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Europa no sabe cómo librarse de Gadafi

  • Los 27 no se ponen de acuerdo sobre cómo afrontar la crisis libia, aunque sí tienen claro es que no desean verse envueltos en una guerra civil.

¿Ataques selectivos con cazas, más sanciones o un embargo de armas reforzado con una presencia militar? Europa no se pone de acuerdo en cuál deben ser los próximos pasos para desalojar del poder al dictador libio Muamar al Gadafi y frenar así los enfrentamientos en el país norteafricano.

En lo que sí hay, de momento, consenso es en que los 27 socios comunitarios no desean entrar en una postura bélica, a riesgo de que se agrave el enfrentamiento ya en curso. "No deseamos vernos envueltos en una guerra civil libia. Es lo peor que podríamos hacer", aseguraba el presidente luxemburgués y presidente del eurogrupo, Jean-Claude Juncker, al término de la cumbre europea extraordinaria de este viernes, centrada en la crisis en ese país árabe.

Juncker confirmó que la opinión mayoritaria entre los 27 socios de la UE, incluida la de España, es la de no provocar una guerra en el patio trasero de Europa de consecuencias imprevisibles, desde el punto de vista humanitario y económico, dado que Libia posee importantes reservas de crudo.

Europa, como en otras tantas cosas, exhibió la división y se partió en dos hemisferios contrarios a la hora de decidir qué estrategia adoptar para expulsar al dictador libio, en el poder desde hace más de cuatro décadas. Sí hubo consenso en exigir a Gadafi que se marche y deje de reprimir a la población civil, acciones que le han valido la apertura por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya de una investigación por crímenes contra la humanidad. No obstante, las cuerdas suenan disonantes y las voces cacofónicas en cuanto a la necesidad de intervención militar, el punto más sensible sobre la mesa.

Aparte de las sanciones aprobadas la semana pasada, mediante la resolución 1.970 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, entre ellas la congelación de bienes de Gadafi, su familia y colaboradores, Europa y la OTAN no se atreven a avanzar en la línea militar, por ejemplo mediante el establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia para frenar la represión del régimen. "Estamos estudiando todas las opciones para evitar la represión de la población civil", afirmaba el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. Entre sus sugerencias figura la opción de convocar una cumbre urgente de la UE, de la Liga Arabe y de la Unión Africana para tratar el asunto.

Ni la UE ni la Alianza Atlántica quieren actuar en solitario en un terreno políticamente minado: buscan la legitimidad de la ONU y así como la de las organizaciones panárabe y panafricana, para que, llegado el caso de un posible ataque, éste cuente con respaldo legal. Quieren evitar acciones como la de 1999, con los bombardeos de la Alianza Atlántica contra objetivos serbios para frenar las matanzas de albanokosovares a manos de las tropas del fallecido presidente serbio Slobodan Milosevic, que no tuvieron ese respaldo internacional. "Vamos a examinar todas las opciones necesarias para proteger a los civiles, a condición de que exista una necesidad real, una clara base legal y apoyo de la región (por ejemplo, de la Liga Arabe)", subrayó Van Rompuy. Esas tres condiciones fueron citadas también por la OTAN para una hipotética intervención. España, según comentaron fuentes de La Moncloa, tampoco quiere una actuación europea sin ese aval.

Frente a la moderación de la mayoría de socios de la UE, el virtual eje franco-británico, formado ad hoc entre el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, David Cameron, se mostraron más decididos al recurso a la fuerza, aunque en el marco internacional. "Hemos expresado nuestra disponibilidad (...) para ataques selectivos, puramente defensivos, pero sólo si Gadafi usa armas químicas o ataca a personas que se manifiestan pacíficamente", comentó Sarkozy. "Esos ataques se realizarían con la única condición de que las Naciones Unidas los autorizaran y que la Liga Arabe los aceptara y que las autoridades libias (el Consejo Nacional de oposición) lo quisiera", subrayó.

Por el momento, Europa renuncia a la contundencia de las armas en Libia, aunque queda por ver si incrementa y refuerza todavía más la dureza de las dos últimas rondas de sanciones contra el régimen libio. Ese tercer escalón, a falta de ver cuál es el resultado de las ultimas sanciones, podría -a la postre- ser ya la antesala de posibles acciones bélicas o de fuerza. De momento, la OTAN reforzará la presencia de navíos de guerra ante las costas de Libia, para hacer respetar el embargo internacional de armas, pero no habrá acciones hostiles.

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