas de la talla de los profesores José Martínez-Gijón, Pedro Cruz Villalón, Fernando Pérez Royo, Juan Jordano, o del ilustre académico y catedrático de Derecho Alfonso Pérez Moreno, del que guardo un grado recuerdo de sus clases magistrales".

La abogada Encarnación Molino. La abogada Encarnación Molino.

La abogada Encarnación Molino. / josé ángel garcía

Su formación jurídica continuó con Carlos Granados y Santiago Martínez-Vares, quien contribuyó a su "percepción del juez estudioso, justo e íntegro, cercano en la sala de lo Contencioso-administrativo del TSJA, y ya después, más lejos, en el Tribunal Constitucional, no obstante, siempre pendiente de mis avatares profesionales, y dispuesto a darme su apoyo".

Sobre el penalista Francisco Baena Bocanegra, con quien su "camino se cruzó", dijo la nueva académica, confeso su "afecto y admiración, que sigue creciendo cada día" por un "entrañable maestro, amigo y colega. He recibido mucho de él: su ejemplo de estudio constante, su entrega sin límites, su sacrificio personal, su compromiso, su generosidad y su entusiasmo, aún en las más duras batallas jurídicas". Así, explicó que Baena Bocanegra le ha transmitido un tesoro importantísimo en subida: "su pasión por el ejercicio de la Abogacía, que es hoy mi pasión por mi profesión".

Igualmente aludió al que fuera fiscal jefe de Sevilla durante dos décadas, Alfredo Flores, un "hombre sabio del que admiro su enorme capacidad intelectual y aprendo de él en el enriquecido debate jurídico contradictorio, siempre amable y exquisitamente respetuoso".

Por último, recordó a sus compañeros de Montero Aramburu, un despacho "con raíces fuertes, de trayectoria impecable y experiencia muy consolidada, que surgió hace ya 50 años por la dedicación y bien hacer de los que estuvieron antes que nosotros, y de cada uno de nosotros cada día. He aprendido mucho de nuestros fracasos y de nuestros éxitos, pero sobre todo del norte que nos guía: el trabajo bien hecho". Y concluyó con un recuerdo "profundo y emocionado" para sus padres, y también expresó su gratitud a su marido, el también abogado Alberto Revuelta, por su "inmenso amor e inconmensurable comprensión, siempre y en toda circunstancia", así como para su hijos Inés, Alberto y Hortensia.

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