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Condenan a la banda de ladrones que atemorizó al Aljarafe: “Cambien la orientación de sus vidas”

La Audiencia de Sevilla manda a la cárcel a un caco que acepta dos años y ocho meses, pero también ‘perdona’ la prisión a otros dos: “Aprovechen la oportunidad”, les dice el tribunal

Los acusados llegaron a asaltar cinco comercios en una misma madrugada en febrero de este mismo año

Tres detenidos por una quincena de robos en el Aljarafe

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Las imágenes de la operación de la Guardia Civil contra la banda de ladrones del Aljarafe. / Guardia Civil

La Audiencia de Sevilla condenó ayer a los tres miembros de una banda de ladrones que a principios de año provocaron una gran inquietud entre los comerciantes de varios pueblos del Aljarafe, lo que no es de extrañar porque la Guardia Civil les atribuyó hasta quince robos. La alarma llegó a ser tan evidente que la Benemérita tuvo que poner en marcha la operación Alxaraf Preco para atrapar a estos cacos. Eso sucedió en febrero. Y ayer, diez meses después, los tres fueron enjuiciados por la Sección Primera y aceptaron penas que oscilan entre dos años y ocho meses de cárcel y un año y medio. Daniel R.R., en prisión provisional porque es multirreincidente, seguirá entre rejas. Antonio M.O. y José R.J. se librarán si cumplen varios requisitos, entre ellos el de portarse bien, por decirlo llanamente. “Ya va siendo hora de que cambien la orientación de sus vidas”, les instó el presidente del tribunal después de que los acusados diesen el visto bueno al acuerdo que su abogado había alcanzado minutos antes con la Fiscalía y, en consecuencia, aceptasen el relato de los hechos del Ministerio Público.

Según esa narración, todo empezó el 4 de febrero en Pilas. A las 2.00 de la madrugada, los cacos forzaron la puerta del bar Bédalo y se llevaron una televisión, una caja registradora, una estufa, una plancha para bocadillos, un tostador, un exprimidor, un barril de cerveza, botellas de alcohol, una paleta de jamón y tres quesos. Un rato después, a las 3.30, la banda se coló por las ventanas de la taberna El Cabildo y sustrajo un ordenador, una caja registradora, un amplificador, dos PDA, alcohol, un jamón y una hucha.

La banda volvió al trabajo una semana después. Esa noche del 11 de febrero fue un no parar: cinco robos en poco más de cuatro horas en tres pueblos distintos. En Carrión de los Céspedes atracaron la panadería Tita Nati: se llevaron un cajón de la caja registradora, una TPV y botes de champú y gel. A continuación se fueron en coche al Superbazar Pilas, lógicamente en la localidad homónima, pero no pudieron entrar pese a fracturar el cristal de una ventana. Ese segundo intento se produjo a las 4.30. Ni veinte minutos después, a las 4.48, ya estaban en otro negocio pileño, la confitería Caramelo, donde se apropiaron de dinero en efectivo y distintos bienes.

Otros veinte minutos más tarde, a las 5.08, los amigos de lo ajeno aparecieron en Huévar. Su objetivo era un supermercado Covirán. Primero recurrieron a un alunizaje y estrellaron su coche contra una puerta, pero no lograron acceder. Por eso volvieron a las 6.33. Entonces forzaron la puerta y tiraron piedras contra el cristal de la ventana, pero tampoco así hubo manera.

Aprovechando que ya estaban en Huévar, los cacos se dirigieron al Multiservicio Oasis. Alas 6.51 repitieron alunizaje y, ahora sí, derribaron parte del muro donde estaba anclada la puerta. Dentro se hicieron con un ordenador, un peso electrónico, una máquina expendedora de tabaco, estanterías y dos teléfonos.

Los acusados fueron localizados a primera hora de la mañana. Al día siguiente, un juzgado de Sanlúcar la Mayor decretó prisión provisional para Daniel R.R. Es el único que cumplirá la pena con la que se conformó ayer: dos años y ocho meses. Antonio M.O. firmó dos años y José R.J., un año y medio. El tribunal dictó sentencia firme en la misma sala y entonces, con el juicio ya finiquitado, el presidente se dirigió a ellos.

"No pedimos que sean buenas personas"

“Espero que sean conscientes del esfuerzo que se está haciendo para reducir sensiblemente las penas y suspenderlas. Quiero que se lo tomen en serio, las condiciones son claras y el tribunal va a hacer un seguimiento exhaustivo”, comenzó diciendo el juez Pedro Izquierdo. “No les pedimos que sean buenas personas, sólo que no cometan delitos. Tienen el voto de confianza del tribunal. Ya va siendo hora de que cambien la orientación de sus vidas. Hay modos, medios y formas para salir de esa situación”, añadió.

Con tono amable pero también firme, el magistrado prosiguió: “No quiero verme dentro de un mes revocando estas medidas [las suspensiones], asumimos un compromiso y los perjudicados seríamos nosotros. No nos defrauden, esperamos que aprovechen la oportunidad”, finalizó.

Las penas iniciales eran de siete y cuatro años

Antes de que su abogado negociase el acuerdo con la fiscal, los tres ladrones se exponían a una petición bastante dura de cárcel: siete años para Daniel R.R. y cuatro años para los otros dos miembros de la banda. La rebaja se basó principalmente en la aplicación de la atenuante de drogadicción, además con carácter muy cualificado. “En la época de los hechos eran consumidores de sustancias tóxicas que afectaban a sus facultades”, alegó la Fiscalía. Y esa reducción llevó al siguiente asunto: la suspensión de la ejecución de las penas de prisión más bajas. El tribunal concedió ese beneficio a Antonio M.O. y José R.J., lo que significa que no pisarán ninguna celda siempre que cumplan unas condiciones muy concretas.

En el caso del primero, seguirá en libertad si no comete ningún delito en cuatro años, paga las indemnizaciones a los comercios afectados junto al resto de acusados y sigue un tratamiento de desintoxicación. Para el segundo, los requisitos son casi iguales y apenas hay dos matices distintos: no podrá delinquir en cinco años y además deberá efectuar 109 días de trabajos en beneficio de la comunidad.

Los tres ladrones fueron condenados por un delito continuado de robo con fuerza en las cosas en local abierto al público fuera de las horas de apertura. A Daniel R.R. se le aplicó el subtipo agravado de haber sido condenado en firme por al menos tres delitos de la misma naturaleza. En su caso, según constaba en el escrito del fiscal, tenía en vigor ni más ni menos que cinco condenas.

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