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Bailar para ser

Provisional Danza | Crítica

Carmen Werner al frente de su compañía Provisional Danza. / David Ruiz

La ficha

*** ‘Quién eres’. Provisional Danza. Coreografía y Dirección artística: Carmen Werner. Intérpretes: Tatiana Chorot, Cristian López, Alejandro Morata, Sebastián Calvo y Carmen Werner. Dramaturgia: Antonio Sarrio. Música: Luis Martínez. Iluminación: Alfredo Diez Umpierrez-Cristina Gómez Jiménez. Vestuario y Espacio escénico: Luis Alonso. Lugar: Teatro TNT. Fecha: Domingo 18 de octubre.

Centrado en el teatro, no cabe duda de que el Mitin (Muestra Internacional de Teatro de Investigación) se siente cada vez más atraído por la danza. Así lo demuestra el cartel de esta 13ª edición que se está celebrando en el TNT del Distrito Norte y que, entre otras, ha traído a su escenario a una compañía de la veteranía y la coherencia deProvisional Danza.

Quién eres, uno de sus últimos trabajos, se adentra en el tema de la identidad, la de cada uno y la de cuantos nos rodean. Eso le ha permitido a Carmen Werner, coreógrafa y alma máter de una compañía que lleva más de 30 años aportando su buen hacer a la danza española, crear un fresco social, compuesto por personas diferentes, del que van surgiendo -y brillando- diferentes individualidades, con sus interrogantes y sus escasas certezas, que acaban una y otra vez por diluirse en el conjunto, en esas hermosas coreografías de grupo tan del gusto de la coreógrafa madrileña.

La pieza mantiene todo el tiempo la dialéctica entre el individuo y el grupo, en el límite entre el yo y un tú al que en ocasiones ni siquiera queremos mirar; entre lo que cada uno es -o no es- y lo que le hacen ser. De ahí que en algún momento se oigan consignas y el miedo pase a convertirse en un ingrediente de la personalidad.

Los hilos que urden la pieza son externos. Son algunos textos en boca de los bailarines. Es la iluminación: unas lámparas que los intérpretes manejan y les permite jugar con el concepto de intimidad. Y es una música que en algunas escenas se vuelve narrativa y provocadora de sentimientos, como cuando en cualquier garito dos hombres se encuentran mientras las piernas de las mujeres, ajenas, bailan una especie de tango.

Con todo, no es el conjunto lo que nos queda, sino algunos de sus brillantes momentos, como los magníficos solos de los estupendos bailarines, especialmente los masculinos, llenos de fuerza y vitalidad, o los brazos alados -que siempre saben adónde van- de una Carmen Werner cada vez más esencial.

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