Cultura

El abuelo del Facebook

  • El escritor estaba registrado con una página personal que cuenta con 1.600 fans y que rápidamente se ha llenado de mensajes en los que las constantes eran la gratitud y la palabra "maestro" para definirlo

"Doy las gracias al mundo por haberme consentido seguir adelante y cumplir durante todos estos años lo que creía que era mi obligación de hombre y de ciudadano". Eso escribía Francisco Ayala el pasado 17 de marzo, al día siguiente de su último cumpleaños, en su página de Facebook, una página que le había abierto la Biblioteca Nacional y que, hasta ayer, tenía 1.522 fans registrados. Facebook fue uno de los primeros sitios que comenzaron a recibir visitas al conocerse la muerte de Ayala, tal vez el usuario más longevo de esa red social en internet. A Ayala lo llamaban "el abuelo de Facebook". Y eso era debido a su curiosidad innata por las nuevas tecnologías.

Minutos después de conocerse la noticia de su muerte, las condolencias empezaron a llegar a su perfil. Las palabras más repetidas eran "maestro" y "gracias".

La Biblioteca Nacional, que lo animó en esta iniciativa, publicó ayer un comentario en el perfil para despedir al escritor: "Adiós Don Francisco, la Biblioteca Nacional siempre guardará con inmenso cariño su afable sonrisa y su jovial mirada".

Los usuarios de Facebook quisieron dar su último adiós al autor de El jardín de las delicias a través de esta plataforma, mostrar gratitud por su contribución a la literatura española y apoyar a su familia.

Algunos de los mensajes que podían leerse en el perfil de Ayala decían: "No se puede imaginar lo que le echaremos de menos", "grande entre los grandes. Personajes como él no deberían morir nunca" o "gracias por haber sido un granadino de pro y haber llevado el nombre nuestra tierra con tanta dignidad".

"Para su cien cumpleaños, le hice una adivinanza. Aquí la dejo como epitafio a un niño de 103 años. "Cien años tiene este hombre / y aquí en Granada nació,/ Francisco tiene por nombre/¡halla tú la solución!", rezaba otro de los mensajes

"¡Siempre he presumido de tener al grandísimo Ayala en mi Facebook! ¡Hasta siempre...!", señalaba una de las usuarias de la red social. Los mensajes eran siempre de un tono de agradecimiento y admiración por el escritor fallecido.

"Don Francisco Ayala, un maestro en la vida y en las artes, juventud eterna flotando en la galaxia para siempre. Un beso de tinta", anotaba alguien en un tono más poético y más tierno. "La lucidez perenne. Un placer", escribía otro. "Que la tierra te sea leve, maestro", deseaba un tercero.

"Siempre decía que estos años ya los vivía de prestado, que era un muerto en vida... Se fue y lo hizo en paz con la vida. Es envidiable", señalaba alguien más.

A Ayala le fascinaba internet como elemento de conocimiento del mundo. "Desde mi minúscula y privatísima biblioteca infantil, he usado en mi vida adulta de muy varias bibliotecas y hemerotecas. Entiendo muy bien la necesidad de ellas: son imprescindibles" , escribió en su página de Facebook, en la que, escuetamente se presentaba: "Nací el 16 de marzo, en el número 8 de la calle San Agustín, en Granada. Fui el hijo primogénito de Francisco Ayala Arroyo y de Luz García-Duarte González, hija de Eduardo García Duarte, mi abuelo, que fue rector de la Universidad de Granada. [Soy] Presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional de España".

En su perfil se puede leer su artículo Mi ordenador y yo, publicado en 1985 y en el que ya decía que "ningún escritor que se precie debe usar otro instrumento de trabajo que la última máquina producida por la industria electrónica".

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