Cultura

Parentescos y discrepancias

  • Xavier Salomon, de la Frick Collection de Nueva York, apunta las similitudes y las diferencias entre el autor sevillano y José de Ribera.

Señala Xavier Salomon, de la Frick Collection de Nueva York, que resulta difícil trazar comparaciones entre dos de los genios más sobresalientes del XVII, Diego Velázquez y José de Ribera, autores que coincidieron en la manera en que transformaron la historia del arte. Cuando, en abril de 1627, se instalaron en el altar mayor de la Colegiata de Osuna cinco lienzos del segundo, retratos de santos penitentes que eran "las primeras obras documentadas de él en Andalucía", las piezas llegaban a la región cuando ya Velázquez la había dejado: cuatro años antes se había trasladado a Madrid.

Salomon, uno de los expertos que "más futuro tiene en el mundo de la pintura italiana y española", según resaltó Benito Navarrete, analizó ayer algunas conexiones en los universos de Ribera y de Velázquez. Los dos, expone el investigador, trataron asuntos mitológicos "de un modo análogo". Pero en composiciones como el Sileno ebrio pintado por El Españoletoo El triunfo de Baco (Los borrachos) de Velázquez se advierten matices diferenciadores, añade este investigador que antes de su desembarco en la Frick dirigió el departamento de pintura europea del Metropolitan. La interpretación que hace Ribera de un dios bebido es "perturbadora" y "cínica"; los personajes del sevillano, entretanto, desprenden "calidez y dignidad".

Velázquez triunfó como pintor de la Corte mientras que al pintor de Játiva se le resistían esas altas esferas, "pero incluso cuando representan a figuras de clases más bajas ambos pintores tienen una aproximación diferente al arte del retrato". El "interés" y la "simpatía", la "amable y noble visión" del esclavo Juan de Pareja son radicalmente distintos a la postura más fría de Ribera ante La mujer barbuda, "como un científico podría observar un tubo de laboratorio".

Pero las mayores diferencias de ambos artistas radican en sus comienzos y en lo que ha trascendido de ellos. Aunque, como sostiene Tanya Tiffany en el libro que ha escrito sobre Velázquez, los años que pasó éste en Sevilla suponen "el periodo menos comprendido en la larga trayectoria del pintor", sí hay, admite Salomon, "fechas precisas" y un conocimiento detallado de sus pasos: su nacimiento, la entrada en el taller de Pacheco, el día que recibe la licencia que le permite pintar. De la juventud de Ribera hay muchos más interrogantes. "La pequeña ciudad de Játiva tuvo que ser mucho más complicada en comparación con Sevilla, y cuando Ribera nació en 1591 el lugar tenía que ser un verdadero páramo en contraste con el sitio de nacimiento de Velázquez. Mientras éste no tuvo que ir demasiado lejos para lograr una educación artística llena de estímulos intelectuales, Ribera pudo no encontrar nada parecido al taller de Pacheco. Y -explica Salomon- mientras tenemos cantidad de datos del mundo en el que se movía Velázquez en su Sevilla natal, no sabemos nada de la juventud de Ribera y de las circunstancias de su aprendizaje".

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