Crimen de Valencina

El asesino confeso de Pituli: “No tengo perdón de Dios”

José Alejandro P.N., frente a la magistrada que dictará sentencia una vez se conozca el veredicto.

José Alejandro P.N., frente a la magistrada que dictará sentencia una vez se conozca el veredicto. / Juan Carlos Muñoz

El juicio por la muerte a cuchilladas de un vecino de Valencina de la Concepción quedó ayer visto para veredicto después de una sesión en la que José Alejandro P.N., el asesino confeso, quitó todo el protagonismo a los informes de las acusaciones, de su abogado y de la defensa de la otra investigada. El joven de 24 años, frente a su parquedad casi absoluta en palabras cuando le tocó ser interrogado el pasado lunes, se explayó sin embargo en el ejercicio de su derecho a la última palabra y no sólo pidió “disculpas” a la familia, sino que fue más allá en su reconocimiento de los hechos: “No tengo perdón de Dios”, llegó a decir.

Ocurrió al final de la cuarta jornada del juicio que se está celebrando en la Audiencia de Sevilla, cuando las partes ya habían expuesto sus informes definitivos y al jurado popular sólo le quedaba oír la última palabra de José Alejandro P.N. y Marta M.D. La pareja de la víctima, acusada de encubrir el asesinato, optó por no decir nada. El asesino, tras intercambiar una mirada con su abogado, sí se acercó al micrófono que graba todo lo que se dice durante el juicio y se apresuró a “pedir disculpas”.

“No tengo perdón de Dios. No estaba en mis cabales, en ese momento no era yo. La condena que sea me la merezco. Pido perdón a la familia”, aseveró el joven, para quien la Fiscalía, los tres hijos de la víctima y su propio letrado solicitan diecisiete años y medio de prisión por asesinato y cinco meses por profanación de cadáver.

La acusación pública quiso recalcar en la parte final de su informe que esa pena, en caso de ser condenado, debe cumplirse “en una cárcel, no en un centro psiquiátrico”, ya que cualquier trastorno que pueda padecer no le impedía comprender lo que hizo esa tarde del 27 de julio de 2020. “No se dejen confundir por las apariencias. Ambos entienden perfectamente la diferencia entre el bien y el mal”, insistió el fiscal a los componentes del jurado.

“Hay cosas que nunca vamos a saber, como la relación real entre el trío” que estaba en la casa o “lo que originó el incidente”, lamentó el fiscal. Lo que sí está “clarísimamente acreditado” es que José Alejandro P.N. atacó “a traición” a la víctima, conocida en el pueblo como Pituli, después le provocó un “sufrimiento extremo” y por último, en su intento de eliminar pruebas, “intentó cuartear el cuerpo como si fuese un trozo de carne”. “Díganme si no era gratuito y ofensivo cómo trató el cadáver. El cuerpo estaba medio metido en un carrito de la compra y se hicieron cosas repugnantes. Eso es ofender la memoria del fallecido y su familia”, criticó el Ministerio Público. La hija de la víctima no oyó esa última frase porque no pudo más y abandonó la sala durante unos minutos. “La profanación está muy poco castigada en nuestro Código Penal”, lamentó su abogado.

Hasta el representante de José Alejandro P.N. coincidió: “Lo mató de manera traicionera, fue un crimen atroz”. El letrado también recorrió la biografía de su cliente y recordó que sus padres ya lo llevaron a una consulta de salud mental cuando tenía sólo ocho años. No volvió hasta trece años después, pero “tampoco hubo continuidad”. Tras calificar su comportamiento como “propio de un niño”, porque “se vino abajo” después de recibir a los policías “con cierta bravuconería o insolencia”, la defensa recordó que en el juicio “contestó a todas las preguntas”, lo cual “no deja de ser una forma de colaborar con la Justicia”, sentenció.

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