Richard Gere reactiva la Guerra Fría

CINE

'La sombra de la traición' recupera las intrigas en torno a la época soviética.

Thoper Grace y Richard Gere dan vida a los agentes protagonistas.
Javier Miranda

18 de mayo 2012 - 05:00

Parece ser que la distribución cinematográfica se está contagiando del marasmo general del sorprendente y prematuro calor que ha caído sobre nosotros y lleva unas semanas renqueantes, con poco movimiento. Tal vez estemos en un intermedio entre los taquillazos de la primavera y los que vendrán a partir de finales de junio, que incluyen nuevas entregas de Batman, Spiderman y el regreso de Ridley Scott al universo Alien con Prometheus. Por ahora, este fin de semana de mayo nos debemos conformar con el último trabajo de un actor que ha conseguido hacer el reciclaje de sex symbol a eficaz actor madurito sin despeinarse demasiado. Efectivamente, Richard Gere ha encontrado acomodo, un poco a lo Harrison Ford, en thrillers donde saca a pasear su empaque. Lo mejor es que la edad y las cuidadas canas le han llevado a ser un aceptable actor, por encima de las limitaciones interpretativas que mostraba al principio de su carrera. Aunque nunca agradecerá bastante que hace 20 años fuese llamado como protagonista masculino de Pretty Woman, lo que relanzó su carrera hasta hoy.

Como se ha dicho, Gere se dedica últimamente a thrillers haciendo con frecuencia de policía (Los amos de Brooklyn) o de agente del FBI (El caso Wells). La sombra de la traición, que se estrena hoy viernes, sigue esta tendencia, ya que vuelve a ponerse en el elegantón traje de sabueso de la agencia fundada por el biografiado por Clint Eastwood J. Edgar Hoover. Es un film que supone el paso a la dirección y a la producción de un dúo de guionistas, Michael Brandt y Derek Haas, autores de piezas de acción tan contundentes en los últimos años como Wanted o la excelente El tren de las 3:10. Cansados de escribir para otros, se han puesto detrás de las cámaras para responsabilizarse completamente de un viejo libreto suyo, que reactivaba la Guerra Fría y que se había paseado años por los estudios sin que nadie lo afrontase. Fue crucial para su desbloqueo el que el propio Richard Gere se interesase por protagonizarlo, con lo que al haber una estrella a bordo todo fue más fácil para su producción. Junto a Gere figura como protagonista Topher Grace, un joven y prometedor actor de la nueva cantera de Hollywood que forma con el veterano protagonista de la lejana American Gigoló una clásica pareja de novato junto a agente experimentado, que tanto juego da en el thriller estadounidense. Con ellos, un Martin Sheen que le ha cogido gusto a los pasillos del poder cinematográfico tras su legendario presidente en la serie El ala oeste de la Casa Blanca y Stephen Moyer, uno de los vampiros de True Blood.

La sombra de la traición recupera las intrigas de la época, no tan lejana, en que los soviéticos eran el enemigo a batir. Un senador es asesinado, y su muerte tiene todo el sello de un legendario y despiadado agente del KGB. Esto hace que un miembro del FBI jubilado, que persiguió a este agente hasta la obsesión, sea puesto de nuevo en activo. Él cree que el asesino ruso murió, pero todo apunta a lo contrario y por eso es puesto al frente de la investigación. Se le adjunta un joven agente del FBI que lo admira mucho, y que además hizo un estudio en la Academia sobre el caso. Ambos agentes se enfrentan a una serie de peligros en su búsqueda de una solución al enigma.

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