Patrimonio Histórico

Revolución sorda en el patronato del Real Alcázar

  • La nueva composición del Patronato prescinde de la sabiduría de José María Cabeza y del único representante del sector turístico, Gustavo de Medina, que se alineó con Beltrán Pérez antes de la campaña electoral

Gustavo de Medina y José María Cabeza

Gustavo de Medina y José María Cabeza / M. G. (Sevilla)

JUAN Espadas es un tipo con estilo y con suerte. Alcanzó la Alcaldía con el peor resultado del PSOE de Sevilla en la historia de la democracia. Con once concejales. No sufrió las embestidas de Podemos cuando los de Pablo Iglesias vivían su momento bravucón. Se ha subido el sueldo y nadie con peso específico ha dicho esta boca es mía. Alargó la Feria y puso a rentabilizar el patrimonio alquilando la Plaza de España y otros rincones históricos para actos de empresas privadas. Ahí sigue. Sin un rasguño. La mejor definición de Espadas la dio el presidente Moreno (“Llamadme Juanma”) cuando definió al alcalde en privado como un político triangular que cae bien a todo el mundo.

José María Cabeza, todo un señor

Espadas hace y deshace a la chita callando. La última ha sido a cuenta de la remodelación del patronato del Real Alcázar. El bueno de Juan ha prescindido de un señor como la copa de un pino como es José María Cabeza, que fue dieciocho años conservador del conjunto palaciego y que tiene el Alcázar en la cabeza. Como el caballero que es, cuentan que Cabeza no ha dado un solo problema para facilitar su salida. Es de los que tiene claro que el alcalde lo pone y el alcalde lo quita. No hay más discusión. Era un honor estar en el patronato y en el fondo debe ser un alivio no tener que sufrir viendo cómo el enfoque de la gestión del monumento no se parece en nada a la que uno de sus mayores expertos considera que debía ser. Cabeza controla tanto el Alcázar que no aceptaba ningún gato por liebre en las sesiones del patronato. Para algunos debía ser un suplicio tener sentado en la mesa a quien se conoce cada loseta del monumento, las necesidades de restauración y las posibles soluciones a los nuevos problemas derivados de este turismo frenético que nos tiene loco. Digamos que Cabeza era un crítico ilustre. Los hombres con criterio son peligrosos porque no aceptan el papel de florero. Y les importa poco dejar el sillón porque su reino (este Alcázar) ya no es de este mundo. Ojos que no ven, cola de turistas zarrapastrosos que no miran. Eso que se ahorra don José María, suponemos.

El único representante del sector turístico

A otro que le han dado salida es al único representante del sector turístico que se sentaba en las sesiones del patronato: Gustavo de Medina, presidente de la asociación sevillana de empresas turísticas. ¿Pero no está en auge el sector? Resultó comprensible que Espadas incluyera a un interlocutor de las agencias, los guías y todos los operadores interesados en un monumento que acumula colas de espera desde las ocho y media de la mañana. Pues ahora, con una ciudad que ve cómo se multiplican los hoteles, los apartamentos turísticos, los balcones con los calzoncillos colgados y los hostel que huelen a huevos fritos desde las ocho de la tarde, nos quitan de un plumazo al único representante de todas esas empresas. Y no pasa absolutamente nada. ¿Alguien ha dicho algo? Silencio.

El alcalde Juan hace y deshace con once o con trece concejales sin que nadie le diga ni pío. Es de premio, oiga. Es como el de la ranchera: su palabra es la ley. Ocurre que si Cabeza era un crítico con conocimiento exhaustivo, el señor Medina, Gustavo de pila, formó parte del consejo asesor del candidato del PP a la Alcaldía, Beltrán Pérez. ¡Ahí va: los donuts! Y en política todo se recuerda por mucho que pasen los años. Pero, claro, no sólo recuerdan los políticos, sino todo bicho humano con dos dedos de frente. Yo sé de uno al que Susana Díaz saludó la pasada Feria con un grito: “¡Para mi siempre serás el biógrafo de Zoido!” Y, claro, le respondieron con toda cortesía y alborozo, como no podía ser de otra manera:“Qué alegría, Susana, has tenido que dejar de ser presidenta para reconocerme de nuevo”. Yse oía el chasquido de las herraduras de los jacos del paseo de caballos...

También han salido del patronato la editora Catalina Luca de Tena y el ex teniente de hermano mayor de la Real Maestranza, Javier Benjumea Llorente, alejado ya de la vida pública.

El nuevo patronato tiene toda la vocación de ser más representativo que ejecutivo. No hay más que fijarse en que el alcaide es Manuel del Valle, figura de prestigio, socialista histórico que poco tiene que ver con el niñaterío de la política actual, pero al que no vemos fajándose ya en ciertas trincheras. El alcalde se deja flanquear por Braulio Medel (Unicaja) y Antonio Pulido (Fundación Cajasol). Ha incluido también, entre otros, al duque de Alba.

Todo indica que la actual conservadora, Isabel Rodríguez, será relevada del cargo. Hace tiempo que el alcalde desea un cambio en esta plaza. Este nuevo patronato deberá afrontar retos como el plan director o el uso de la gran cantidad de dinero que está inmovilizado: cerca de 40 millones de euros. El Alcázar es la joya de oro de la corona del patrimonio histórico municipal, como Emasesa lo es de las sociedades municipales. El Alcázar es muy goloso. Hasta alcaldes de Sevilla como Rojas-Marcos han soñado con el puesto de alcaide. El Ayuntamiento de Sevilla, nunca se olvide, es el segundo mayor propietario de bienes de interés cultural en Andalucía después de la Iglesia Católica. Los millones están guardados. El interventor no les quita ojo. Los que están ahora son más institucionales que ejecutivos. Todo será más fácil, sobre todo cuando sepamos quién asumirá la dirección.

Este alcalde es un lince. Hasta se atrevió a instaurar el primer escudo de la ciudad. Y le salió bien.

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