¿Qué aporta la nueva Ley de Agentes de Medio Ambiente en Andalucía?

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El proyecto de Ley de Agentes de Medio Ambiente de Andalucía ha superado su debate de totalidad en el Pleno del Parlamento

Los Agentes de Medio Ambiente son una especialidad del Cuerpo de Ayudantes Técnicos de la Junta de Andalucía. / M.G.

El Parlamento andaluz ha dado un paso decisivo al aprobar la tramitación urgente de la nueva Ley de Agentes de Medio Ambiente de Andalucía, que superó el debate de totalidad sin votos en contra. El texto, impulsado por la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, pretende actualizar el marco jurídico y dar un reconocimiento más sólido a un colectivo clave en la protección de la naturaleza y la custodia del territorio.

La consejera Catalina García defendió la iniciativa como un proyecto “justo y moderno” que responde a una deuda histórica con los agentes, que durante décadas han trabajado bajo un marco normativo disperso y con escaso reconocimiento. La norma nace además en cumplimiento de la Ley estatal 4/2024, que obliga a las comunidades autónomas a armonizar su regulación en el plazo de un año.

Según la Junta, en la elaboración del proyecto se recibieron unas 400 aportaciones de profesionales, sindicatos y entidades sociales, de las que más de la mitad se incorporaron al texto definitivo.

Principales novedades de la ley

La norma prevé la creación de cuatro cuerpos específicos de Agentes de Medio Ambiente (Superior, Ejecutivo, Técnico y Operativo), con funciones y escalafón definidos. Este esquema busca profesionalizar y dar estabilidad al colectivo, garantizando oportunidades de promoción interna.

Además, la ley reconoce a los agentes la condición de autoridad pública, con facultades de policía administrativa especial y, en determinados casos, de policía judicial genérica. Esto refuerza su capacidad de actuación ante delitos ambientales, otorga mayor validez jurídica a sus informes y refuerza su protección frente a agresiones o presiones externas.

El texto también incluye la derogación de normas anteriores, la modificación de la Ley de Función Pública de Andalucía y un plazo de 36 meses para desarrollar el reglamento que concrete sus aspectos prácticos.

Tecnología y medios para proteger la naturaleza

Uno de los retos será garantizar que este marco jurídico se traduzca en medios efectivos. En los últimos años, la Junta ha anunciado inversiones en vehículos todoterreno, drones, tabletas digitales y formación especializada. En provincias como Málaga, los agentes medioambientales ya utilizan drones para vigilar espacios naturales y mejorar la detección de infracciones.

La ley aspira a consolidar este proceso de modernización y reforzar la presencia de los agentes en zonas rurales, forestales, de montaña y litorales, donde se concentran muchas de las presiones sobre la biodiversidad.

Impacto para la ciudadanía y el medio ambiente

La aprobación de esta ley puede tener un impacto directo en la vigilancia ambiental en Andalucía, aportando mayor capacidad de control de vertidos, caza ilegal o construcciones irregulares en espacios protegidos. También aspira a a proporcionar seguridad jurídica en las actuaciones de inspección y sanción y un refuerzo de la protección de parques naturales y ecosistemas sensibles.

Pese a su avance parlamentario, la ley aún deberá concretarse en recursos humanos y económicos. Sindicatos y colectivos profesionales recuerdan que el verdadero desafío será contar con plantillas suficientes, formación continua y coordinación eficaz con otras administraciones.

Una herramienta clave

En un contexto de cambio climático, con fenómenos extremos cada vez más frecuentes en Andalucía —incendios forestales, sequías o pérdida de biodiversidad—, la profesionalización de los agentes medioambientales se convierte en un elemento esencial para garantizar la sostenibilidad del territorio.

La nueva ley busca situar a Andalucía a la vanguardia de la defensa ambiental en España, pero su éxito dependerá de que no quede en un marco legal sin medios suficientes. La tramitación urgente en el Parlamento será, por tanto, solo el primer paso de un proceso que marcará el futuro de la gestión medioambiental en la comunidad.

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