Noche en Blanco: maneras de entregarse a una ciudad
Noche en Blanco Sevilla
Sevilla vuelve a celebrar la cultura en una multitudinaria octava edición.
El Monasterio de San Jerónimo o la Torre del Oro, entre los espacios más visitados.
Galería gráfica: Las mejores imágenes de la Noche en Blanco en Sevilla
Sevilla/La Noche en Blanco volvió a hacer este viernes un recordatorio de las maravillas que esconde la ciudad. La octava edición de esta cita, organizada por la asociación Sevillasemueve y en la que participa un gran número de iniciativas públicas y privadas, dispuso de nuevo un escaparate para difundir los prodigios del patrimonio y el talento de los creadores. Más de 200 actividades programadas, con la mirada puesta tanto en las grandes gestas del pasado -no faltó la conmemoración del quinto centenario de la primera vuelta al mundo- como en la vibrante oferta del presente, invitaban a celebrar la cultura. Y, otra vez, Sevilla respondió con entusiasmo.
El Parlamento de Andalucía fue el punto de partida de una velada que abrieron las autoridades -el delegado Antonio Muñoz, la consejera Patricia del Pozo o la presidenta del Parlamento Marta Bosquet entre otros- y en la que se repitieron los halagos: noche mágica, propuesta consolidada, fecha marcada en el calendario. A la entrada, en la calle San Juan de Ribera, la gente hacía cola para admirar el salón de plenos o la majestuosa biblioteca de estilo inglés que conserva unos 50.000 volúmenes. Uno de los interesados, Ignacio, contaba que había paseado por el antiguo Hospital de las Cinco Llagas cuando estudiaba en el instituto, "y ya he terminado la Universidad". Ahora aprovechaba la Noche en Blanco para llevar a Ángel, un conquense que se había instalado en Sevilla y no conocía los secretos del inmueble.
Entre los reclamos de esta edición destacaba Santa Catalina, que gracias a la gestión de Atrium Cultura mostraba sus tesoros en un recorrido que incluía un descenso a la cripta o una subida a la torre. Una oportunidad única para reencontrarse con un templo que por su largo proceso de restauración había estado cerrado casi tres lustros.
Como cada otoño, gracias a la Noche en Blanco abrían sus puertas espacios únicos y soberbios de la ciudad. La expectación por visitar el Palacio de Dueñas era grande: Ramiro, Ofelia y Oihane, de La Coruña, acudían atraídos por la mitología de la Duquesa de Alba y tal vez de Antonio Machado, pero se topaban con un cartel que les informaba de que las entradas estaban agotadas.
Similar entusiasmo causó que la Torre del Oro permitiera el acceso a su interior. Antonio y Lidia son sevillanos, pero nunca habían entrado en las tripas del edificio. "Teníamos muchas ganas de conocer el interior, pero nunca habíamos encontrado la ocasión", reconocían fascinados con las cartas náuticas, los inventos y los documentos que esconde este museo naval. A unos metros, se llenaba "en nada de tiempo" el ensayo de Don Pasquale en el Teatro de la Maestranza, donde también se podía disfrutar de conciertos o de un documental sobre el nuevo espectáculo del Circo del Sol.
En el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, que adelantó su horario por la celebración del Caravan Sur Fest en el CAAC, recordaban a Magallanes con un pequeño fragmento del testamento que firmó el marino antes de partir a las Islas Molucas, un viaje que acabaría siendo decisivo para la historia de la humanidad.
Los aficionados atravesaban las venas de la ciudad yendo de un punto a otro: la Casa Bellver, el Acuario, el Archivo de Indias. Sevilla se entregaba a un colapso feliz, una fiesta itinerante. Otro Antonio, éste conductor de un taxi, que tiene por costumbre ir al cine dos veces a la semana "desde adolescente, y ya tengo los 54", dudaba si podría ir al final de la noche a ver el Joker de Joaquin Phoenix: por el volumen de trabajo ni él ni su compañero habían comprado las entradas.
Entre los sitios a los que la gente se desplazaba, sobresalía el Monasterio de San Jerónimo, una incorporación notable al cartel de este año. "Queríamos subrayar que también hay cultura en la periferia", asegura María Román, directora de la Noche en Blanco. La apuesta, en este sentido, se saldó con un rotundo éxito.
La Noche en Blanco puso de manifiesto además la vitalidad de una urbe que no quiere vivir de espaldas al presente. Los creadores e intérpretes protagonizaron un sinfín de actividades: Sevilla Swing templaba los corazones con su música y baile, María Pla compartía su trabajo en Cobertura Photo, en la Fundación Valentín de Madariaga diversos artistas reinterpretraban a Drácula. En Casa Tomada el escritor y músico Jesús Albarrán homenajeaba con una armónica, su voz y una guitarra acústica a Bob Dylan, especialmente al Dylan de los primeros años, "el más interesante, en el que subyace la poesía beat", un concierto que sirve de anticipo a un taller que impartirá en la librería de Muro de los Navarros. La convicción era generalizada: el escaparate de la cultura, otro año más, mostraba un panorama tan emocionante como ese viaje que emprendió Magallanes.
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