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Música clásica

Celebrando a Haendel

  • Harmonia Mundi conmemora el 250 aniversario de la muerte de Haendel con una formidable edición especial

Si en estos días el Maestranza presenta el Giulio Cesare in Egitto de Haendel como su principal contribución a los fastos por la conmemoración del 250 aniversario de la muerte del compositor, que tendrá lugar en 2009, bien puede considerarse el Giulio Cesare registrado por René Jacobs para Harmonia Mundi en 1991 el punto de partida de la actual moda discográfica haendeliana, que lejos de apagarse parece intensificarse casi 20 años después de su realización. No era aquella desde luego la primera grabación completa de una ópera de Haendel, pero sí la primera que pareció integrar los dispositivos instrumentales y vocales y el concepto dramático de forma globalmente convincente para crítica y aficionados. HM recupera aquel exitoso trabajo en el seno de una edición recopilatoria dedicada al genial músico.

La colección está formada por 25 discos que se presentan en cinco álbumes independientes de agradable y cómodo diseño y se venden a un precio muy especial. El cofre dedicado a la ópera recoge los tres títulos que para el sello francés ha hecho hasta la fecha René Jacobs, el ya citado Giulio Cesare del 91, que había sido precedido por Flavio, título registrado en 1989, y que tuvo su continuación en Rinaldo, grabado en 2002. Son en total 9 discos, a los que se añade uno extra con los libretos en formato pdf (sólo en inglés, francés y alemán). Como el cuarto disco de Julio César era originalmente muy corto se ha incluido como complemento el CD con Dúos y cantatas de cámara que grabó el Concerto Vocale en 1977 y circuló mucho tiempo en serie media. El precio de este paquete es realmente bajo y la recomendación absoluta.

Los dos oratorios haendelianos registrados por el propio René Jacobs integran otro de los cofres: Saúl fue grabado en 2004 y El Mesías en 2006 con equipos diversos, aunque en ambos trabajos se incluye la voz del contratenor Lawrence Zazzo, el César del Maestranza. Entre 1986 y 1990 Nicholas McGegan grabó al frente de su Philharmonia Baroque Orchestra cuatro discos dedicados a otros tantos famosos cantantes para los que Haendel escribió su música, las sopranos Margherita Durastanti (cuyo rol asume la gran cantante americana Lorraine Hunt) y Francesca Cuzzoni (aquí en la voz de Lisa Saffer), el castrato alto Senesino (que interpreta Drew Minter) y el bajo David Montagnana (David Thomas). Especialmente distinguidos son los discos de Thomas y Hunt.

De esta última se ofrece en el siguiente álbum otro de sus trabajos con los mismos acompañantes (1989-91). Las Arias alemanas que Dorothea Röchsmann grabó con la Akademie für Alte Musik de Berlín en 1998, el recital de Andreas Scholl registrado el mismo año y con el mismo grupo y el que hiciera en 2006 Mark Padmore con The English Concert completan la cuarta caja. Queda para el final una extraordinaria muestra de música instrumental: los Concerti grossi Opp. 3 y 6 y los Conciertos para órgano Op.4 con la Academia de Música Antigua, Andrew Manze y Richard Egarr en grabaciones de 1997 (Op.6) y 2006. Magnífica puerta para acceder al mundo de uno de los más grandes artistas de la historia.

Diego Fasolis muestra su conocida vehemencia en unas rumbosas versiones de cuatro Conciertos bachianos (BWV 1052, 1053, 1054, 1056). I Barocchisti se presenta en formación reducida (cinco violines, que son ocho en el BWV 1053, viola, cello, violone) y el clavecinista Francesco Cera responde con intensidad y manos rápidas al desafío, combinando exuberancia y pasión con un lirismo que se hace delicadísimo en el Largo de BWV 1056.

La Accademia Bizantina se presenta en formación minimalista para acompañar a su líder Ottavio Dantone en una interpretación de cuatro Conciertos para clave de Bach (BWV 1052, 1053, 1055 y 1056) dominada por la exquisitez del fraseo, la sinuosa flexibilidad rítmica y el fuerte contraste entre los fulgurantes y muy articulados movimientos rápidos y el lirismo trascendido de los lentos, que Dantone recrea con una libertad que podría decirse intemporal.

Las ocho suites para clave de Purcell publicadas póstumamente en 1696 son poco conocidas, acaso porque no tengan los caracteres típicos de las suites francesas, sino que presentan rasgos de una excentricidad y una libertad estructural y armónica muy inglesas. Egarr se muestra como uno de los clavecinistas más lúcidos de nuestros días con interpretaciones que combinan claridad, agilidad articulatoria e imaginación ornamental.

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